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Tito Valverde: «En Galicia hice la mejor película de mi vida y vi una amabilidad exquisita que no he visto en otros sitios»

VEN A GALICIA

Tito Valverde triunfa en la taquilla con la comedia familiar «¡Vaya vacaciones!».
Tito Valverde triunfa en la taquilla con la comedia familiar «¡Vaya vacaciones!». Carlos Luján | EUROPAPRESS

«Este trabajo, si te gusta, son unas vacaciones gratis», asegura «El comisario», que no olvida «El bosque animado». Hoy rompe la taquilla como abuelo en «¡Vaya vacaciones!». Tito se salta el guion. Hablar con él es un peliculón

16 may 2023 . Actualizado a las 10:17 h.

A Tito no le conocía ni el Tato, como suele decirse, cuando se hacía llamar Fernando Valverde. Este clásico que, a sus 72 primaveras, estrena con Gracia Olayo ¡Vaya vacaciones!, comedia en homenaje a los abuelos, apostó un buen día por el nombre pequeño y familiar y defendió su lugar en el cine y el teatro. Iba para aparejador, como quería su madre, pero ganó su vocación. A los 17 se estrenó sobre las tablas. Xa choveu... pero no se arrepiente, no escampó su pasión. «Este traabajo, si te gusta, si te apasiona, son como unas vacaciones gratuitas», asegura el «viudo de Verónica Forqué» (Pepa y Pepe).

 «¿Voz de Galicia, Voz de Galicia?, ¿dónde estás?», me pregunta con voz de mando El comisario. Rompe el hielo hablando de Sobrado dos Monxes: «¿Que por qué sé yo dónde está Sobrado? Porque ahí hicimos El bosque animado. Año 87. Teatro Rosalía de Castro, de A Coruña». Él era Geraldo, que el tiempo no se llevó.

—«La guerra de papá», «El bosque animado», «Pepa y Pepe», «El comisario»... ¿Eres el Tito Valverde que conocemos? Muchos no sabemos que te llamas Fernando. ¿Cómo fue el cambio del Fernando al Tito?

—Por Fernando no me conoce ni mi mujer. Fernando me llamaba mi mamá, me llamaba Fernandito... El cambio en mi cabeza fue cuando hacíamos El tartufo, hace ya mil quinientos años... En Barcelona, la mujer de Adolfo Marsillach, Mercedes Lezcano, me dice un día: «He visto el cartel de la obra, me he quedado mirando y he dicho: ‘Fernando Valverde... ¿y ese quién es?». Año y pico de una función y no sabe que Fernando es Tito. Lo de Tito no me parecía serio, ¿sabes?... Saber que hay gente que se llama Cuca Gamarra o Rufián ayuda. En mi caso, no he elegido, la gente ha elegido, y han elegido Tito.

—Y Tito quedó...

—Cuesta mucho hacerse un nombre en esto, y cada vez más, como para tener un nombre que no recuerda nadie.

—¿Era el apelativo en casa?

—Sí, sí, en Ávila. Todo el mundo me ha conocido por Tito siempre. En el 98, por primera vez, en El comisario, fue cuando me puse Tito Valverde.

—Qué lejos y qué cerca de nosotros has llegado desde entonces.

—Estuve viviendo en Vigo con la serie Un asunto privado, de Jean Reno y compañía. Pero la mejor película que he hecho en mi vida, con guion de Azcona, sobre el relato de Wenceslao Fernández Flórez, es El bosque animado. ¡Que la gente lea esta novela, por favor! No es que yo tenga que hacer recomendaciones a la gente, pero cuando leí ese libro me pareció tan maravilloso... En la película está la cuarta parte de lo que pone el libro. Talento hay en Wenceslao. Azcona hizo un guion que te cagas, y ya luego fue el productor, Ducay, el que buscando director para la película me vio a mí en un papel y dijo: «¡Es Geraldo!», el de la patita coja, el de la pierna ortopédica. Accedí a ese personaje porque, afortunadamente, podía trabajar con Alfredo Landa y Fernando Rey.

—¿Galicia, entonces, te ha visto brillar y te ha acogido bien?

—Hombre, el cariño que le tengo yo a Galicia se ve reflejado por el tiempo que he estado ahí. Hicimos ¿Por qué corres, Ulises? El representante de la compañía tuvo un problema y me dijeron: «Tito, encárgate tú». Me encargué. En el Rosalía de Castro, recuerdo que estábamos con el montaje, con la gente, llevando cosas al teatro... Y llegó Alberto Closas encabronado: «¡Esto no es la guerra!». Nada, que no había cama para él. Si no recuerdo mal, había un hotel, era el Atlántico... Y llegó allí, se tiró en la cama de Penélope (Mary Carrillo) y dijo: «Hoy no hay función». El teatro vendido entero, nena. Aparte del talento de Gala, ¿Por qué corres, Ulises? era una obra que estaba gustando muchísimo a la gente. Imagina plantarse y decir: «¡Hoy no hay función!». Con el carácter de Alberto, yo pensé: «Este coge el coche y se va a Madrid». Pero luego lo pensó bien. Recuerdo que con la función recaudé para la compañía 800.000 pelas, ¡casi un millón al bolsillo! Pues ya me ves a mí yendo desde Coruña a San Sebastián con 800.000 pesetas en el bolsillo. De esa anécdota me acuerdo perfectamente. Pero el momento más bonito que viví en A Coruña es el de El bosque animado. No se me olvidará. ¡Viva Coruña! Pero, oye, ¡espérate! Pontevedra...

