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Visita a Prismos, un emplazamiento donde se excavó hace medio siglo

CRISTÓBAL RAMÍREZ A CORUÑA

VEN A GALICIA

Iglesia nueva de Limodre.
Iglesia nueva de Limodre. C. R.

La recompensa es la gran panorámica sobre la ría de Ferrol, de esas que nunca aparecerán en Instagram

22 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Limodre es un oasis. No solo en y de Fene, un municipio industrializado y poblado, sino en toda la antigua península de Bisaquis, la Bezoucos de hoy (topónimo, por cierto, en absoluto retroceso), donde la naturaleza ha ido retrocediendo. Y ahí está Limodre, una isla, con sus dos iglesias, la vieja y la nueva, y, en el centro, el castro de Prismos.

Llegar a Prismos, al pequeño conjunto de casas, no es que sea un acto de fe, pero sí una decisión pensada. Porque, por suerte para quienes allí habitan, la estrecha pista asfaltada no tiene salida. Hace medio siglo justo la situación era bien distinta, y seis muchachos del instituto masculino se tenían que abrir paso por los senderos que conducían a aquella cumbre. Y allí excavaron un agujero de un metro de profundidad por seis de largo, en busca de los restos de sus antepasados.

De manera que desde la iglesia nueva —parque infantil al lado, entorno impecable, venerable edificio enfrente— se asciende hasta un cruce de pistas. Por la derecha se va al templo viejo y al cementerio, con suficiente espacio para dejar el coche. Y a partir de ahí, a caminar, de vuelta al cruce y en él eligiendo seguir recto.

Unos metros antes de la primera casa, en una curva, arranca a la derecha una de las mejores «congostras» de Galicia. Es decir, una «corredoira» encajonada entre taludes. Algo llama la atención: el ancho no es el del carro, ni mucho menos, y ese ascenso de 300 metros escasos pero con respetable pendiente no tiene más que una explicación. En otras palabras, todo apunta a que es posible que fuese el antiguo ascenso al castro.

Una vez arriba, a la izquierda, y un centenar de metros más adelante, a la aventura, porque el camino se acaba. El castro es el montículo que queda enfrente, una selva de eucaliptos y densa vegetación baja. Dicho sea de paso, figura en la Geografía del Reino de Galicia, de Carré Aldao.

Los muy aventureros pueden intentar bajar monte a través hacia el núcleo de Prismos. Buena pendiente y, al principio, dificultad para encontrar un sendero. La recompensa es la gran panorámica sobre la ría de Ferrol, de esas que nunca aparecerán en Instagram. Por suerte, no vaya a ser que alguien quiera construir en el castro un mirador como se hizo en Neda sobre el de Ancos.

Y ahí abajo hay un pequeño arroyo que es el que condicionó que hace dos milenios los antepasados se instalaran en la zona: sin agua no había vida. Esa pequeña corriente de agua no es otra que el Sar. Nada que ver, claro está, con el río compostelano inmortalizado por Rosalía de Castro.

INICIO

n 43º26'12»N 8º11'36»W

LA FOTO MÁS PERSONAL

n En el camino de ascenso.

LA AVENTURA

n Entrar en el castro.

MAPA RECOMENDADO

n Instituto Geográfico Nacional. 22-I.