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Un amor del Everest al Camino de Santiago: «Nepal y Galicia tienen mucho en común, hasta la Santa Compaña»

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda

VEN A GALICIA

Xiana y Lakpa en el Camino de Santiago, cerca de Melide.
Xiana y Lakpa en el Camino de Santiago, cerca de Melide.

El puente de la fe cruzó, a lo Indiana Jones, Xiana por amor al sherpa Lakpa. Se conocieron a 41 kilómetros del Everest, se casaron en Katmandú a la gallega y se han prendado este año de la ruta jacobea. «Menos bótox y más Caminos para querernos y caminarnos por dentro», propone la pareja

11 jul 2023 . Actualizado a las 19:49 h.

Al «rincón de pensar», a los pies de la montaña más alta del mundo, se fue Xiana Siccardi en el 2017, tras haber dejado atrás un agresivo cáncer que le dio un vuelco a su mirada, a su cabeza y al rumbo de su vida. Fue quince años después de salir del hospital cuando esta periodista catalana de madre gallega se decidió a desafiar el mal de altura en el Himalaya. Se preparó a conciencia, con tiempo. A 5.300 metros, Xiana conoció a un sherpa que iba a moverle las coordenadas mentales sin aviso. En vertical fueron acercando posturas dos culturas aparentemente opuestas.

La sed viajera que condujo a Xiana a Nepal la había llevado antes a Egipto y a recorrer en solitario el Cañón del Colorado. Pero el Tíbet habitaba su sueño desde niña y había que arriesgarse a cumplir algo parecido a ese primer deseo de altura. «Así que, en el 2017, hice el viaje al campo base del Everest buscando un cambio global. Pensaba: ‘Un martes cualquiera no puede ser solo esto: trabajar, gimnasio y dormir’», comienza Xiana, que partió en un grupo organizado al Himalaya. Fue una suerte de revisión de Un cuarto propio, de Virginia Woolf. «Una mujer tiene libertad cuando tiene independencia económica y un espacio suyo. Yo buscaba una habitación propia, el espacio donde una mujer puede reencontrarse más allá de las obligaciones diarias», explica.

Xiana y Lakpa en Katmandú, donde se casaron.
Xiana y Lakpa en Katmandú, donde se casaron.

Todo era confort y, al tiempo, ruido para aquella Xiana que subió a la montaña. «Somos la generación que hemos vivido de manera más confortable de la historia, pero creemos que somos los que peor estamos a nivel mental, de hiperconexión tecnológica», piensa. Así que sin wifi, procurando un lugar para pensar lejos del ruido, llegó la periodista al Himalaya. Xiana se encontró con Lakpa justo a 41 kilómetros del Everest. No parece el principio de una historia de amor común... «No, no nos conocimos en Tinder. Pero no porque tengamos mayores facilidades para conocer a más gente significa que va a ser mejor. Yo no esperaba encontrar a mi marido a 41 kilómetros del Everest, pero me encantó que pasara», cuenta quien advierte que «los sherpas no saben cortejar, para ellos no existe el amor romántico». Sus películas amorosas siguen otros clichés: van de una granjera que vive en el Himalaya rodeada de lagos. «Y luego está el granjero de la aldea de al lado... Puede ser un poco como el mundo de la Galicia rural de hace años. «Los sherpas son los gallegos de los años veinte, con el culto a la naturaleza, medio brujos en el sentido de su conexión con el más allá. ¡En Nepal hasta tienen Santa Compaña! Los matrimonios allí son de conveniencia, pero no forzados; los cónyuges han de estar de acuerdo. Una mujer con una educación emocional basada en las pelis de Hollywood, los clásicos de Disney y las novelas de Tolstói ve el amor en el Himalaya como algo romántico, aventurero, desafiante. Pero Lakpa no tiene ese chip, él no ha crecido con las películas de Disney», resume Xiana.

Lakpa tiene una intuición con las personas de la que Xiana está a años luz, asegura ella. «Para él, dar confianza es como para nosotros dar amor», cuenta.

«Las parejas en Nepal son ahora más románticas que antes, pero les cuesta expresar sus emociones. En ese sentido, son parejas más conservadoras», suma Lapka, que señala que allá la gente suele ser más directa y más transparente. «Aquí la gente, en cambio, no confía cien por cien. En Nepal somos más conservadores y, si damos nuestra confianza, no hay reservas», afirma él.

