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Carlos Núñez: «Hoy, en Galicia, la música celta es solo para una élite»

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El gaiteiro inicia su gira «Lugares mágicos 2023», catorce conciertos que tendrán por escenario castillos, iglesias, monasterios, pazos o un parque arqueológico

07 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El vigor actual de la música tradicional en Galicia coincide con un cierto alejamiento de las sonoridades celtas. Nuestro principal referente en el género, Carlos Núñez (Vigo, 1971, celebra lo primero y confía en que lo segundo sea solo una circunstancia pasajera. Él, de momento, mantiene su empeño en llevar la música celta a lugares mágicos y singulares en una gira que hoy viernes inicia en el Parador de Baiona y que el domingo tendrá su segunda escala en el parque arqueológico de Campo Lameiro.

—¿Cómo van a ser los conciertos en «lugares mágicos» en el 2023?

—Trato de escoger sitios bastante diferentes, de modo que cada uno de ellos me evoque unas músicas. Pero en general, siempre hay una filosofía común de buscar la naturaleza, evitar ese factor contaminante de los macroconciertos, escapar del turismo de masas, reivindicar nuestra cultura y tratar de que la gente descubra esos lugares especiales con mi música.

—Adapta el repertorio a cada lugar, ¿pero hay una base común en todos ellos?

—La base siempre es que me gusta hacer un viaje desde el origen de la música tradicional y de las músicas celtas hasta las últimas investigaciones y colaboraciones que voy haciendo. Una de las más recientes que voy a presentar es un himno, una sinfonía para el Atlántico, que estoy haciendo por encargo de Brittany Ferries.

—Dice de esta gira que es «un acto de resistencia frente a los grandes fastos». ¿Aceptaría ir a un festival «mainstream»?

—Yo he actuado en festivales muy grandes. En el Stade de France, de París, ante 80.000 personas. O en un concierto en Roma, con el papa, ante dos millones de almas. Pero lo que está pasando con los macrofestivales ya es otra cosa. De hecho, ya se están publicando libros sobre ese tema. A mí, si se autofinancian, me parece fantástico. Otra cosa es que entre el dinero público ahí. Creo que hay otras prioridades.

—¿Cómo está viviendo todo lo que está pasando en torno a las músicas de raíz?

—El hecho de que la gente joven, a través de otro tipo de géneros, se esté relacionando con la música tradicional sin ningún tipo de complejos me parece maravilloso. Es justo por lo que yo llevo luchando desde mi primer disco. Siempre he invitado a artistas de todo tipo de estilos. En los años 90 ya estaba colaborando con gente de música electrónica como eran Real World, con flamencos, con músicos africanos, con cantantes como Dulce Pontes o Luz Casal. Todas esas vías siempre me parecieron superpositivas. Creo que ese es el camino. Solo espero que no se quede en una moda pasajera, sino que deje poso.

—Da la sensación de que se ha desdibujado un poco el vínculo de la música tradicional gallega con el mundo celta.

—Sí, efectivamente. Así como las músicas tradicionales han ganado vigencia y hay mucha gente que está bebiendo de ellas, el género de la música celta, en cambio, ahora mismo podemos decir que aquí es solo para una élite. La música celta es un género escénico que ha sido entendido de muchas maneras a lo largo de la historia. Beethoven la entendía con piano, violín y chelo; en los años 70 Joan Báez y Bob Dylan la entendieron con guitarras acústicas y actualmente, en mi último tema, Danza de espadas, yo la mezclo con el trap. ¿Qué pasa? Que para cultivar el género de la música celta hace falta información, hace falta educar, hay que haber tenido una serie de vivencias. Hay que haber ido al festival de Lorient, en Bretaña, hay que ir a Gales, a Escocia, a Irlanda... Y no es fácil. En los años 90, cuando la música celta se puso muy de boda, se estandarizó una imagen de ella muy superficial, de festivales cerveceros. Pero eso es solo una manera muy puntual de vivir la música celta. A mí me gustaría que Galicia apoyase más ese género, que es el que le ha proporcionado más visibilidad internacional a nuestras músicas tradicionales. En cualquier caso, yo tengo la sensación de que el Arco Atlántico está despertando de nuevo y están pasando cosas muy bonitas. Y aunque en este momento Galicia no esté muy pendiente de eso, en cualquier momento abre los ojos y dice: «¡Anda, esto nos interesa!».

—¿Por qué grabó «Danza de espadas» con bases de trap, por curiosidad, para acercar la música celta a las nuevas generaciones...?

—Hay un poco de todo eso. Las danzas de espadas son piezas que yo conocía desde adolescente. Pero me di cuenta de que el trap contenía en sus partes de rapeado lo que los lingüistas llaman el endecasílabo de gaita gallega. Empiezan a hacer tresillos y ese ritmo coincide con el de una muiñeira. Esa coincidencia me parecía una gran oportunidad para darle una vuelta de tuerca, una actualización a melodías centenarias como las danzas de espadas. Al final, esa búsqueda del trance, de lo hipnótico era algo que estaba ahí, en ese lenguaje más antiguo de la gaita y en la música electrónica. Así que estaba clarísimo. Había que hacerlo. Y además con un chaval de 19 años, como Yung Dezo, para demostrar que la música tradicional puede ser intergeneracional. Todo lo contrario de lo que parece que está pasando ahora, que las músicas están dividiendo a las generaciones.

—El domingo regresa al parque arqueológico de Campo Lameiro, un lugar cargado de magia y energía. ¿Cómo es tocar allí?

—Es un lugar muy especial, que nos habla de una manera de entender la música muy antigua, pero que puede ser al mismo tiempo muy moderna. ¿Por qué? Pues porque allí había una serie de ritos gracias a los cuales esas músicas tan antiguas se eternizaron y han llegado hasta nosotros por vía oral. De hecho, en ese tipo de conciertos me suelen decir que parezco un druida. Y, ciertamente, en ellos se produce una cohesión social. Dice el antropólogo Rafael Quintía que el gaiteiro es el heredero del chamán. Y sí, gracias a la música tengo la posibilidad de ir conduciendo a ese grupo por sensaciones muy profundas. Hay lugares que, más allá del artista o del repertorio, hacen que el concierto sea único, y el parque arqueológico de Campo Lameiro, sin duda lo es.

Aquí puedes consultar las fechas de la gira Lugares Máxicos:

  • 07/07 - Parador de Baiona
  • 09/07 - Parque Arqueolóxico da Arte Rupestre de Campo Lameiro
  • 23/07 - Mosteiro de Oseira
  • 25/07 - Mosteiro de Santo Estevo de Ribas de Sil
  • 27/07 - Igrexa de San Martiño de Noia
  • 28/07 - Pazo Baión
  • 29/07 - Castelo de Salvaterra de Miño
  • 05/08 - Monteferro
  • 06/08 - Monteferro sesión matinal
  • 06/08 - Monteferro - sesión tarde
  • 07/08 - Mosteiro de Celanova
  • 13/08 - Fundación Manolo Paz - Cambados
  •  25/08 - Pazo de Sober
  • 26/08 - Adro da festa de Tenorio - Cotobade

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