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La esencia gallega que Sonia enseña en su albergue de Pontevedra tras dar la vuelta al mundo

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

VEN A GALICIA

Sonia García, en la entrada a la habitación de su albergue en Pontevedra
Sonia García, en la entrada a la habitación de su albergue en Pontevedra CAPOTILLO

Decoró el local con objetos y tradiciones que explican el sentir de Galicia

23 mar 2023 . Actualizado a las 15:43 h.

La esencia de Galicia se encuentra en el albergue de Sonia García. Sus paredes dicen mucho de lo qué somos, de cómo vivimos y de nuestras tradiciones. Eso es lo que quiere transmitir esta emprendedora de 32 años, que ni siquiera se olvidó de hacerle un homenaje a la burra Perla con la que creció en Moraña. La foto principal de Turoqua es para ella. Sonia tenía claro lo que quería transmitir cuando hace un año y medio le surgió la oportunidad de abrir un albergue para enseñar a los peregrinos lo secretos de Galicia.

Su negocio es una especie de museo de los sentimientos gallegos. Al menos eso es el objetivo con el que lo montó. García estudió Filología y vivió en distintos países. La última ciudad fue Dublín, pero pasó también largas temporadas en Miami, Canadá o en el Este de Europa antes de regresar a Pontevedra, donde se sacó una espinita que tenía clavada desde que se licenció. «Una de las mejores decisiones de mi vida fue hacer el ciclo de FP de turismo en el Carlos Oroza. Te planteaban las cosas de tal forma que a los dos meses de salir me monté por mi cuenta como autónoma. Los profesores me enseñaron a amar el turismo», advierte Sonia García, que supo al acabar el ciclo que su futuro estaría centrado en este sector. Le tocó trabajar duro para hacerse con grupos de turistas y enseñarles los encantos de Pontevedra, pero la demanda de guías le abrió un camino que le fascina. «A los extranjeros les contaba nuestra forma de vida y alucinaban», explica. Compaginaba, y sigue haciéndolo, esa faceta con las clases de inglés que da en una academia. Hasta le hace de guía a sus alumnos antes de acabar el curso. A Sonia le gusta hablar y presume de gallega desde dentro tanto como lo hacía fuera de sus fronteras.

Tras seis años en los que contó mil y una veces lo que la ciudad esconde, le surgió la oportunidad de montar un albergue y dar otro enfoque a su pasión por el turismo. «Soy ciudadana del mundo, pero buena gallega y creo que eso fue una señal», reconoce apenas dos semanas después de inaugurar Turoqua: «El albergue sentía que era como volver a esa filosofía del Camino de Santiago».

Ahí nada está puesto al azar. Ni las vacalouras que suben por una columna, ni las redes, la peneira con la que la abuela tamizaba el maíz o los versos del himno de Galicia. Todo el local es una especie de museo gallego con códigos QR repartidos por las instalaciones para explicar el origen de muchos de los objetos que cuelgan de sus paredes. Además de la burra Perla y fotos de sus familiares, hay tres piezas con un significado especial que presiden el albergue: sus tres maletas. «Esta marrón la llevé a mi primer viaje a Francia cuando tenía 14 años, mientras las otras dos son de mi tía y mi padre cuando emigraron a Suiza», explica esta emprendedora que hasta tiene una rama de un carballo en la habitación principal, con 20 camas donde cada una tiene un nombre de monumento.

En Turoqua está su vida. Sus recuerdos dan forma al albergue, pero quiere que con el paso de los años quede la impronta de los que lo habitan. Las huellas de los peregrinos podrán quedar para siempre como las hojas de un carballo todavía desnudo.

El albergue de Pontevedra que resiste el invierno: «Tuvimos peregrinos a diario y me da para seguir cubriendo gastos»

D´Paso Urban es uno de los pocos que abren todo el año en el Camino Portugués. La afluencia de la temporada baja hace prever un gran verano

Nieves D. Amil

Loa albergues del Camino Portugués están estos días con los últimos retoques antes de iniciar la campaña. La mayoría de ellos dan el pistoletazo de salida a la temporada con la Semana Santa. Este año será el 1 de abril cuando la ruta jacobea pase de un goteo de caminantes a una verdadera peregrinación. Manuel Vidal es una excepción. Él tiene D´Paso abierto todo el año. Incluso en esta invierno frío y con fuertes lluvias, su puerta se abrió cada día para atender a los que se aventuraron a hacer el Camino Portugués en los meses más duros. «Me da para ir cubriendo los gastos, cada día hemos tenido una media de seis o siete personas», explica Vidal Araújo, que reconoce que esta cadencia de huéspedes no le exige estar diez horas al día, como seguro ocurre el resto del verano. 

Está sorprendido por el crecimiento que ha vivido en unos meses que habitualmente son tranquilos. Incluso nota un cambio en el tipo de cliente. «El del invierno es distinto, algunos se quedan un par de días en la ciudad, pero hay otros que viajan por trabajo y buscan un sitio económico para quedarse», comenta el responsable de D´Paso. El año pasado notó un goteo, pero este invierno que acaba de finalizar ha sido excepcional para él. «Ha crecido y ahora ya ha cambiado el ritmo, algunos días de esta última semana hemos estado llenos», explica este emprendedor, que cree que les pudo ayudar que el albergue público de peregrinos Virxe Peregrina está en obras y solo tiene habilitadas 22 de las noventa camas de las que dispone. Estará así, en un principio, hasta el próximo mes de julio.

Tino Lores, el presidente de la Asociación de Amigos del Camino Portugués, reconoce que es un «hándicap en el comienzo de la temporada, pero eran muy necesarias». Están acometiendo trabajos para mejorar la eficiencia energética, reformas de baños y alguna que otra puesta a punto en la que invertirán más de 400.000 euros. Con ese albergue a medio gas, los que están en O Gorgullón, la entrada del Camino Portugués en la ciudad, empiezan a desperezarse después de varios meses cerrados. Durante estos meses, la transitada calle del verano estaba prácticamente vacía de peregrinos. 

Fran Vidal, de Nacama, abre este martes. El primer día de primavera será también el primero de la temporada para él. Suele cerrar a finales de octubre o incluso en noviembre. Necesita descansar después de estar al pie del cañón más de medio año. «Iba a abrir el 1 de abril, pero me entró una reserva grande para hoy y alguna más para estos días, y decidí adelantarlo», explica Vidal, que está viendo que la temporada puede ser prometedora. Él abrió unos meses de la pandemia y el verano pasado, como muchos de la calle, comprobaron el bum del Camino Portugués. Según los datos que maneja al Asociación de Amigos del Camino espera afianzarse este año por encima de los 120.000 peregrinos. 

Otros, como Aloxa, con una capacidad que ronda las 60 camas está previsto que abra todavía el 1 de abril, como el grueso de los albergues de la ciudad. Algunos se estrenan este año. «Hay unos 12 albergues privados en la ciudad para un año que será prepandemia», explica Lores.

Picaresca con las maletas

No todo es de color rosa en los albergues de la ciudad. Muchos de ellos muestran su malestar por una práctica por la que están empezando a cobrar. El servicio de traslado de maletas es algo cada vez más extendido entre los peregrinos. Contratan una compañía que se la lleve de puerta a puerta, pero algunos están notando que le llegan equipajes de personas que no se hospedan en sus instalaciones y que después pasa a recogerlas. «No puede ser, quién se responsabiliza de ellas si pasa algo. Se van a apartamentos turístico y las dejan aquí porque saben que están cerca», subraya Manuel Vidal, que advierte que se ha convertido en un quebradero de cabeza en épocas de mucha ocupación.