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Los peregrinos se desvían del Camino por la Costa para disfrutar de las playas de Vigo y Nigrán

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

En pleno bum de la ruta, cientos de caminantes abandonan el recorrido oficial

24 jun 2023 . Actualizado a las 18:35 h.

Una imagen que cada vez se está haciendo más habitual en las playas de Vigo y de Nigrán es la de los peregrinos del Camino Portugués por la Costa. Cientos de caminantes abandonan el recorrido oficial para cruzar hasta los arenales. Quieren disfrutar de paseos descalzos por la arena, tomar el sol o darse baños. Son estampas que se están acostumbrando a observar otro tipo de usuarios.

Los mochileros que cada jornada recorren largas y extenuantes distancias a pie con sus botas de montaña para lograr la compostela se están aficionando a rutas alternativas. Estos caminantes se desvían del trayecto marcado, bastante más ingrato, que los lleva al centro de la ciudad por senderos del monte. La ruta jacobea de la costa se separa del mar al llegar a A Ramallosa, en Nigrán. El caminante sigue viendo el océano, pero ya no lo tiene tan cerca como cuando recorría los concellos de A Guarda, Oia y Baiona. Por eso, cada vez un mayor número de peregrinos prefieren, al salir de Baiona, continuar pegados a la costa. En lugar de enfilar la empinada subida hacia Priegue, se desvían a la izquierda por la vía peatonal y ciclista construida hace ya más de un década en la carretera de la costa entre Vigo y Baiona. Aprovechando el buen tiempo, los peregrinos cruzan a diario arenales como Praia América, Panxón y Patos, en Nigrán, o las playas de Samil y O Vao, en Vigo. Es un camino en el que no se encontrarán ninguna de las características flechas amarillas, dado que no forman parte de la senda oficial, pero sí tiene un interés marcadamente turístico y es de una menor dificultad. Además, les permite refrescarse durante la época de calor.

«Nos gusta la costa y nos gusta bañarnos», señala Paul Van der Beek, que junto con su pareja Monique hicieron una parada de dos días para disfrutar del entorno de Samil, alojándose en un hotel cercano. Paola y Marcelo son dos italianos que caminan con Bleck, un perrito chiuaua de tres años. Salieron de Oporto hace una semana y en cinco días esperan haber completado la ruta. «Nuestra intención es siempre ver el mar», señala Paola, que ya conoce el camino inglés y el portugués central. Rohan y Carolyn son una pareja de australianos que ayer también pasaron por la playa de Samil. Son conscientes de que se han desviado de la ruta oficial, pero afirman que «nos encanta la playa y no tenemos prisa, por lo que podemos hacer con calma la ruta de peregrinación».

La vía por el litoral sigue ganando adeptos y enfila hacia otro récord

 El número de caminantes no para de crecer en la ruta jacobea de la costa. Un total de 30.520 peregrinos de diferentes nacionalidades atravesaron Vigo en su camino hacia Santiago el año pasado. Esta cifra supuso un crecimiento de un 7 % respecto a las cifras de 2021. Los datos de 2023, actualizados hasta el jueves, revelan que la afluencia de peregrinos será todavía mayor a final de año. Hasta la fecha se han registrado un total de 18.281 peregrinos. A las puertas de la temporada de verano, se estima que esta ruta continúe al alza y logre otro récord.

La ruta de la costa destaca por la belleza del entorno natural por el que discurre. Los caminantes admiran la inmensidad del océano a su paso por los concellos de A Guarda y Oia y cada vez son más lo que quieren seguir haciéndolo al dejar atrás Baiona. Una de las ventajas que tiene este camino por todo el litoral que les lleva a Vigo es que, tras contemplar el paisaje industrial y pesquero de Beiramar, llegan hasta el albergue de la Xunta en O Berbés, el mismo que despreció el alcalde poco después de su apertura porque decía que le hacía la competencia a los hoteles y hostales de la ciudad.

En Vigo, muchos peregrinos siguen desorientándose ante la ausencia de señales, las tradicionales flechas amarillas. La ciudad olívica es la única española y de Europa cuyo gobierno local se niega a permitir la instalación de los indicadores oficiales en su municipio. Se trata de una polémica que enfrenta al Ayuntamiento y a la Xunta desde 2016. La federación española de asociaciones de amigos del Camino de Santiago denuncia que los peregrinos continúan perdiéndose a diario en su paso por la mayor urbe gallega.