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Un paseo por los escenarios de «Sica»: aquí se rodó la película

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

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Interior de la Furna das Grallas, cerca de la playa de San Miro (Malpica)
Interior de la Furna das Grallas, cerca de la playa de San Miro (Malpica) Ana Garcia

Turismo a toda costa | La Costa da Morte, su naturaleza y su paisaje, es la otra gran protagonista del filme: ¡descubre por qué!

24 may 2023 . Actualizado a las 11:49 h.

Es acercándose a las cosas a pecho descubierto cómo uno puede captar su crudeza y, ahí, quizás, su belleza. A Carla Subirana (Barcelona, 1972) no le ha hecho falta en Sica recurrir a las tan de moda visiones cenitales de spots publicitarios para lograr hacer un retrato certero del paisaje y el mar de la Costa da Morte. La película, estrenada el viernes en cines en versión gallega, no solo sumerge al espectador en un viaje de crecimiento personal —el de una hija adolescente que espera que el océano devuelva el cuerpo de su padre tras un naufragio— sino también en un viaje por un paisaje que late a través de texturas y sonidos. Un mar bravo, fiero y fuerte que justifica el porqué del nombre de la Costa da Morte, una «sepultura gigante», como dijo Subirana en alusión a las centenares de tragedias marítimas aquí documentadas. A Carla la fascinó todo esto haciendo el Camiño dos Faros y con su trayectoria de documentalista se embarcó en su primera ficción como directora, aunque no por ello deja de ser una fotografía de naturaleza, de almas —imposible no vincular al Portugués de la ficción con O Rubio de Camelle— y también idiomática.

Temporal en Santa Mariña (Xaviña, Camariñas)
Temporal en Santa Mariña (Xaviña, Camariñas) MARCOS RODRIGUEZ

Arranca la película en las islas Lobeira, donde los buzos buscan el cuerpo. El embarcadero de Santa Mariña (Xaviña, Camariñas) y su entorno fueron clave en la documentación, y ahí se enclava el local social del filme, pero quien vea la película también querrá acercarse a la Furna das Grallas, situada cerca de la playa de San Miro (Malpica), una catedral de mil colores donde la marea tiene la llave para acceder. Allí donde, dice la leyenda en la película, susurran las voces de los náufragos. El faro Vilán erguido sobre un imponente peñasco, la salvaje Praia do Trece, con el silencioso eco del Cemiterio dos Ingleses, o Monte Branco, de las dunas rampantes más altas de Europa, también en Camariñas, justifican por qué Subirana insiste en que la naturaleza es la otra gran protagonista de esta obra. Ella la pateó para contarla.

M. LLORCA

En el Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale, y en el de Málaga, por los que pasaron antes del estreno, consiguió trasladar este mensaje que lanzan viento, mar, lluvia, espuma y olas, y que no deja de ser un grito, en variedad de planos, ante la crisis climática: «La imagen que se tiene de España fuera de aquí es sol y playa, y ver estos paisajes sorprendió», decía la directora en Carballo. Pero este paisaje existe, como también el del mar dulce y de ocio, que en Sica solo aparece al final, cuando la joven [interpretada por Thais García] y su amigo Suso [Marco Florido] juegan en el agua. Solo ahí, liberada de su obsesión, hay sol y calor.

El resto es una tempestad, un temporal invernal de emociones con mucho ojo femenino, porque ellas, por cierto, lideran casi todas las áreas del filme. «Sempre estivemos soas», le dice un momento la actriz Núria Prims, en el papel de madre, a su hija Sica. «En cuanto pones un pie en Galicia y te vas acercando a la Costa da Morte te impregnas de su particularidad (...) La naturaleza es el personaje que te lo pone más fácil, porque te envuelve (...)», tiene afirmado la catalana. Las casas de Sica y su amiga Leda, en la realidad, están en Corrubedo (Ribeira) y, la de Suso, en Cabana, detalla la carballesa Carlota Añón Varela, quien ayudó a Subirana en el proceso de investigación, las localizaciones, la producción y la figuración. Ella fue una más en Santa Mariña.

Árbol-refugio de la protagonista de la película, Sica
Árbol-refugio de la protagonista de la película, Sica

El instituto del filme es el colegio de Baíñas y la casa de O Portugués se encontró en Arou. La escena culmen de la lluvia se rodó en O Petón da Campaíña (Ponteceso) y el magno pinar es camariñán asimismo. En Cuíña, Mazaricos, está el árbol-refugio de Sica, la escena que, por cierto, más costó rodar, un plano secuencia que repitieron «14 o 15 veces», según desveló la directora en Carballo. Sica es un revelador viaje para cualquier espectador.