Patrocinado por

En este bar no hay sillas y se come con las manos

Pablo Portabales
Pablo Portabales

VEN A GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

El hostelero coruñés Víctor Vázquez es el impulsor de La Jarrita de Matilde junto a su mujer, Ana García

18 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo lo que se salga de lo habitual, bienvenido. Por ejemplo, en el bar que esta semana se inauguró en A Coruña no hay sitio para sentarse. Ni un mísero taburete. Tampoco disponen de cubiertos, a pesar de que uno de los pocos platos de la carta es ensaladilla. «La servimos con dos galletas Mariñeiras que en este caso hacen el papel de una cuchara», apunta Víctor Vázquez, hostelero impulsor de La Jarrita de Matilde junto con su mujer, Ana García. La cubertería y el menaje son palillos y servilletas. «Quiero volver a un ambiente de taberna clásica con la gente tomando algo rápido de pie y pasando un buen rato sin más complicaciones. No es para estar de sobremesa», avanza sonriente.

Hace ocho años abrió un restaurante en la zona de Monte Alto. Es un local que fue mejorando poco a poco y que cuenta con uno de los comedores más atractivos que conozco, con una gran cocina y las brasas a la vista del público en el mismo plano. Algo que recuerda a un txoko. Y ahora prueba con este nuevo concepto. «Es algo que llevo barrenando mucho tiempo. Necesitaba encontrar algo por el centro y surgió este bajo en la calle de la Franja», explica poco antes de abrir al público en uno de los viales más hosteleros de A Coruña junto con las cercanas Barrera, Olmos y Galera. 

CALLOS LOS FINES DE SEMANA

La carta no es muy amplia porque tampoco hay tantas cosas que se puedan comer sin necesidad de cubiertos. «Servimos cachopos que partimos previamente en la cocina, que ahí sí que tenemos cuchillos. Creamos unos bocatas que llamamos Matildiñas, uno de chipirones fritos, rúcula y salsa de limón, y otro de lacón con una salsa semipicante. También ofrecemos unos flamenquines caseros con carne de cerdo, jamón ibérico y queso chédar, que son fáciles de comer», relata Víctor. Además de la citada ensaladilla rebañada con las Mariñeiras, los sábados y domingos anuncia tapas de callos sin cuchara. Abre los miércoles por la noche y los jueves, viernes y sábados al mediodía y a partir de las ocho de la tarde. Los domingos solo al mediodía para poder disfrutar de la tapa de callos. Si el planteamiento en la comida es original, en la bebida no se queda atrás. 

LA JARRITA DE CERVEZA

Sin sillas, sin taburetes, sin cubiertos pero con unas jarras de cerveza que son una maravilla. Recuerdan a las de El Pasillo en la calle Gamboa de Vigo, uno de esos bares que nunca pasan de moda. Siempre está lleno con sus jarras de cerveza, los cacahuetes y el ambiente como únicos reclamos. «Nos sirvió de inspiración en lo de las jarras. Las tenemos de medio litro y un poco más pequeñas», explica. En la carta manda Galicia. Godello, mencía, vermú gallego... Esta semana, que fue la del estreno, el público respondió. Habrá que ver si este concepto de bar de siempre, sin mayores pretensiones y con la gente de pie y comiendo con las manos, se impone. No sería mala noticia para las calles de vinos de las ciudades gallegas que fuesen abriendo espacios así. Tabernas, bares, mesones, con o sin taburetes o con o sin cubiertos, pero con un espíritu de tasca gallega de toda la vida. La vuelta de lo auténtico.