Narón, «mon amour»: molinos y espías en la gran conexión francesa de Xuvia
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En el siglo XVIII fue la capital harinera de España gracias a los ilustrados
06 abr 2023 . Actualizado a las 23:21 h.En agosto de 1800, Napoleón Bonaparte alzó su copa y brindó. «¡Por los valientes, ferrolanos!». El pueblo de Brión acababa de vencer a los invasores ingleses. Y la ría vivía su particular historia de amor con Francia, en especial Narón. Porque si Xuvia se convirtió a partir del siglo XVIII en capital harinera de España fue gracias a la llegada de los ilustrados franceses. «Jean Lestache y Francoise Bucau crearon la que sería Real Fábrica de Harinas de Xuvia, los también franceses Beaujardin y Lembeye impulsarían el molino de As Aceas», indica Isabel Díaz-Robles, guía de turismo que colabora con el Concello de Narón en las visitas al histórico edificio de Xuvia. Años de harinas y años de espías, como se le achaca al industrial Eugenio Izquierdo: que montó la fábrica de cobrería ya en el lado de Neda, ejercería de representante de España ante Napoleón y de espía de Godoy en Francia.
El desembarco francés, que algunas fuentes sitúan con 70 galos en Narón, coincide con la presencia de los Borbones en la Corona española. Primero, Felipe V ordena la creación del arsenal y el astillero en la entonces aldea de Ferrol. «Pero con Fernando VI y Carlos III sería mayor la presencia francesa, hay un pacto de amistad con esa nación y llegan estos empresarios a los que incluso les castellanizan los nombres», indica Díaz-Robles. Los citados más otros como Dufoire «aplican los conocimientos técnicos de la Ilustración y su ojo comercial para hacer la Real Fábrica de Harinas que surtiría a todo el país, y sobre todo a la ría cuando se producían los bloqueos».
Porque desde tiempos inmemoriales, la ría de Ferrol vivió épocas de «hambre negra». En la Guerra entre España e Inglaterra (1796-1802), con Portugal como aliado británico, Trasancos subsistía en estado de sitio. Y siguió adelante gracias a la producción harinera de Xuvia: «Se alimentaba a toda la comarca, con tanto material se podía asumir el fiado que consistía en trabajar sabiendo que te pagarían mucho más adelante». Todo gracias al río Xuvia. Como indica Díaz-Robles, «servía para mover harina, la industria del papel, el cuero o el cobre... y todo lo vieron los franceses, sobre todo Lestache que era hijo de un molinero».
Genios de las relaciones comerciales, traerían el trigo de San Petersburgo o Riga en sus barcos para fabricar en Xuvia 240 kilos de harina a la hora que se exportaba a medio mundo. Con esas fábricas, el arsenal y los astilleros, en el Siglo de las Luces esa zona pasaría de 250 familias a 30.000 habitantes. El molino de Xuvia, que reabrirá sus puertas en verano como Centro de Interpretación dos Muíños Industriais, ya indicaba en sus guías que «sen a audaz visión dos emprendedores que decidiron almacenar cereais para vender a fariña durante o bloqueo miles de persoas terían morto de fame... e o crecemento de Ferrol non tería sido posible». Último toque galo: La fábrica de Jubia y sus alrededores. Fernando Masafret y Tomás Casal documentan las aventuras de Eugenio Izquierdo: se movería entre el amor por Francia de donde trajo el magnolio de Xuvia y «el odio mortal a Napoléon, hasta ser puesto bajo vigilancia por la policía imperial».