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Emerge una cantera histórica de A Coruña al borde de la muralla del siglo XVII

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

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Arquitectos y familias del taller Nenoarquitectura de la Fundación Luis Seoane, encima de la roca que afloró en diciembre durante las labores de excavación del parque del Eirón, en la que se aprecian cortes y líneas regulares de canteros (en el extremo inferior derecho de la foto) que podrían haber trabajado en la fundación de la propia muralla.
Arquitectos y familias del taller Nenoarquitectura de la Fundación Luis Seoane, encima de la roca que afloró en diciembre durante las labores de excavación del parque del Eirón, en la que se aprecian cortes y líneas regulares de canteros (en el extremo inferior derecho de la foto) que podrían haber trabajado en la fundación de la propia muralla. CESAR QUIAN

El macizo granítico pudo suministrar piedra para el propio sistema defensivo o para el cercano convento medieval de San Francisco

03 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La Ciudad Vieja de A Coruña sigue hablando. Afloró la muralla romana, un baño en la calle Sinagoga que algunos emparientan con la comunidad judía expulsada en 1492 y últimamente una cantera que podría haber suministrado la piedra con la que se fundó el sistema defensivo del siglo XVII, si no el medieval de la ciudad primitiva. El hallazgo salió a la luz durante las obras del Eirón, el parque que el arquitecto Fermín Blanco proyectó en el solar baldío situado entre el hospital Abente y Lago y la Fundación Luis Seoane, en colaboración con los niños del taller de Nenoarquitectura promovidos por la fundación. Su significado histórico viene a culminar, no sin trazas de justicia poética, un proceso que se dilató en el tiempo por las reservas de Patrimonio a intervenir y permitir el juego en un lugar muy condicionado por el valor monumental del entorno que lo rodea.

El primer aviso llegó en diciembre del 2022 cuando se empezó a desbrozar la parcela para iniciar la obra y, después de realizar la primera cata en el perímetro interior de la muralla, la excavación sacó a la luz una mole de granito, recuerdo del acantilado que existía en este punto cuando el corsario Drake arrasó la Pescadería para llegar a la misma Puerta de Aires —al otro lado, María Pita, mañana se cumplirán 434 años— y dejar al descubierto la debilidad de las defensas, muestra del empobrecimiento del país en los últimos años del reinado de Felipe II. De ahí viene el sistema de baluartes del siglo XVII y XVIII.

Un trabajador (a la izquierda de la imagen), en la cantera del monte de San Pedro que se explotaba al borde de la carretera de O Portiño
Un trabajador (a la izquierda de la imagen), en la cantera del monte de San Pedro que se explotaba al borde de la carretera de O Portiño Alberto Martí Villardefrancos

A cinco metros de esta muralla moderna, la aparición de la roca madre obligó a reformular el proyecto para integrarla en el nuevo parque pero a la vez ofreció un descubrimiento mayor. «Atopamos un lugar de extración de pedra no núcleo da Cidade Vella. Sempre se fala da canteira de San Pedro, que debería ser o Everest, de tanto que din que se sacou. E agora documentamos esta», señala el arqueólogo Santiago Collazo, que explica el sentido de las marcas longitudinales que se observan a simple vista en la roca y de las pequeñas cavidades donde los canteros colocaban las cuñas para abrir grietas en el macizo. «O traballo de canteiro a mediados do século XX seguía facéndose como na Idade Media. Buscaban as vetas, metían as cuñas de madeira e botábanlles auga para que incharan e reventaran a pedra. Precisaban perpiaños máis ou menos regulares. Non se esmoucaban de calquera xeito», indica Collazo.

Teresa Rivas, profesora de la Escola de Enxeñaría de Minas de la Universidade de Vigo, llevó a cabo un estudio de identificación del mineral para comparar el granito del Eirón y el de algunas piezas de la base de la muralla del siglo XVII, y encontró similitudes importantes. ¿Son suficientes para afirmar que proceden del mismo afloramiento?

«É só unha hipótese. Non hai probas. Puido servir como puido facelo para a muralla medieval, que discorría máis arriba, ou mesmo para o convento de San Franscico ou o antigo hospital. Temos un afloramento con evidencias de aproveitamento histórico, para que? cando? Non sabemos. Pegado á muralla está, iso si», apostilla.

La proximidad y la coincidencia de los materiales llevan al historiador Xosé Alfeirán a presumir una relación. «¿Por qué voy a buscar piedra a no sé dónde si la tengo justo al lado? Si además hay similitud... A mí no me choca nada, es una hipótesis plausible, de hecho, podría ser anterior», sugiere el historiador.

Los últimos maestros labraron bordillos para las aceras en la ladera de Adormideras

A pocos metros del solar donde quedó al descubierto la cantera en el curso de las obras del nuevo parque promovido por el Ayuntamiento, se levantaba hasta el siglo XIX la capilla del Espíritu Santo, una muy humilde construcción asociada al hospital del mismo nombre —donde hoy se encuentra el Abente—, próxima al cementerio y perteneciente al gremio de los canteros, oficio milenario que llegó en activo casi hasta el siglo XXI en algún punto de la ciudad. «A finais dos anos 70 aínda traballaba un canteiro debaixo da Torre. Era moi coñecida a de San Pedro, que dá un granito máis branco, cun grao distinto ao do afloramento que atopamos», indica el arqueólogo Santiago Collazo.

Por las mismas fechas, o pocos años antes, recuerda Xosé Alfeirán actividad extractiva en Adormideras. «Donde están las gateras trabajaban los canteros municipales haciendo los bordillos de las aceras», rescata el historiador. Y antes «en la Domus, en Santa Margarita, donde está la rosa de los vientos de Correa Corredoira... Por toda la ciudad, donde había una roca había una cantera. Las propias murallas fueron canteras desde el primer asalto de los liberales en 1845, como recoge el expediente del Ejército», ilustra el historiador.

En 1930, un accidente sacudió «la cantera de Santa Margarita al servicio de las obras del Muelle de Trasatlánticos. En ella halló la muerte un pobre obrero de aquella vecindad (...) que trabajaba arrancando piedra con una barra de hierro y como estaba agrietada por el estallar de los barrenos, cayó sobre el infortunado, haciéndole rodar al fondo de la cantera desde una altura de doce metros».