Actor y director, lamenta no pasar más tiempo en casa, aunque para él no hay sitio más extraordinario
07 oct 2024 . Actualizado a las 20:53 h.Si hablamos de veraneo, lo primero que van a pensar los gallegos es en la gente de fuera de la comunidad que viene a sus playas, pero Javier Veiga veranea para volver a casa, su sitio favorito de las Rías Baixas. Veiga nació en 1973 en la península de O Grove, una localidad unida con Sanxenxo por dos kilómetros de playa de arena fina y mareas vivas, A Lanzada. Durante treinta o cuarenta años, sus padres regentaron un restaurante llamado La Posada del Mar, situado justo en frente al puente de la isla de A Toxa, un reconocido punto de turismo termal con la famosa iglesia de conchas.
Aunque pensaba que su destino era ser arquitecto, la vida lo llevó por otros caminos, y Javier Veiga terminó siendo el artista que es hoy en día, aunque nunca deja de pensar en Galicia. Cuando se le pregunta por su lugar favorito en O Grove, responde: «A miña casa», aunque también es capaz de recomendar un par de sitios un poco más públicos que su hogar, adonde solo invita a sus amigos más cercanos. El primero, es el mirador de A Siradella, al cual se puede subir andando, aunque para los menos aventureros también existe la posibilidad del coche. Allí se puede observar la ría de Arousa desde el punto más alto del istmo. El segundo sitio recomendado no es ni una arrocería ni una marisquería ni el tan famoso Náutico de San Vicente, sino la playa de Area das Pipas, un poco menos conocida y más pequeña que la imponente A Lanzada. Un lugar donde ponerse moreno y descansar alejado de los ruidos de la ciudad.
Para el actor y director arousano, volver a sus orígenes significa estar tranquilo y a gusto, lejos del ajetreo de la ciudad, y destaca que no es lo mismo volver de Madrid a un páramo en el medio de la nada, que regresar a un paraíso como O Grove.
Cuando se le pregunta sobre el «síndrome de no sentirse nuca en casa» contesta que solo lo siente un poco cuando está fuera, pero que cuando vuelve nunca tiene tiempo para pensarlo: «Sempre se me fai corto e quedo con gañas de máis. De mozo, cando ía cincuenta días para aí si que podía botar de menos o barullo, pero agora, que só podo ir dez días ou unha semana como moito, non».
Su momento favorito del verano en O Grove es San Xoán, aunque este año no pudo venir. Septiembre también es un mes muy tranquilo, pero esa noche es la más especial para él. La fiesta del Carmen también es una fecha señalada por ser una de las más grandes del municipio, que se llena de música, con orquestas y charangas. El mismo Javier se define como una persona a la que le gusta «bailar e ir de orquestras», pero como este año cuadró todo un poco mal, no pudo venir tampoco.
Pasando del tema de la fiesta, y adentrándonos en la gastronomía, uno de los ámbitos en los que más destacan las Rías Baixas, Veiga es incapaz de darnos nombres. Hay un sitio para todo: para desayunar, comer y cenar. Menciona el local El Patio, recomendable para ir a tomar algo, pero no se moja por miedo a enfadar al resto de hosteleros, que le dan de comer en el verano y a los que tanto aprecio tiene.
Lo que sí es capaz de componer es un kit de supervivencia para veranear en O Grove. Donde recomienda coger una moto, bicicleta, patinete o patines si hace falta, pero algo que permita regatear las interminables colas de coches que se suceden en la única entrada y salida del istmo. En horas puntas se forman largas y lentas hileras formadas por turistas y locales. Por lo demás, no considera que se necesite llevar algo específico a O Grove, tan solo ganas de pasárselo bien.
El bum del Atlántico
En los últimos años, la costa atlántica se está convirtiendo en el paraíso turístico de muchos, cansados del Mediterráneo, que buscan nuevas experiencias. Existen zonas poco conocidas y rurales que están empezando a padecer los problemas que esto conlleva. Pero para Javier Veiga no es nada nuevo: «Eu crecín nun restaurante, crecín co turismo como parte da miña vida e os veráns sempre se viviron así, pode que o entorno crecese, pero eu vivía na zona cero, fronte á ponte da Toxa, polo que non vexo a diferenza. Era moi divertido porque chegaba o verán e toda esta xente nova distinta e o ambiente de festa. Non teño esa sensación de que fose a máis o turismo na vila». Llegamos, así, al nuevo movimento antiturismo, que busca impedir la masificación de enclaves que se encuentran ya saturados, también en O Grove. «Sei que agora a xente está enfadada cos turistas, pero eu estou a favor. Entendo que quen está en contra e quere algo tranquilo é porque a el lle gusta ser turista, pero que os demais non teñan ese dereito» afirma Javier Veiga.
El actor volvió a casa en julio para formar parte del elenco de A mariscada dos idiotas, con David Amor y Touriñán, una sucesión de monólogos, rodeados del producto de la zona, que contó con apariciones sorpresa de compañeros como Manuel Jabois, el periodista nacido en Sanxenxo. Cualquier excusa es buena para un actor que, por su trabajo, a veces está demasiado lejos de casa como para poder pasar el rato que quisiera en O Grove.