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En esta casa de turismo rural de Arzúa fundada por un matrimonio catalán se sirven cerca de 13.000 calçots cada año

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

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Arnau Esteve cogió el relevo de sus padres y se encarga en Casa Assumpta de asar los calçots.
Arnau Esteve cogió el relevo de sus padres y se encarga en Casa Assumpta de asar los calçots. PACO RODRÍGUEZ

El tradicional plato tarraconense es todo un reclamo a 900 kilómetros de allí, en Casa Assumpta, que lleva 21 años dedicándole unas jornadas gastronómicas entre enero y abril

09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El plato más popular de Valls, en Tarragona, se ha convertido en la estrella de la carta en la otra punta de la Península. En Casa Assumpta, una casa de turismo rural de Arzúa fundada en el 2000 por un matrimonio catalán, se sirven cada año entre enero y abril (en la temporada del producto) unos 13.000 o 14.000 calçots, dependiendo de su tamaño. Y, aunque aquí las calçotadas no cuentan con la sierra de Miramar como telón de fondo, son un reclamo capaz de congregar el fin de semana a más de un centenar y medio de comensales.

PACO RODRÍGUEZ

Aquí el rey de la parrilla y encargado de asar estas típicas cebollas tiernas y dulces de forma alargada sobre un fuego vivo es Arnau Esteve Navarro, quien cogió el relevo del negocio al jubilarse sus padres, Assumpta e Isidro. Empezaron a hacerlas ellos hace 21 años porque «unos clientes de la zona, entre los que había algún catalán, les pidieron que les hicieran una calçotada típica», cuenta él. Desde entonces mantienen esta tradición y fueron reconocidos en el 2019 entre los «10 restaurantes donde disfrutar los mejores calçots de temporada» por la revista InStyle.

La experiencia comienza en el lugar de Fondevila (en la parroquia de Pantiñobre) bajo una carpa exterior instalada en el jardín. La tradición, destaca el hostelero de 38 años, manda «comerlos de pie, con una buena salsa romesco de la casa y su babero», acompañados con cava —o agua, para aquellos que lo prefieran—. Luego se pasa al comedor, donde el menú cerrado de las jornadas gastronómicas incluye pan con tomate y jamón, escalivada, habas con butifarra catalana y cordero a la parrilla con el all i oli que elabora Lara, la mujer de Arnau, el cual asegura que es «espectacular, el mejor que se puede probar por aquí, y por esto sí pongo la mano en el fuego», comenta entre risas. ¿Y de postre? Una crema catalana casera —¡cómo no!—. El reto es llegar a la sobremesa con un resquicio libre en el estómago para poder disfrutarla. 

«Tenemos clientes que vuelven un año tras otro, algunos desde el principio. Vienen grupos grandes de 40 personas, parejas, amigos... Hubo quien nos incluyó en su ruta del cocido, los calçots y la lamprea, incluso vinieron unos clientes desde Asturias expresamente para comer nuestra calçotada y se volvieron después de hacerlo», destaca el gerente de Casa Assumpta. Explica que solo las ofrecen los fines de semana y festivos al medio día, o entre semana para grupos de 10 o más personas con reserva previa, y siempre durante la campaña del calçot. Este 2023 se adelantó, por lo que sus últimas calçotadas serán las del 22 y 23 de abril, dicen desde una casa de turismo rural especializada en la cocina mediterránea y donde están especialmente presentes la gastronomía catalana y gallega.

La familia de Sant Vicenç dels Horts (en Llobregat, Barcelona), acabó en Arzúa «por circunstancias de la vida», relata Arnau. «Nosotros no habíamos trabajado antes en la hostelería. Veníamos del sector de la joyería y, mi madre, de la administración. Abrimos aquí una pequeña joyería en el año 86 y una gestoría fiscal», continúa, pero su madre siempre quiso tener un restaurante y vio en el año 2000 la oportunidad de hacer este sueño realidad, como parte de una coqueta casa rural con siete habitaciones ya famosa por sus calçotadas. Las llevan haciendo 21 años de forma ininterrumpida, incluso en el que el mundo se vio confinado, recuerda: «Arrancan siempre en enero, aunque el mes de marzo es cuando más gente hay. Anunciaron en el 2020 que nos teníamos que encerrar un viernes y ese sábado y domingo tenía todo lleno, al igual que el Día del Padre. Siempre compro bastante género para tener suficiente para las jornadas gastronómicas y se perdieron muchos kilos».