Patrocinado por

El escultor ermitaño de Cristosende: «La Ribeira Sacra me inspira; es un lugar para saborear el tiempo, como un vino»

VEN A GALICIA

El escultor Noel Pérez Falagan, en la aldea de Cristosende
El escultor Noel Pérez Falagan, en la aldea de Cristosende

Las impresionantes vistas del río Sil entre laderas de viñedos hacen de esta aislada aldea ourensana un paraíso para los que huyen del asfalto y del ruido de la ciudad, y para los artesanos y los artistas

07 jun 2023 . Actualizado a las 09:39 h.

Sentarse en la Pena da Penalba para ver el amanecer como si fuese un cuadro viviente. Los primeros rayos de sol descubren las aguas inmóviles y brillantes del Sil, y el verde de las terrazas de vides que ascienden desde el río hasta casi tocar las nubes, mientras el canto de una golondrina rompe el monumental silencio. Cristosende, una aldea escondida en la Ribeira Sacra ourensana, con apenas una treintena de vecinos y las vistas más cautivadoras del Sil entre viñedos, es el hogar del escultor Noel Pérez Falagan (Vigo, 1975). Vivió en Italia, Francia, Reino Unido y Holanda, pero desde hace 15 años reside en este paraíso del interior de Galicia, donde crecen las mejores uvas, castañas y cerezas. «Soy ermitaño e introvertido, así que el aislamiento para mí es una ventaja. La Ribeira Sacra me inspira; es un lugar para saborear el tiempo, como el vino», confiesa.

Decidido a abandonar su Vigo natal donde no podía permitirse pagar un lugar para trabajar e instalar su taller, estuvo seis años buscando casa en el rural con su pareja, Ana. «Fuimos a ver una finca en Ferreira de Pantón cuando descubrimos este lugar; nos enamoró el sitio y no nos preocupaba el aislamiento. La casa no tenía ni baño y el terreno era una jungla; nuestras familias se reían, pero nos decidimos al momento», recuerda. Al llegar a Cristosende, los vecinos los recibieron muy bien y les ayudaban en lo que podían, pero Noel cree que a los autóctonos les extrañaba que unos urbanistas se instalasen en un lugar del que la gente suele marcharse. «Éramos los raros, los marcianos, los hippies», dice.

Noel Pérez Falagan, en el taller de su casa, en Cristosende
Noel Pérez Falagan, en el taller de su casa, en Cristosende

Se define como artesano autodidacta aunque llegó a estudiar en Florencia con un beca Leonardo da Vinci. Hijo de una familia humilde y numerosa, dejó los estudios en segundo de bachillerato y se puso a trabajar. Cumplidos los 30 y después de hacer unos trabajos de decoración, se decidió a entrar en la escuela de canteranos de Poio, donde sólo cursó un año; luego se fue a la escuela de mármol de Almería y allí se sacó los títulos de artesano, tallista y extracción en piedra. «Hice de todo, desde explotar la montaña y sacar el mármol, hasta columnas, decoración y ornamentación», señala. Fue entonces cuando le concedieron una beca para estudiar italiano en Florencia. Desde allí se marchó a Carrara para trabajar con los hermanos Paolo y Torri, y luego con un maestro veneciano que preparaba una muestra de escultura. «Cuando regresé a Vigo, me quise asentar como escultor, pero no había bajos en condiciones que pudiera pagar, así que busqué empleos manejando maquinaria», explica.

La etapa cristosendiana empezó el día en que él y su pareja se enamoraron de una vieja casita de piedra en una ladera de la aldea. «Hice un voto de fe y me dediqué durante siete años a reformar la vivienda, gracias a Ana, que seguía trabajando fuera. En ocasiones me ayudaban albañiles, pero el 60% de la vivienda la reparamos nosotros», afirma. Empezó a hacer trabajos de escultura y artesanía, pero pronto se dio cuenta de que debía cambiar la piedra por la madera. «Es el material que hay en la Ribeira Sacra; no lo había trabajado nunca y tuve que empezar de cero. Aprendí a distinguir los tipos de madera, a cortarla y secarla", recuerda. Su favorita es el boj, aunque también usa las propias de la zona, como el cerezo, castaño, peral, ciruelo y alcornoque. Luego puso en marcha su negocio de artesanía, Riomao Estudio Creativo, que es hoy su único medio de vida. Diseñan joyería y bisutería de madera, contrachapado y metacrilato, murales, trabajos de decoración, ilustraciones y artículos de promoción de la Ribeira Sacra. Poco a poco han ido ampliando sus puntos de venta, en la Casa Grande de Cristosende, el Castillo de Castro Caldelas, en Luintra, Vigo y la bodega Adega Vella de Abeleda. «Lo que más me gusta de esta profesión es la parte artística porque la artesanía para el público es más limitada. Mi única capacidad destacada es la creatividad. El arte y la artesanía si no se comparten se pierden porque lo importante es lo que transmites a través de la escultura», indica ste artesano, que ya tiene preparada una exposición de diez trabajos en piedra, pero aún busca una plataforma que lo apoye. 

Pérez Falagan, con una de sus esculturas
Pérez Falagan, con una de sus esculturas

«Me rijo por el ritmo de la vida, que te va dando la oportunidad, pero hay que estar preparado para aprovechar esa oportunidad», dice Noel, que vive sin televisor, con su chimenea, sus libros, su huerta, su can de palleiro, Mao, y cuatro ovejas que le cortan la hierba. «La Ribeira Sacra es un lugar excepcional; el contacto con la naturaleza es muy inspirador porque imaginas cómo fueron los orígenes del ser humano conviviendo con el paso de las estaciones. De lo único que me arrepiento es de no haber tomado antes la decisión de vivir aquí», confiesa el escultor ermitaño de Cristosende.