El Camino Portugués de la Costa es oficial desde el 2016, pero su patrimonio refleja una larga tradición
28 oct 2023 . Actualizado a las 04:47 h.Desde A Guarda hasta Redondela transcurre el Camino Portugués de la Costa, una ruta que ha sido recorrida, desde hace varios siglos, por los peregrinos que acuden a Santiago. Su gran peculiaridad es la presencia de la mar como compañera de viaje, algo que resaltan todas las personas que la realizan. Sin embargo, no fue hasta el año 2016 cuando la Xunta reconoció oficialmente esta vía de peregrinación, tras la reclamación, desde varios años antes, de la asociación Amigos de los Pazos, que realizaron varios informes y estudios documentando su tradición histórica.
Comienza el recorrido de la ruta en Galicia en A Pasaxe, en A Guarda, donde antiguamente llegaban en barca los peregrinos procedentes de Portugal. El principal referente patrimonial jacobeo en esta localidad se sitúa en la iglesia parroquial de Santa María, situada en la Praza da Igrexa. Originalmente románica, se amplió en el siglo XVI cuando Diego de Torquemada era obispo de Tui. En el interior destaca el retablo de la capilla mayor de estilo borrominesco del siglo XVIII dedicado a la Asunción de la Virgen María. En el retablo del altar de las Ánimas está el Cristo Crucificado que, según la tradición, es una imagen recuperada del mar tras ser arrojada por los católicos ingleses en la época de Enrique VIII. La fachada principal es barroca con murales blancos y la fachada sur es de estilo renacentista. La torre lateral de planta rectangular finalizada en una cúpula fue realizada en el siglo. XIX.
Con el mar a la izquierda y la sierra a la derecha, el camino se dirige hacia Oia, lugar fundamental en este trayecto. Poco antes de llegar al Arrabal está la entrañable capilla de San Sebastián. Fue restaurada hace unos pocos años. Pero, el centro de atención patrimonial en este lugar está en el monasterio, cada año más restaurado que el anterior y con mejor aspecto tras muchos años de abandono. Los peregrinos, en el pasado, solicitaban hospitalidad en este centro benedictino, que comenzó a construirse en el siglo XII. A los originales elementos románicos se le fueron añadiendo, con el paso del tiempo, las aportaciones góticas y barrocas que acabaron conformando su aspecto actual. Siempre que se habla de este monasterio salen a relucir los monjes artilleros que defendieron la costa de los ataques de los piratas berberiscos en el siglo XVII.
El entorno del monasterio muestra elementos patrimoniales interesantes, como las casas con patín, el cruceiro de la plaza de la Centinela, del siglo XVIII o la antigua lápida del siglos XIII que fue reutilizada como dintel en un pequeño alpendre. Con la marea baja, desde la plaza de la Centinela, se pueden observar los restos de la Camboa, un muro pétreo que funcionaba como una pesquera. Está justo delante del monasterio.
El camino se retoma después para atravesar Mougás, A Portela de Forcela, cabo Silleiro, Baredo y llegar a Baiona, otro de los puntos interesantes desde el punto de vista del patrimonio cultural. Explica Ernesto Iglesias Almeida, en el libro El Camino Portugués de la Costa, que Baiona tuvo importantes relaciones comerciales durante la Edad Media con Irlanda. Apunta que llegó a tener una capilla dedicada a San Patricio en donde los sacerdotes irlandeses oficiaban en gaélico. Estaba cerca de la playa de A Cuncheira. Dice Iglesias que en la capilla de la Misericordia se conservan los enterramientos de dos sacerdotes irlandeses fallecidos en el siglo XVI. En esa misma capilla se conserva una imagen del Apóstol Santiago con la iconografía ecuestre y blandiendo un sable. El conocido como Matamoros. Hay otra figura similar en Santa Liberata.
Otro de los atractivos patrimoniales de Baiona, relacionados con la ruta jacobea, es la antigua colegiata de Santa María, construida a partir del siglo XII. Señalan los expertos que fueron los monjes de Oia quienes culminaron los trabajos. Fue instituida como colegiata en 1482 por el obispo Diego de Muros, calidad que mantuvo hasta mediados del siglo XIX. En el camino también se encuentra el impresionante conjunto del cruceiro de la Santísima Trinidad del siglo XV.
Ya en el puente románico de A Ramallosa se sitúa un cruceiro y un peto de ánimas junto a la imagen de San Telmo. También se suele asociar al camino el pazo abacial de Nigrán. Pero, el camino sigue hacia Vigo y, en la parroquia de Coruxo, se levanta la iglesia de San Salvador de Coruxo. Construida en el siglo XII, perteneció desde sus orígenes hasta el siglo XIV a una comunidad de monjes benedictinos dependientes de Celanova. Del románico se conserva la cabecera. Aunque hoy en día no son pocos los peregrinos que continúan el camino por Samil y Bouzas, la ruta primitiva se dirigía hacia Vigo por el antiguo puente de Castrelos, quedando a la derecha la iglesia románica de Santa María, donde confluía otro camino procedente de Tomiño.
A partir de ahí, los peregrinos entraban en Vigo por la calle de Santiago y se dirigían a la antigua colegiata. Hasta entrado el siglo XVII, Vigo contó con dos hospitales de peregrinos, que se unificaron en el que estuvo, hasta el siglo XIX, en la actual plaza de la Constitución. La principal referencia jacobea en el municipio es la iglesia de Santiago, pero su emplazamiento no es el actual, ya que hasta finales del siglo XIX estuvo en el entorno de la plaza Elíptica.
Después, enfila el camino por Sanjurjo Badía hacia Redondela, donde ya enlaza con el Camino Portugués para seguir la ruta hacia Compostela.