Un molino centenario que sigue activo en el Camino de Invierno junto a un complejo turístico
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Construido a principios del siglo XX, da su nombre a un grupo de apartamentos que se puso en marcha hace once años junto al río Soldón, en Quiroga
12 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.En el Camino de Invierno no es nada fácil encontrar hoy un molino harinero tradicional que se encuentre en pleno funcionamiento. Un caso excepcional es el que se conserva en Ponte Soldón, en la parroquia de Sequeiros, en el municipio de Quiroga. Su propietario, Luis Vicente Arias Prieto, es también el dueño de un conjunto de apartamentos turísticos —denominado precisamente O Muíño— situado en el mismo lugar. El molino se puede mostrar a los visitantes interesados en conocerlo y el dueño ha ofrecido demostraciones de su funcionamiento en algunas ocasiones, como en una visita que realizaron hace unos años los integrantes de la asociación Camiños a Santiago pola Ribeira Sacra. «Pero o muíño non forma parte do establecemento turístico, son dúas cousas diferentes», puntualiza Arias.
El empresario heredó el molino de su padre, que se convirtió en el único dueño en 1965. Con anterioridad lo compartía con otros ocho socios, a los que fue adquiriendo las demás partes en las que estaba dividida la propiedad. La instalación, dice, fue construida a principios del siglo pasado. El alojamiento turístico —formado por cinco apartamentos amueblados que pueden alojar hasta tres personas cada uno— es mucho más reciente, puesto que empezó a funcionar en el 2012 y las construcciones que lo forman datan de esa época. Arias precisa que la gestión del negocio corre a cargo sobre todo de su mujer, María José González Iglesias.
Pocos peregrinos
Los responsables del negocio se animaron a crearlo varios años antes de que el Camino de Invierno obtuviese el reconocimiento oficial como ruta jacobea. Los responsables dicen que aunque por el lugar pasan numerosos peregrinos, son pocos los que optan por alojarse los apartamentos a pesar de su situación estratégica. «Os prezos que pedimos por noite non lles compensan moito, porque non están pensados para xente que se detén unicamente a dormir para seguir andando», dice Luis Vicente Arias. «Non podemos cobrar menos porque os apartamentos están dotados de todas as comodidades e son algo moi diferente dun bungaló ou un albergue», añade.
Más que de peregrinos —apunta asimismo Arias—, la clientela más habitual de los apartamentos turísticos está formada por familias con niños. El establecimiento, explica, está situado junto al río Soldón y los usuarios tienen la posibilidad de nadar y de dar paseos en piragua. «É un lugar moi atractivo para vir con nenos e no verán os apartamentos están a tope», dice.
Luis Vicente Arias —que fue concejal en Monforte y tuvo otras ocupaciones profesionales— recuerda por otro lado que poner en marcha el alojamiento turístico requirió numerosas gestiones, debido a su situación en las cercanías del río. «Entre a confederación hidrográfica e outras administracións, pasei varios anos facendo trámites», señala.
El molino que da nombre al alojamiento turístico ha estado funcionando de forma continuada desde sus orígenes hasta hoy. Las ruedas son movidas por aguas captadas del río Soldón y conducidas por un canal de unos dos kilómetros de longitud que es preciso limpiar todos los años. En el año 2000, el propietario renovó la techumbre de la antigua construcción. Hace unos tres años lo restauró por completo, reponiendo todas las partes de madera. Ahora el molino está parado temporalmente, debida a una avería en un rodicio que está pendiente de arreglar.
La harina que se muele habitualmente en el molino no se pone en venta. Los propietarios la usan para cocer su propio pan. «É só para nós e ás veces para algún amigo», precisa Arias.
El dueño dice por otro lado que el molino funciona con una concesión de aguas de unos setenta años de duración, de la que quedan todavía unos treinta por aprovechar. De momento piensa seguir manteniéndolo en marcha y se enorgullece de que sea uno de los pocos que permanecen activos en Galicia. «O que está máis cerca de nós é o de Ribas Pequenas, en Bóveda», señala.