Viajeros en el mejor banco del mundo: «Esta costa es brutal, salvaje... alucinamos, no hay nadie en las playas»
VEN A GALICIA
Las vistas en la zona de Loiba, en Ortigueira, convocan a una marea de turistas repartida a lo largo del año
06 jun 2023 . Actualizado a las 23:21 h.Había una vez un paraíso, y un mecánico (Rafael Prieto Fernández) colocó un banco, unos festivaleros pintaron «The best bank of the world», la gente empezó a hacerse fotos y el asiento de madera ilustró un anuncio y otro anuncio, un aerógrafo viveirense apasionado de la astrofotografía (Dani Caxete) captó la Vía Láctea, una imagen con premio, y la bola fue creciendo, el Concello de Ortigueira patentó la frase, afloraron bancos por todos partes... y allí sigue, al pie del acantilado, sobre el suelo raído. Y la gente va y se retrata, de espaldas y de frente, en pareja o en grupo, y algunos en solitario, ausentes.
En junio, entre semana, el paraíso pervive. Fran y Cas, madrileños, se han tomado unas cervezas esta mañana en el banco. «Es maravilloso, me gustaría pasar un atardecer aquí... qué afortunados sois los que vivís en la zona», decían, «encantados» con el sol y la previsión de lluvia, con «el paisaje, la comida, el entorno y las vistas». Todo parece lo mismo, pero no. Fran sentencia: «Aquí todo tiende a la meditación, hemos llegado al paraíso». Sin saberlo, de casualidad, pero guiados por todos, la cajera del supermercado, el camarero del hotel y hasta el panadero. ¿Quién no ha estado en el banco de Loiba? ¿Quién no lo recomienda?
A Roberto, bilbaíno, este tramo de litoral le recuerda la costa vizcaína. Con él está Laura, zaragozana. Han viajado desde Pamplona, por primera vez al norte de Galicia. «Es brutal, impresionante, nos parece un paisaje súper salvaje, alucinamos con que no haya nadie en las playas». Ya saben que a algunas hay que descender con cuerdas y a otras basta con el buen ánimo. «Y el agua está más caliente de lo que pensaba, puedes estar quince minutos... en Vizcaya sí que está fría».
Es el primer martes de junio y cada turista se siente único. «Este mes es espectacular para viajar por aquí, paras y flipas». Ellos siguen ruta hacia el oeste (con parada en Espasante para comer), como Carlos, vigués, y Fina, de Forcarei. Residen en Pamplona y se han escapado con la autocaravana a recorrer algunos de los lugares por los que habían transitado hace años, con los niños pequeños, «de hostal en hostal».
Entraron en Galicia por el este, y están descubriendo que, de Ribadeo a Ortigueira, lo mejor (menos Mondoñedo, también entre lo mejor) queda a la derecha, sucumbiendo a los desvíos. «Para recorrer todo esto necesitas dos vidas», sostiene Carlos. Pensaban cocinar, pero se contentan con la empanada del picoteo: «Con este espectáculo basta». Y pensar que dudaron entre Almería y el norte del norte. «Miramos la temperatura y tiramos hacia Galicia... y hemos acertado». Aunque mañana llueva, o no, porque en el norte del norte las nubes son caprichosas y a veces se atasca la manivela.
«Nos gusta movernos y conocer nuestro país», dicen desde el salón, que también es cocina, y tiene vistas al Atlántico, y a esa costa tallada a cuchillo, y a la arena dorada de la playa de Fabega y la grisácea de su vecina Lomba, y a Pena Furada —la catedral de Loiba—, y del otro lado a Picón, y más allá a Lousido, y después a Estaca de Bares, y de frente a Cariño y Os Aguillóns. Y como repite Carlos, «necesitas dos vidas» para recorrerlo todo sin detenerte en ningún sitio.