«Aquí, a nivel sexual, podemos ser lanzados, pero el corazón,en cambio, no se lo damos a cualquiera», señala Xiana, que echa la vista atrás, hacia aquel mirador en que conoció a Lakpa en el otoño del 2017. «Yo le pedí una foto y hablamos tres minutos, nada más. Luego nos fuimos encontrando en el camino y cuando volví a Barcelona me puse en contacto con él para poder compartir en mi web alguno de sus vídeos del Everest. Seguimos hablando a distancia durante meses. La relación era de amistad por e-mail. Yo en él tenía una gran ventana al Himalaya...», relata Xiana, que había vuelto a Barcelona transformada de su viaje a la cima del mundo.

Xiana en el Zatra La, a 4.600 metros, y Lakpa en el Camino Francés.
Xiana en el Zatra La, a 4.600 metros, y Lakpa en el Camino Francés.

Al cabo de seis meses, volvió a Nepal a hacer el Mera Peak. Y en ese segundo viaje se fue con Lakpa y un porteador. «Nuestra amistad se fue fortaleciendo. Fue bastante después de ese viaje cuando nos dimos cuenta de que algo estaba pasando entre nosotros, de que había una complicidad... No fue un flechazo», explica Xiana, que sintió que Lakpa estaba realmente interesado en ella cuando le propuso «el gran reto».

Xiana, con su escepticismo, que es el de toda una cultura y un estilo de vida, se resistía a enamorarse. «Pensé: ‘A lo mejor este chico me está enredando’», cuenta. «Él me dijo: ‘Yo te doy mi confianza de antemano, y no sé si la vas a destrozar’», directo y frontal.

LA FE DE INDIANA JONES

La última cruzada, de Indiana Jones, puede explicar lo que sintió Xiana, lo que Indiana al cruzar el puente de la Fe, que solo funciona si pones un pie en el vacío. Es el valor de la confianza. «Lakpa a mí me enseñó a confiar», dice Xiana.

«Y me dije: ‘Xiana, hazlo, porque a lo mejor te pierdes el historión de tu vida’». Y este agosto va a hacer dos años que se casaron tras publicar juntos el librazo Sherpas, la otra historia del Himalaya (cuarta edición en Ediciones del Viento).

La pareja se dio el «sí, quiero» en Katmandú y celebró dos ceremonias. La primera fue la budista (la puya, ceremonia que se hace al emprender algo nuevo), que ofició un lama, el lama del pueblo donde nació Lakpa. «Es muy gallego, fue como si nos casara el cura del pueblo en Galicia... Parte de mi familia vive cerca de Sobrado y un tío abuelo mío recordaba cómo en el pasado en la zona se hacían pujas. ¿No te llama la atención que en Galicia se llamase pujas a un tipo de ofrendas a Dios y que a los pies del Everest se refieran con puya a lo mismo?», plantea Xiana. Unos días después de la ceremonia budista, que hicieron en su apartamento en Katmandú, se celebró la oficial en los juzgados de la capital nepalí. Con un vestido reciclado de 30 euros «comprado a todo correr de camino al aeropuerto», Xiana fue una novia al encuentro del monzón en Nepal. «Me casé sola en Asia, sin la familia, ¡una movida, claro!», resume ella con humor. En plena variante delta del covid, los dos llegaron a una Nueva Deli sin turistas. «Y nos quedamos los días necesarios para hacer el papeleo necesario con la embajada de España en Deli para legalizar nuestro matrimonio en España y poder volvernos juntos», cuenta.

«Galicia y Nepal tienen en común muchas cosas», advierte la pareja, que acaba de hacer un tramo del Camino de Santiago. «Ambos trekkings tienen una connotación espiritual y en los dos casos hay una industria turística alrededor. Lakpa se moría de risa cuando vio que en el Camino había un servicio de sherpas para llevar las bolsas, las mochilas», revela Xiana. Quizá es una buena idea de negocio para un sherpa...

«En caminos como estos empiezas la ruta de una manera y la terminas de otra. Es válido para el Camino de Santiago y para el campo base del Everest», afianza Xiana. «Te caminas por dentro», recalcan. Ellos hicieron el tramo Melide-Arzúa y «la primera sorpresa fue encontrar en Melide un restaurante con banderas tibetanas y mantras budistas».

«Menos bótox y menos cirugía estética para gustar, y más Caminos para querernos a nosotros mismos, ¿no?», plantea la periodista que soltó el miedo y se acercó a la cima. Y en ella se encontró, y encontró a su compañero de vida.

Hoy la pareja vive en Barcelona, planeando nueva escapada a Galicia, para continuar ese Camino que se parece al que los unió en el Himalaya, y que les dejó ganas de más... terapia natural, mejillones y pulpo á feira.