Antonio Rodríguez, de peregrino a coach ejecutivo y de equipos: «Hay empresas que recuerdan a aquella famosa canción de Perales»
VEN A GALICIA
«Un ejercicio que ponemos en las empresas es definir una palabra. El equipo con el que estamos trabajando se pone a debatir, lo de menos es la palabra. Lo importante es lo que suele ocurrir en la escena», revela este emprendedor que a los 42 años se vio volviendo a casa de sus padres y empezando de cero
22 oct 2024 . Actualizado a las 17:08 h.A Galicia le unen muchas cosas, además del Camino francés que, a los 42 años, se echó a recorrer con el dinero justo, en uno de esos momentos en que todo parece ponerse del revés. Gallego es su apellido, y sus padres, gallegos los dos. Su padre, de A Coruña, y su madre vino a nacer a Vigo «de manera circunstancial». La infancia del nieto de Consolación —que era de Lorca pero la guerra la pilló dando a luz en las Rías Baixas— llamaba a sus nietos «luceros». De esa luz tomó Antonio Rodríguez Gallego (Madrid, 1962) la inspiración para su primer libro, Luceros y flechas del Camino. Reflexiones de vida con el método AC 66, que traza un puente con su trabajo actual y da cuenta por etapas del giro de rumbo que dio su vida en la ruta jacobea.
«Hice el Camino en el 2004. Estaba atravesando un proceso muy complicado vitalmente. Me estaba separando de la que entonces era mi mujer, había perdido mi trabajo y tuve que volver, a los 42 años, a casa de mis padres. Eso ocurrió hacia el mes de abril, y ese verano me encontré con que no tenía mucho que hacer ni tampoco mucho dinero. Algo dentro de mí, no sé bien qué fue, dijo: ‘Haz el Camino’», relata el hoy miembro de la International Coaching Federation (ICF) e ICF España, máster en Evaluación Sanitaria y Acceso al Mercado por la Universidad Carlos III de Madrid.
Se puso las botas y en contacto con una de sus hermanas, que iba a pasar las vacaciones en Viveiro, fiel a la costumbre familiar. «Le dije a mi hermana que cuando llegaran con el coche a un punto de intersección entre la carretera que lleva a Galicia desde Madrid y el Camino de Santiago, me dejasen allí. Me dejaron en Astorga. Y ahí empecé a andar», recuerda. Fue tomando nota al andar, recogiendo en palabras las vivencias que le iban ocurriendo, algo que «fue absolutamente catártico» para él. En tres o cuatro semanas, ya tenía un manuscrito, que esperó a compartir.
Fue la muerte de su padre en el 2021 lo que le hizo volver sobre los apuntes como luceros o flechas a pie de Camino. «Estaba leyendo un libro de la persona que me puso en la línea de ser coach. Rescaté lo que llamo los luceros del Camino, que son las enseñanzas de cada etapa de la ruta». Después de cada enseñanza, dejaba un espacio en sus notas para lanzar «flechas para el lector». Son cuestiones que cada cual ha de responder: ¿cómo reaccionas y cómo te sientes cuando te dan las gracias por algo?, ¿por qué crees que llevamos a veces los sentimientos en modo off?, ¿qué te hace afianzarte en ti?, ¿qué te hace perder el control?, ¿cuáles han sido las mayores lecciones que has recibido y de quién?
Once días de Camino francés se tradujeron en 66 lecciones que Antonio comparte con su método AC 66, «que es el acrónimo de actitud y acción consciente», explica. ¿El objetivo? No andar sin más por el camino trillado o tomar las autovías de lo rápido, sino tomar conciencia de las cosas que nos ocurren y actuar de manera consciente.
«Y eso es también lo que ocurre en el proceso de coaching», señala Antonio, que entró en la Universidad para formarse en este oficio en el 2019, 15 años después de su experiencia del Camino. Ese tomar conciencia de «lo que es perder muchas cosas en un momento dado de tu vida» le sirvió para conocerse más y ver «la importancia que tienen las cosas pequeñas, que son las grandes».
«El coaching es como esas flechas amarillas del Camino de Santiago; te guía cuando hay tormenta»
Hoy Antonio es facilitador, coach ejecutivo y de equipos. Ayuda a entender las diferencias entre el coaching de equipos y el team building, y a tratar de alcanzar la excelencia en equipos de alto rendimiento.
