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Begoña Abalo: «Hice el Camino de Santiago más de 30 veces y nunca dormí en albergue»

Candela Montero Río
CANDELA M. RÍO REDACCIÓN / LA VOZ

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MONICA IRAGO

Convirtió su pasión en su profesión y desde hace más de una década trabaja en una agencia ayudando a los peregrinos a organizar el viaje que ella ha recorrido en tantas ocasiones

29 may 2023 . Actualizado a las 18:30 h.

Sus compañeros dicen que «conoce cada rincón del Camino de Santiago como la palma de su mano» y escucharla hablar es lo más parecido a recorrerlo. Begoña Abalo (Vilagarcía, 1982) tiene 24 compostelas, aunque ha peregrinado a Santiago «muchas más veces». Asegura que llegó un momento que dejó de contar y no es capaz de decir un número exacto: «¡Más de 30 seguro!», aproxima, antes de empezar a enumerar rutas sin parar: «El tramo que más veces repetí es el que va de Sarria a Santiago. Pero también vine caminando desde San Sebastián, Oviedo, Coímbra, Oporto, Tui, Roncesvalles…». 

El primero fue cuando tenía 9 años, de noche, en familia y con sus vecinos. El último, en octubre del 2022. Y Begoña ya echa de menos llegar andando al Obradoiro. ¿Por qué lo hace una y otra vez? «El Camino es una forma de agradecimiento y siempre es una manera de encontrarse con uno mismo. Cada vez es diferente y único», relata. Aunque, hay que reconocerlo, también lo hace por trabajo: «Siempre quise hacer el Camino y ahora me dedico a ello», explica Begoña, que forma parte de ese grupo de afortunados que ha hecho de su pasión su profesión: estudió Turismo y, tras varios empleos en el sector, desde hace 13 años trabaja en Tee Travel, una agencia arousana especializada en el Camino de Santiago. Aunque su labor la precisa mejor ella misma: «Antes, si tú querías hacer el Camino de Santiago solo, no podías. Es nuestro producto estrella y lo que hacemos es ocuparnos de organizárselo a nuestros clientes: realizamos rutas de inspección, buscamos el alojamiento y comprobamos previamente su calidad, les llevamos el equipaje de un lugar a otro, ofrecemos la documentación completa que necesitan, les asesoramos, tenemos atención telefónica 24 horas...». Pero insiste en que no son una agencia de viajes convencional: «Ofrecemos un Camino customizado y personalizado: si quieres tener un masaje de pies al final de cada etapa, te lo conseguimos; si practicas yoga y lo que te gustaría es dar una clase diaria, también». Para ella, la idea principal está clara: «Lo que intentamos es que el peregrino viva la experiencia y no la sufra».

Fue precisamente al empezar a trabajar en esta empresa cuando retomó su papel de peregrina: «Me había enamorado de la experiencia y siempre había querido repetir, pero nunca encontré la ocasión», relata. Desde entonces fue un no parar, tanto por su cuenta como haciendo de guía de grupos: «Siempre que llego sola a Compostela llueve y cuando voy con gente hace sol», bromea. Pero si algo defiende tras cientos de kilómetros recorridos es que sobre cómo se debe hacer el Camino, no hay nada escrito: «Hay gente que opina que es necesario ir a los albergues, dormir en literas y llevar la mochila. Pero yo siempre digo a los viajeros que vienen conmigo: cuando el primer peregrino llegó a Compostela no existían las mochilas». Y ella es la primera que no sigue normas: «Nunca he ido a albergues. Yo siempre hice el Camino como lo ofrecemos en Tee Travel: con habitación y baño privados. También nos van transportando la mochila de un lado a otro. Yo llevo conmigo solo lo imprescindible: agua, dinero, algo de comer y un pequeño botiquín». «Además, el Camino, sobre todo el Francés, tiene mucha infraestructura y cada pocos kilómetros vas a encontrar un lugar en el que parar», añade. 

UNA ESCUELA DE IDIOMAS

Aunque parezca imposible, hay una pregunta sobre el Camino de Santiago para la que a Begoña le cuesta encontrar una respuesta: ¿qué es lo peor? Aunque al final da con el que para ella es el escenario más desagradable: «Ir caminando a mediodía por zonas sin apenas sombra bajo un sol de justicia». «Es mejor que llueva, que nieve, o que granice a que haga 30 grados», sentencia. «Si la meteorología es adversa, te pones tu chubasquero y tiras. Pero cuando hace calor sabes que cuando termines la etapa seguirás sudando», argumenta. Lo mejor, sin embargo, lo tiene claro: «Lo que te enriquece: conoces a gente de todo el mundo y todas las culturas». Pero, según ella, las cualidades de esta experiencia son innumerables: «La gastronomía, la cultura... Además, el Camino es la mejor escuela de idiomas que te puedes encontrar. Yo hablo varios y cuando peregrino puedo practicar un montón y siempre me sorprendo a mí misma», relata. «Aun así —continúa—, es increíble que, para todos, seamos de donde seamos, hay un único saludo. Cuando estás peregrinando no dices ‘hola’, dices ‘buen Camino’».

¿Y qué piensa de aquellos que dicen eso de «caminar no es para mí»? Dentro de la interminable lista de anécdotas que atesora esta peregrina recurrente, hay una historia de superación que la impactó de tal manera que dio respuesta para siempre a esta pregunta. «Una vez nos encontramos con un valenciano que estaba peregrinando desde Roncesvalles. Tenía una pierna amputada e iba con muletas. Inicialmente él iba andando solo, pero en el Camino pasan cosas mágicas y llegó a Santiago con más de 20 personas, entre todos los amigos que fue haciendo. Siempre iba alguien con él y otros delante para coger sitio en el albergue». «Si este hombre podía, todos podemos», sentencia.

Esta eterna viajera, que también ha recorrido la sierra de Tramontana y la Toscana en bicicleta, dice que la clave para no desanimarse está en que «cada uno vaya a su ritmo». «He visto a mucha gente decir que no podía y luego llegar de primeros a Santiago», asegura. ¿Cuál es el secreto para alcanzar la meta? Según Begoña hay varios factores. Por un lado, está la práctica: «El primer día costará más, pero el cuerpo se va acostumbrando», indica. Por otro, destaca la importancia de relativizar: «Si en algún momento hay que tomar algún tipo de transporte no pasa nada, no es ningún drama». Además, hay que tener en cuenta que compararse es un error: «Esto no es una competición. La Catedral no se va a mover del sitio», apunta. Pero también advierte: hacer el Camino tiene consecuencias: «A partir de ahí el cuerpo te va a pedir caminar. El organismo cuanto más le das de algo, más quiere, ya sea descanso o deporte». En conclusión, quien lo prueba repite, una, dos o treinta veces: «Algo tiene el Camino que engancha. Es muy raro que una persona haga solo uno en su vida».