El tatuador de Santiago que el verano pasado plasmó la vieira sobre la piel de 6.000 peregrinos
VEN A GALICIA
Clay vendió sus negocios de restauración y recuperó su vieja pasión por el dibujo en piel
15 mar 2023 . Actualizado a las 16:06 h.Con solo 15 años compró su primera máquina para tatuar, después de hacer sus primeros tatuajes en la piel de amigos. «Siempre me gustó el dibujo; de los primeros bocetos ni me acuerdo, pero era muy pequeño», apunta Edwin Cornejo, más conocido como Ethan Clay. «Estoy en trámites para que sea también mi nombre oficial, porque nadie me conoce por el otro», explica. Hasta que, en junio del pasado año, tomó la decisión de abrir su propio estudio de tatuajes, en el número 39 de la rúa Rosalía de Castro, Clay vivió una vida cargada de éxitos y algún que otro sinsabor.
Cuando llegó a Santiago, hace 15 años, trabajó un tiempo como tatuador en su casa. Pero pronto tomó el camino de la cocina y se implicó en varios proyectos de restauración en Santiago y Vilagarcía. Participó como socio en el Kyoto de Santiago y en el restaurante Fit de Arousa, vinculado al gimnasio Wonder Company. Y abrió un restaurante japonés propio, Ochiba, en Vilagarcía; la empresa de reparto YoVoy, y una línea de helados artesanales. En el 2019, Ochiba ganó el premio plato de oro y, al año siguiente, fue reconocido con el Travel Choice de Tripadvisor. La pandemia se llevó por delante su empresa de restauración y la de reparto a domicilio. Fue entonces cuando volvió al mundo de los tatuajes, y trabajó un tiempo con el tatuador brasileño Hayner Rodrigues, con estudio en Vilagarcía. El año pasado, relata, «decidí volver a Santiago, porque es la ciudad que me gusta, y conté con el apoyo de Hayner. La verdad es que siento que soy de Santiago de toda la vida».
Al principio montó un pequeño estudio en su casa. «Pero empezó a crecer todo y en junio puse mi estudio en Rosalía de Castro». Su técnica de líneas finas, «que no hace nadie en Santiago, se impone entre las chicas. Está de moda, porque son trazos delicados, suaves. A las personas que no tienen tatuajes les gusta, porque no son agresivos a la vista».
El día que entró en su estudio la influencer italiana Giula, conocida en redes como Metavagante, «fue un éxito total, porque empezaron a llegar peregrinos. Entre junio y septiembre tuve hasta 60 peregrinos a diario. Fueron más de 6.000 en el verano. Venían grupos de 30, que hacían cola para tatuarse. Llegué a soñar con la concha de Santiago», ironiza. Sus trabajos comenzaron a transformarse en buenos comentarios en Google: «Acumulé unas 500 reseñas, y la gente entraba preguntando por el tatuador de los peregrinos, o por el tatuador de las líneas finas». Clay prefiere hacer bocetos exclusivos para cada uno de sus clientes: «En principio, es para toda la vida».