—¿Qué pasó en Pontevedra?

—En Pontevedra estuve con Sancho Gracia. Los gallegos sois, de verdad, muy hospitalarios, muy amables. Y os habéis quitado ese complejo de provincianos que teníais hace 400 años. Antes, hablar en gallego no se veía fino, había que hablar en castellano. Eso ha cambiado. Afortunadamente, sois muy amables, a pesar de Rajoy, de Feijoo, jajaja. A Rajoy le conocí un día en Madrid, un hombre entrañable. Hay frases suyas que van a pasar a la historia. En Galicia he visto yo una amabilidad más exquisita que en otros sitios. El gallego es muy muy muy amable. Me gustan los gallegos, ¡y las gallegas más! Jajajaja.

—«¡Vaya vacaciones!», 1,5 millones de euros en solo dos semanas. Lo que aquí se cuece es peor que en «La familia y uno más»... ¿Necesitas vacaciones?

—Para un actor, tener vacaciones es una cosa como un sueño. Cuando ya eres mayor, igual puedes permitirte eso de irte de vacaciones. Pero cuando tienes una edad quieres trabajar. Si has trabajado y has ahorrado mil pesetas... ¡es para aguantar el parón que viene después! Cómo te lo vas a gastar en vacaciones, un actor... No conozco ningún actor de una trayectoria normal (no hablo de un privilegiado) que diga: «Me voy de vacaciones».

—¿Los actores no tienen vacaciones?

—No sé... Puedes irte si sabes que te han contratado, que dentro de dos meses tienes un papel. Entonces, te puedes permitir el lujo ahora porque sabes que tienes trabajo dentro de tres meses. Las vacaciones son un lujo que los actores no hemos disfrutado prácticamente en la vida. Además, cuando te gusta este oficio y disfrutas con él... esto son unas vacaciones gratuitas. Si te vas con una gira a París, en París te pasas una semanita. Mira, cuando entré en el Teatro María Guerrero, ¡gira por toda España! Primera plaza, Vigo. Segunda plaza, Ceuta... Años 70. Prehistoria. Aquello fueron para mí unas vacaciones permanentes. Fuimos a Checoslovaquia, Polonia, Bratislava, México, Costa Rica, Colombia... Las vacaciones que yo he tenido han sido esas: cuando he ido con alguna compañía, con poca responsabilidad. Y otras vacaciones han sido trabajar con mi mujer.

—¿El oficio os unió?

—Sí. Nos conocimos actuando. Y ya te contaré... Hemos hecho una peli mi chica y yo... Trabajar con la mujer de uno es maravilloso, eso sí que han sido unas buenas vacaciones.

—¿Cómo se consigue un matrimonio como el vuestro, juntos y felices a lo largo de casi cuarenta años?

—Con paciencia y con teatralidad... Somos muy teatrales. Cuando hacemos teatro, lo sabemos. La receta es el cariño, cariño, cariño. Y asumir que no se puede tener todo, que se trata de conformarte un poco en la vida con lo que te da, con la suerte que tienes... ¿Hemos aprovechado el tiempo para que todo esto que hablamos te sirva de algo? [me pregunta]

—Claro, ¡te has saltado el guion!

—Me he saltado el guion, tengo que contarte algo de la peli. Primero: tenemos un director, Víctor García, que ha creado un clima... Gracia [en la peli su mujer] tiene un carácter muy asequible. Hemos funcionado bien porque nos hemos divertido mucho haciendo la película. Segundo: lo más importante de esta película no es lo que yo deje de hacer. Aquí todos (tocando palos abuelos, hijos y nietos) reflejamos un problema que hay en la sociedad, que es que los hijos abusan mucho y que los abuelos se han convertido en el apoyo permanente. ¡Vaya vacaciones! es un homenaje a los abuelos, al sacrificio de los abuelos en esta sociedad.

—Los abuelos se merecen un homenaje, y mucho más.

—Se merecen un homenaje por todo lo que se han sacrificado y se siguen sacrificando por sus hijos y por sus nietos. Esto no se ha valorado lo suficiente. No digo económicamente...

—¿Y ganan los abuelos o los niños?

—En estas peleas suelen salir perdiendo los abuelos siempre. En la película salen cosas un poco verduzcas, pero pocas... Es una película que va a gustar. La tienen que ver, sobre todo, los abuelos.