Patrocinado por

Entramos en la primera mina gallega abierta al público

Yolanda García Ramos
YOLANDA GARCÍA

VEN A GALICIA

YOLANDA GARCÍA

YES VIAJA AL CENTRO DE LA TIERRA. Consuelo, en A Pontenova, es nuestra segunda cavidad más grande, tras Rei Cintolo en Mondoñedo, que hace de A Mariña un paraíso de la espeleología. Entramos en este inmenso queso «gruyère» subterráneo

11 abr 2023 . Actualizado a las 17:17 h.

Espectacular, colosal, inmensa. Impacta Mina Consuelo en A Pontenova, la primera mina gallega abierta al público y segunda cavidad más grande de Galicia después de la Cova do Rei Cintolo, en Mondoñedo. Y eso que turísticamente A Mariña ya venía hipnotizando con As Catedrais en Ribadeo. Con la particularidad de que las dos primeras nos atraen a un mundo subterráneo, oculto a la luz del sol pero abierto al latido de la tierra. Pum, pum... Así me suena el corazón nada más irrumpir en la bocamina, que parece sacada de El libro de la selva y ya presenta un aperitivo fascinante a primera vista: un musgo luminiscente u «oro de los duendes». ¡No tocar pero sí admirar! Levanto cabeza y, como en Los viajes de Gulliver, imagino que esa inmensidad con galerías que rondan 20 metros de altura es la morada de un gigante, antes de descender hasta las profundidades como describió Julio Verne en Viaje al centro de la tierra. Arropada y asesorada en todo momento por expertos como Xurxo Lorenzo (Espeloclube Rei Cintolo), Fernando Pérez (G.E.S. Ártabros) y Ramón Fernández (C.E.M. Taranis), veteranísimo en la cavidad, sigo obnubilada tras descender hasta la galería -3 de Consuelo. Para el público general, actualmente las visitas turísticas y guiadas solo alcanzan los niveles 0 y -1, facilitando en este último iniciarse a la espeleología. Bajo gestión de la empresa Tirolina das Minas, con Celtia Traviesas al frente, el Concello de A Pontenova oferta un paquete de aventura en el complejo minero Consuelo-Boulloso (fue la primera industria de la provincia de Lugo) incluyendo Ruta dos Fornos y, recorriendo el trayecto del teleférico de 1905, la mayor tirolina de Galicia: 300 metros de longitud y 80 en su punto más alto... ¡Adrenalina garantizada! Aunque muchos comprueban al final: «Lo que merece la pena es la mina».

MINA ARCOIRIS. De Consuelo llaman la atención sus colores, formaciones singulares como «moonmilk» o leche de Luna, espeleotemas fascinantes y coladas. Abajo, bajo un puente de roca de calcita de aragonito
MINA ARCOIRIS. De Consuelo llaman la atención sus colores, formaciones singulares como «moonmilk» o leche de Luna, espeleotemas fascinantes y coladas. Abajo, bajo un puente de roca de calcita de aragonito CARLOS PARDO

Es domingo y me presento con un café con leche tomado al vuelo. «Mejor botas de agua», me dice Xurxo, antes de que Ramón me confirme, ayudándome a ponerme el arnés al que después me agarraré como a un clavo ardiendo, que la seguridad es fundamental. Funda ok. Y un casco de minero con luz frontal, nada que ver con las lámparas de carburo con las que se iluminaban en ese entorno lúgubre quienes extraían el hierro a principios del siglo XX, hasta que de la noche a la mañana cerró Mina Consuelo tras casi 20 años activa. Soy minero de Antonio Molina se me viene a la cabeza, pero detecto un murciélago hibernando en la pared a mi altura visual. Mejor sigo en silencio y respeto por esta cápsula del tiempo. Es un tesoro bajo tierra en el que fascinan restos del patrimonio industrial como raíles casi infinitos, pozos abismales, vagonetas abandonadas, cestos de mimbre apilados, un martillo neumático. Pregunto si por azar encontraron un bocadillo fosilizado y me cuenta el técnico de la Oficina de Turismo de A Pontenova, Carlos Pardo, a posteriori, que incluso hallaron restos de comida de los maquis que allí se refugiaron. «A nivel espeleolóxico é un verdadeiro laboratorio», subraya sin duda alguna. Fueron topografiados desde el 2019 tres kilómetros y medio, entrando el club de espeleobuceo Geoceanic en el nivel -5, inundado y que antiguamente se drenaba artificialmente (creen que hay -6). Sobre el 0, existen tres más. Xurxo explica que sería como si en vertical metiésemos... ¡un rascacielos de 33 pisos! Su tío Javi Fouz describiría: «Las minas del Rey Salomón están en Lugo». «Fueron barrenadas a mano», me cuenta Pardo.

Y RESTOS INDUSTRIALES. Consuelo es todo un «laboratorio espelológico» también porque quedan restos de la actividad minera que acabó hace cien años como lanzas, barrenas, mechas y detonadores, vagonetas.
Y RESTOS INDUSTRIALES. Consuelo es todo un «laboratorio espelológico» también porque quedan restos de la actividad minera que acabó hace cien años como lanzas, barrenas, mechas y detonadores, vagonetas. CARLOS PARDO

Saca los colores

Me siento mitad Dora la Exploradora mitad Spiderman. Subo montañas de escombro, una pared con una sencilla escalera de cuerda, paso por una gatera cual gusano o bajo puentes de roca, que sostienen la montaña. Merece la pena pues Consuelo saca sus colores a cada paso: azul (azurita), verde (malaquita), blanco (calcita y aragonito), rosado (carbonato de manganeso), negro (dióxido de manganeso), el moonmilk o leche de luna, amarillo (fosfatos), rojizo y ocre (oxihidróxidos)... A veces forman un mix cromático peculiar, se escurren en coladas, pincelan estalagtitas, estalagmitas y excéntricas, colorean gours, se sumergen en un lago en suspensión... Algunas formaciones las han bautizado como «A morte de Alien» y «Humor amarillo». A una le pondría «Rambo» pues no siento las piernas.Y allí... ¡huevos fritos! ¿O es que tengo hambre? Veo luz al final del túnel. Dos chovas piquirrojas nos reciben. Desnortada tras horas en las entrañas, salgo con ganas de regresar a este útero materno terrestre. «Cada vez que entras é como se fose a primeira vez», dice Carlos. Consuelo, ¡volveré!