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Un francés de 60 años y su burro, Compañero, completan en seis meses varias rutas del Camino de Santiago

Lucía Rey
Lucía Rey VIVEIRO / LA VOZ

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Herve Godot y su burro, de nombre Compañero, en la finca de Ribadeo donde el animal reposó estos días
Herve Godot y su burro, de nombre Compañero, en la finca de Ribadeo donde el animal reposó estos días

Herve Godot y el animal descansan en Ribadeo antes de iniciar etapas del Camino del Norte

30 abr 2023 . Actualizado a las 23:58 h.

Son muchos los peregrinos que hacen el Camino de Santiago a pie o en bicicleta, pero hay quien se aventura a hacerlo de otras formas. Herve Godot, francés de 60 años, es una prueba de ello, ya que lleva seis meses caminando y completando distintas rutas xacobeas con su burro, de nombre Compañero. «Me motivó a hacer el Camino la condición espiritual, la deportiva y la religiosa», explicó a La Voz este domingo desde el albergue Río Eo, situado en Ribadeo. En la población mariñana hace un alto estos días antes de iniciar las etapas del Camino del Norte que lo llevarán de vuelta a su hogar: un pueblo de la Borgoña francesa de unos 900 habitantes llamado Saint Symphorien de Marmagne. De allí partieron Herve y Compañero hace seis meses. 

«Primero hicimos el Camino Francés y llegamos a Santiago. Desde allí fuimos a Muxía y a Finisterre, hicimos el Camino Inglés y el del Mar, y ahora vamos a empezar el Camino Norte al revés para volver a casa», explica el caminante. Ahora está jubilado, pero antes trabajó como técnico de producción. Un trabajo muy estresante, bastante alejado de la paz y la armonía que transmiten el Camino y sus gentes. «Lo que más me gusta es el reencuentro con gente diferente, el paisaje y la magia que hay en el Camino. Porque a veces te falta pan y no sabes cómo, pero te llega una barra», indica. 

En este medio año, Compañero ha tenido algunos problemas de salud. Entre otros, Herve tuvo que herrarlo en Francia y curarle una especie de edema que le salió en las patas. «Hacer el Camino con un burro es difícil, no es nada fácil, pero a mí me merece la pena porque mucha de la ayuda que necesito la llevo en él y me da compañía», expone. De esta manera, Herve carga una mochila, mientras que el animal, que tiene diez años, lleva a cuestas dos alforjas en las que hay utensilios básicos para, por ejemplo, dormir o comer. «Es como ir con la casa a cuestas», agrega el peregrino. Los dos salieron de Francia el 2 de noviembre. «Es complejo ir por la ciudad con el burro, y también depende del ánimo que tenga porque algunos días no quiere o no puede andar», comenta. El animal se alimenta con hierba, zanahorias, trigo..., y llama la atención allí por donde va, como en Ribadeo, donde pació tranquilamente en un prado situado cerca de la estación de autobuses. Buen camino.