Recorrido por el municipio de Porto do Son a través de sus parajes naturales más bellos
03 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Es difícil pensar en Galicia y no evocar mentalmente el sonido del agua corriendo. No se concibe esta tierra sin paisajes llenos de tonalidades de un mismo verde que lo cubre todo como un manto, o de pequeños desiertos bañados por el, a veces gélido, océano Atlántico.
Cuando uno se da un homenaje e invierte una plácida tarde de domingo paseando por el monte, se da cuenta de que el juego de luces y sombras que forman los rayos de sol colándose entre el follaje de los árboles es un espectáculo impagable. La Ría da Estrela atesora decenas de rincones únicos en los que poder disfrutar de la naturaleza en estado puro, y una de las mejores maneras de descubrirlo es seguir el camino del río Sieira hasta su desembocadura.
Para conocer su recorrido lo mejor es empezar por el principio, el nacimiento, situado entre las fronteras imaginarias que separan las tierras de la ría de Arousa y las de Muros y Noia.
Como un coloso a 400 metros de altura sobre el mar se alza la sierra de Barbanza, un macizo de enorme atractivo cuya belleza bien vale para llenar un nutrido álbum de fotos. La masa montañosa compensa su escasa altitud con unas espectaculares vistas del mar debido a su cercanía a la costa.
Si se avanza tan solo un par de kilómetros puede visitarse el segundo tesoro de esta ruta, las cascadas de Ribasieira. Estos saltos de agua superpuestos, de entre cinco y 15 metros de altura, forman pequeñas pozas en las que los amantes del agua fría bien pueden disfrutar de un baño.
Para los menos intrépidos, es el lugar perfecto para dejarse llevar por el sonido de la corriente y desconectar del estrés diario. Siguiendo el río monte abajo, la tercera parada es el puente de Xuño, una joya medieval en la que cada piedra es un testigo innegable del paso de los años. Perfectamente integrado en el paisaje, el arco bien definido que lo forma se convierte en un fantástico escenario para un cuento de hadas.
Fusión total
Los que sigan caminando, a medida que vayan acumulando minutos, empezarán a sentir la presencia cercana del mar. No se equivocan, pues está cerca la playa de Río Sieira, un hermoso arenal en el que todos los años se reúnen cientos de surfistas en busca de las mejores olas.
Aquí es donde el caudal de agua dulce se mezcla con la salada en un acto en el que la belleza cambia, se transforma. De la calma de un camino predeterminado por la fricción y el tiempo, los elementos pasan a una especie de danza macabra en la el choque contra las piedras se convierte en la banda sonora principal.
Para aquellos para los que este completo menú no haya sido suficiente, existe la posibilidad de seguir dando movimiento a las piernas visitando la laguna de San Pedro de Muro. Este humedal, de formas sinuosas, invita a los turistas e recorrer el lugar a paso lento, para poder absorber toda la belleza y diversidad natural que tiene para ofrecer. En él pueden verse de cerca especies poco comunes como las garzas reales.
También es posible admirar todo tipo de animales alados desde los puestos para la observación de aves habilitados en la zona, así como ranas, señal inequívoca, según los expertos, de que se trata de un ecosistema sano y bien conservado.
Por si a alguien le quedan ganas de café y chupito, una costumbre muy gallega por otra parte, cabe destacar el complejo del Castro de Baroña, una fortaleza que fue habitada por los antiguos pobladores de estas tierras y en la que los restos arqueológicos y su privilegiada localización actúan como principal atractivo.