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Viaje a Vilanova de Lourenzá: una tumba paleocristiana, un monasterio del siglo X y puentes de piedra sobre ríos cristalinos

María Salgado
MARÍA SALGADO LA VOZ

VEN A GALICIA

Enclavada en un valle fértil de A Mariña lucense donde se cultiva la mejor «faba» de Galicia, la villa natal de Fernández del Riego por la que transcurre el Camino Norte de Santiago atesora el Monasterio de San Salvador, la Iglesia de Santa María y el Museo de Arte Sacro

16 may 2023 . Actualizado a las 22:16 h.

Érase una vez un conde que enviudó y se refugió en un valle verdísimo. Así empieza la maravillosa historia de Vilanova de Lourenzá, cuando el Conde Osorio Gutiérrez, primo del Rey Ordoño, pierde a su mujer y en el año 947 funda el Monasterio de San Salvador, donde se recluye como fraile. Allí instala un sarcófago de mármol del siglo V que habría adquirido en un viaje a Tierra Santa, una tumba paleocristiana única en Europa, en la que fue enterrado. Este es sólo uno de los tesoros que esconde la villa natal de Francisco Fernández del Riego, escritor homenajeado este 17 de mayo, Día das Letras Galegas, una ocasión perfecta para viajar a este valle fértil, y surcado por ríos cristalinos, donde se cultiva la mejor «faba» de Galicia.

Sarcófago do Conde Santo, en Lourenzá
Sarcófago do Conde Santo, en Lourenzá

En el corazón de esta villa interior de A Mariña lucense, descubrimos este antiguo monasterio, fundado por el llamado Conde Santo, aunque no lo fuera, y que en el siglo XVI fue integrado en La Congregación de los Benedictinos, que se encargaron de su posterior reforma. El conjunto monumental, declarado patrimonio mundial de la humanidad, incluye un espectacular claustro, el patio del pozo, una cámara abacial y la Iglesia de Santa María de Valdeflores, una joya del barroco gallego del siglo XVIII reformada por Fernando de Casas Novoa, arquitecto también de la fachada del Obradoiro de la catedral compostelana. En esta iglesia, visita casi obligada para los peregrinos que caminan hasta Lourenzá, se encuentra una sacristía con un precioso relicario del siglo XVII que alberga 28 reliquias, la capilla de la Valvanera y la de Nuestra Señora de Valdeflores, donde se puede ver el sarcófago del siglo V. El retablo mayor es de estilo neoclásico y obra de Ventura Rodríguez.

Monasterio de San Salvador, en Lourenzá
Monasterio de San Salvador, en Lourenzá

Aunque ya no cobija frailes, el Monasterio de San Salvador está lleno de vida, ya que sus dependencias acogen el Museo de Arte Sacro y el Museo da Interpretación da Faba. El primero, fundado en 1964, tiene tres salas y una biblioteca monacal. El visitante puede disfrutar allí de pinturas, esculturas, orfebrería, mobiliario e indumentaria de los siglos XVII y XVIII. La impresionante biblioteca conserva más de 4.000 libros, algunos que datan del siglo XVI. El segundo es un pequeño espacio donde se muestran las técnicas utilizadas para el cultivo del haba. Esta zona expositiva incluye un túnel de huida que usaban los monjes en caso de peligro. De especial interés es recorrer la Ruta da Faba, que atraviesa miradores, molinos, puentes, arroyos y plantaciones.

Fachada de la Iglesia de Santa María, en Lourenzá
Fachada de la Iglesia de Santa María, en Lourenzá

Frente al monasterio, el Obispado de Mondoñedo mandó construir en el siglo XVII la Casa de Oia, o palacio residencial, en cuyos jardines se plantaron hace 200 años dos palmeras canarias, que hoy están entre las más altas de Galicia. Los peregrinos que vienen desde Ribadeo atraviesan un puente de piedra sobre el río Baos que es seña identitaria de Lourenzá. Otro de los puentes representativos de los laurentinos es A Ponte da Cazolga, sobre el río Masma. Situado en un bello paraje destinado a la pesca de salmón, a solo cuatro kilómetros del casco histórico, el puente fue construido en 1746 por los monjes benedictinos para poder transportar la piedra con la que reformaron el monasterio. 

Claustro del Monasterio de San Salvador, en Lourenzá.
Claustro del Monasterio de San Salvador, en Lourenzá.

De estilo gótico isabelino, el Pazo de Tovar, conocido a finales del siglo XII como Torre de Canedo, fue reformado y ampliado en 1530 por Don Antonio de Tovar. Aunque el proyecto quedó inacabado, se conservan dos torres, dos pabellones, una entrada con bustos en bajorrelieve y arcos isabelinos. Esta pequeña villa de poco más de 2.000 habitantes presume de riqueza arquitectónica en sus cuatro parroquias, como la iglesia de San Xurxo, en O Val, construida en el siglo XVIII sobre un antiguo castro. Un templo con sorpresa, ya que en su puerta trasera hay una cruz templaria esculpida en piedra. Rodeada de verdes plantaciones de habas, el caminante descubre también la iglesia de San Tomé, del siglo XVI y con influencias coloniales. Un viaje a la villa natal de Fernández del Riego y que este miércoles será capital de Galicia por un día.

Pazo de Tovar, en Lourenzá
Pazo de Tovar, en Lourenzá