El fotoperiodista arousano Adrián Baúlde cuelga en el Museo do Pobo Galego una narración en imágenes del país del fin del mundo
28 jun 2023 . Actualizado a las 22:29 h.Llegó al mundo de la fotografía por vía negativa, por así decirlo, después de comprender que el trabajo dentro de las cuatro paredes de una empresa de informática, para el que se había formado, lo ahogaba. «Lo que yo quería hacer era salir a la calle y ver mundo», explica Adrián Baúlde Trigo (Cambados, 1993), autor de Atlánticas, una exposición en constante evolución que se propone explicar Galicia a través del retrato de sus mujeres y los oficios a los que consagran su talento, huyendo de las grandes ciudades y de cualquier tópico. La muestra, que después de tres años en marcha se compone de 42 imágenes, arranca el viernes, a las seis y media de la tarde, en un escenario ilustre: el ala sur del Museo do Pobo Galego, en Santiago de Compostela, donde permanecerá hasta noviembre.
Adrián adquirió los conocimientos técnicos para el desempeño de la profesión entre Santiago, A Coruña y Madrid, cursando en el instituto Xelmírez un ciclo que ya no existe, de fotoquímica y fotografía digital, desde el que dio el salto al instituto de Imaxe e Son y, por fin, a un máster enfocado en la publicidad. Este último es un medio que domina, como ha demostrado en diferentes campañas de productos de calidad para la Consellería de Medio Rural y la guía Repsol, entre otras encomiendas. «Se trata de una fotografía más técnica, que requiere tiempo para prepararlo todo; al final, son imágenes que venden un producto apetitoso o el plato diseñado por un cocinero». Pero lo que de verdad le hace vibrar, donde se reconoce, es en su faceta como fotoperiodista.
«Tal vez no esté en su momento más alto, pero el fotoperiodismo es uno de los trabajos más apasionantes a los que te puedes dedicar. Conoces a mucha gente y suceden cosas constantemente. Cada día te espera algo distinto, para bien o para mal. No es la clase de trabajo al que vayas con cara de fastidio». Colaborador de La Voz de Galicia, el fotógrafo arousano se ha bregado en situaciones de todo tipo. Algunas, bastante duras. Sobre la peor de todas ellas no alberga ninguna duda. En la madrugada del 25 de diciembre, empuñando su cámara, alcanzó el puente de Cerdedo-Cotobade desde el que un autobús se había precipitado al río Lérez horas antes, entre un aguacero, provocando la muerte de siete de sus ocupantes: «En los años que llevo trabajando es lo más duro a lo que me he enfrentado. La tragedia de aquella noche, a seis grados, con una lluvia que no paraba, y tres días de guardia en la zona del accidente, hasta que apareció el cuerpo de la séptima víctima... Terrible».
Afortunadamente, la fotografía de prensa tiene la capacidad de proporcionar momentos mucho más reconfortantes que la necesidad de transmitir una calamidad. La serie con la que retrató el Madrid de la pandemia, recorriendo sus calles en bicicleta en el estrecho margen que las reglas del confinamiento permitían para hacer ejercicio, le valió colocar una imagen en la exposición que PhotoEspaña llevó a Washington. Un año más tarde, uno de sus trabajos en la Romaría Vikinga de Catoira colgaba de las verjas exteriores de la embajada española en Lisboa.
A lo largo de todo este tiempo fueron fraguándose sus Atlánticas, un proyecto que inició cuando todavía se estaba formando y al que Adrián no pone un final: «Quería llevar Galicia a Madrid. De ahí el título, un concepto que nos representa bien y localiza dónde estamos desde el punto de vista geográfico. Estoy conociendo a mujeres con historias apasionantes y oficios que en algunos casos se están extinguiendo, como son las fareras, y otros que a su manera se están actualizando y sobrevivirán. Mujeres con distintas ocupaciones, fuera de las principales ciudades, que en muchas ocasiones ayudan a que emerjan y se hagan visibles sus pueblos o aldeas». Una enterradora de 34 años del entorno de San Sadurniño, la única mujer lutier en activo en Galicia que elabora gaitas, una cañeira de Briallos, pulpeiras, una saga de peixeiras, dos hermanas bateeiras... La narración de una sociedad atlántica en 42 retratos de mujer que, garantiza su intérprete gráfico, no se apagará: «No quiero que se acabe nunca».
El proyecto interminable. Sostiene Adrián Baúlde que Atlánticas es un proyecto que no tiene conclusión. Y de él depende. Son ya tres años retratando Galicia a través de las mujeres que la habitan y le proporcionan valor a través de su talento en múltiples oficios. La exposición se inaugura el viernes, 30 de junio, en el Museo do Pobo Galego, en Santiago. No hay prisa. Allí permanecerá hasta el 5 de noviembre.