Patrocinado por

«Aquí no soy Antonio Garrido, el de la tele, soy el marido de la rubia»

Ana Lorenzo Fernández
ana lorenzo RIBEIRA

VEN A GALICIA

CARMELA QUEIJEIRO

Hace 12 años que veranea en Porto do Son, y es un gran embajador

05 ago 2024 . Actualizado a las 21:19 h.

Lo de Antonio Garrido y Porto do Son fue un auténtico flechazo, hasta tal punto que el actor y director sevillano decidió empadronarse en el municipio cuando fue la pandemia y ahora ya se considera un vecino más. Es habitual verlo participando en degustaciones, romerías, y ya tuvo el honor de ser pregonero oficial de las fiestas del Carmen: «A mí es que, cuando me llaman, yo voy. Me gusta echar un cable con lo que sea». Lamenta no poder disfrutar tanto como le gustaría de la localidad coruñesa porque siempre está a caballo entre Santiago —donde suele residir en invierno porque allí estudian sus dos hijos—, Andalucía y cualquier lugar de España de donde lo llamen para trabajar.

—Aunque en su primera visita quedó prendado de Porto do Son, finalmente se fue para A Lanzada a pasar el verano, ¿qué ocurrió?

—Mi mujer, que es de Santiago, conocía algo esta zona, pero descubrimos la playa de Cabeiro cuando ella estaba embarazada de nuestro primer hijo y veníamos buscando un sitio para alquilar. El mayor nació en septiembre y ella iba a estar todo el verano con una barrigoloncha a punto de caramelo, y así no podíamos viajar a ningún sitio. Vimos este lugar en Porto do Son y me enamoré de él. Y, de hecho, es prácticamente donde vivimos ahora. Sin embargo, entonces no encontramos nada y nos tuvimos que ir al lado de la playa de A Lanzada.

—Pero volvieron y ya no se movieron de aquí, sobre todo cuando llegó el covid.

—Sí, sí. Yo, de hecho, soy oficialmente sonense y estoy empadronado aquí. Yo ya no soy el turista que viene en verano, me conoce todo el mundo y yo conozco a mucha gente, y esto está muy bien. Es muy de agradecer que los de aquí te traten como uno más, y yo como tal me siento.

—Creo que en Porto do Son ya suele pasar bastante desapercibido, que conocen más a su mujer.

—Sí [risas]. Es que mi mujer es muy vistosa, hace las andainas con mucha gente y participa en muchas actividades. Yo aquí no soy Antonio Garrido, el de la tele, soy el marido de la rubia.

—Con el verano, Porto do Son se llena de ambiente, fiestas y mucha gente, ¿cómo lo lleva?

—Fíjate lo que te digo, ahora a mí me gusta más esto en invierno, pero supongo que es porque nos hemos hecho pijos, como yo digo, y en verano hay mucha gente. Nosotros venimos prácticamente durante todo el año. Yo estoy rodando en Madrid o actuando en Sevilla y, cuando vuelvo aquí, a Galicia, aterrizo y al poco ya me vengo para acá, porque aquí estoy encantado de la vida.

—¿Qué es lo que más le gusta?

—Primero, la playa, en concreto la de Cabeiro, para los niños es cojonuda porque no tiene oleaje y no es nada peligrosa. Además, ahora a estos les ha dado por el paddle surf y entonces están todo el día montados en la tabla. Y, luego, hay una cosa muy bonita, que me gusta mucho y se lo digo a todos los colegas cuando vienen: por la mañana temprano o por la noche, cuando el agua está más fría, los delfines entran en la playa a pescar y jugar, y los tienes ahí al lado, a menos de cien metros, y eso es algo que no está pagado.

—¿Se trae a muchos amigos a descubrir este paraíso?

—De los míos, de mi familia andaluza, todos, escalonadamente, pasan por aquí en verano. También, huyendo de los 45 grados que hay allí, que aquello no tiene nombre. Pero también te diré otra cosa, yo a todo el mundo le digo que esta playa es un horror, que el agua está muy fría, que es un coñazo, porque, cuanto menos vengan, mejor.

—¿Toda para ti?

—Sí [risas]. La verdad es que en estos 12 años yo he notado la progresión de turistas. Yo me acuerdo de que antes, en el puente de agosto, que diríamos que es la fecha en la que todo el mundo está de vacaciones, tú ponías la toalla en la playa y el más cercano lo tenías a 50 metros, como mucho. Ahora ya no, porque, claro, de lo bueno la gente se da cuenta enseguida. Entiendo que esto le viene muy bien a Porto do Son y a todos los que tienen aquí negocios.

—¿Cómo lleva lo de compaginar verano y trabajo? ¿Lo ayudan a inspirarse los aires de Porto do Son?

—Sí me ayuda, pero en nuestro oficio, y ahora con los teléfonos móviles, siempre estás conectado. Aunque sí es verdad que cuando vengo aquí, yo lo digo siempre, desconecto y no sé ni a qué me dedico.

—¿Tiene vacaciones este año?

—En nuestro oficio no hay vacaciones, hay ausencia de trabajo; y, luego, como yo también estoy liado con lo mío del teatro, que lo escribo y lo produzco yo, no tengo mucho tiempo de descanso. Sin embargo, yo ahora mismo he metido a los niños en el campamento de aquí, que es una cosa maravillosa que no está pagada, así que muchas veces, por las mañanas, los dejo allí y me pongo a escribir; y hacerlo mirando el mar no es lo mismo que estar en un despacho.