En la empresa, se suele hablar mucho de «hacer equipo», pero ver uno que funcione no es lo más frecuente, comento. «Voy a dibujarte un paralelismo. Igual que el Camino de Santiago transforma al que va andando paso a paso, el coaching de equipos transforma a los equipos por etapas, con un objetivo común. No se trata de una experiencia rápida; es un recorrido que va fortaleciendo a un equipo en un proceso dilatado en el tiempo. El coaching es como esas flechas amarillas del Camino de Santiago; te guía cuando hay tormenta. Si en la empresa se vive un momento convulso, empiezan a disgregarse las personas y se resienten los equipos, ¿qué preguntas deberíamos hacernos para darnos cuenta de si este grupo actúa como un equipo de alto rendimiento? Hoy la competición es feroz en todos los mercados y en todos los ámbitos. La cohesión de un equipo de personas es, al final, la clave de la eficiencia», asegura.
PIENSA PRIMERO, PIDE LUEGO
El líder es fundamental en actitud. «Para que funcione, el líder debe creer en ese proceso de coaching y el equipo ser consciente de si tiene un problema y cuál es. El abc del coaching se basa en dar preguntas en vez de consejos, preguntas que hagan reflexionar», explica el experto en liderazgo que sabe por el Camino lo que es dormir sobre un colchón de hormigón.
¿Qué tal las empresas españolas en rendimiento de equipos? «Leí hace poco unas estadísticas sobre el nivel respecto al coaching en las empresas, y apuntaban que más del 90 % de las grandes compañías españolas tienen en cuenta estos procesos. Pero una cosa es la teoría y otra es la práctica. El coaching de equipos es un tema de calado y más complicado de abordar que el que se hace con ejecutivos particulares de una organización. Hay que tener en cuenta que cada persona es singular, y justo cuando se generan estos equipos es cuando empieza a haber fricciones, problemas de comunicación, cosas que se van enquistando... Todas esas cosas son las que ayuda a resolver el coaching de equipos», indica Antonio.
«¿Cuáles son las reglas del juego? Es esencial, y hay equipos que no tienen reglas del juego. Y si no hay reglas, es imposible que ese equipo vaya a ningún lado...»
Si un equipo dentro de una compañía cambia, el resto de la compañía va a cambiar, concibe. Hay aspectos que son claves para que el equipo funcione: «¿Cuáles son las reglas del juego? Es esencial, y hay equipos que no tienen reglas del juego. Y si no hay reglas, es imposible que ese equipo vaya a ningún lado. En cada sesión de coaching de equipos, el trabajo más importante es aterrizar en esa alianza a partir de la cual vas a trabajar», expone.
Si pides algo a alguien, insta el experto, ten en cuenta tres factores: «Uno es el tiempo. No es posible que tenga un informe hecho para esta tarde cuando se trata de redactar 20 páginas. Otro es la calidad, ¿quieres un boceto o algo más profundo? Y tercero, los recursos; ¿qué recursos me das? Si me estás pidiendo algo de calidad y no me das tiempo ni recursos, es imposible que pueda darte algo de calidad».
«Hay una diferencia grande entre la palabra líder y lo que puede ser un capataz o jefe al uso, un líder no es un superior, es algo muy diferente. Libros al respecto hay un montón. Y para mí, hay algo básico, sentido común: no puedes pedir a alguien algo que no estás haciendo tú. Este es el ejemplo que tienes que dar. Un líder lo que tiene que hacer es escuchar a la gente, darle espacio para que se pueda expresar. Como líder, debes rodearte de gente que sea lo mejor posible, mejor que tú, porque al final que el equipo consiga algo, depende del equipo, no de ti».
Antonio apela en liderazgo a «esa frase tan famosa que dice: trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti». Y nos revela una de sus prácticas en coaching de equipos: «Un ejercicio que ponemos es definir una palabra, un término. Por ejemplo, ‘define equipo’. El equipo con el que estamos trabajando se pone a debatir. Lo de menos es la palabra. Lo importante es lo que está ocurriendo en la escena. Y lo que ocurre en la escena es que de repente hay dos personas que han monopolizado la conversación ¡y dos que no han abierto la boca!». Esto lastra el equipo en su modo de funcionar.
Hay otra frase que a Antonio le gusta llevar encima: «Escúchame como si tuviese razón. Esto es escucha activa, y es difícil», pero vital para que un equipo sea sólido, como «el saber resolver los conflictos». En un equipo con el que trabajó «hace no mucho, uno de los puntos de mejora era que nadie sabía lo que hacía el otro. Recuerda a esa canción de Perales... '¿Y cómo es él, a qué dedica el tiempo libre?'».
El Camino, dice Antonio, te enseña, además de a caminar, a ver que hay metas que no alcanzarás. Y que los tramos infernales se hacen mejor en buena compañía. «Recuerda esa cita de Allistair McCaw: Si te rodeas de 5 personas positivas, la sexta serás tú». (Lo mismo si cambias positivas por idiotas) Una flecha o un lucero para continuar...