Y, de repente, aparecen ante los ojos del visitante unas enormes columnas de impecable labranza en piedra, con arcos bajo los que corre un regato que acabará en el Xallas: así se muestra Ponte Peón
19 oct 2024 . Actualizado a las 23:07 h.La parroquia de O Ézaro, en Dumbría, tiene tantos atractivos naturales que no extraña que pasen desapercibidos otros que bien merecen una visita con cierta tranquilidad, sobre todo porque el paseo regalará más sorpresas. Y aún más estos días, en los que ese otoño que llega ofrece algunas tonalidades marrones mientras resisten con fuerza los verdes intensos, gracias a la lluvia.
El agua es la protagonista de Ponte Peón (o Ponte de Peón), un paraje conocido por los más viejos del lugar y que hasta hace apenas un lustro no tenía visitantes, dadas las dificultades para llegar. Pese a su nombre, es un acueducto que transporta el agua de la llamada central de Castrelo hacia la zona de O Ézaro. Y se encuentra en la parte alta de esta parroquia, la más boscosa, próxima al lugar matriz, en Santa Uxía. Para ubicarse: entre esta aldea y la de San Crimenzo, también en el mismo núcleo parroquial, pese a que no lo parezca. De manera paralela a la carretera, así que hay que bajar hasta encontrar esas columnas que parecen salidas de un cuento.
Antes era una aventura: parecía fácil, porque no está lejos, pero no lo era, dados los desniveles y la maleza. Ahora sí, ya que el Concello tuvo a bien limpiar y abrir paso: un estrecho sendero entre vallados de piedra va guiando, cuesta abajo, y pese a que uno puede tomar una dirección equivocada (raro) en la base quedará boquiabierto con la estructura. De camino, árboles muy frondosos, y el ruido del agua del Rego de San Crimenzo, que en verano va bastante seco y puede caminarse por su cauce, al lado de penedos y de molinos abandonados con techos de piedra. Ahora se ven pequeñas cascadas, incluida una muy singular cuya base parece una bañera con agua de color azul. Solo este entorno arbóreo, que parece no acabarse, ya merece un paseo (ojo con no resbalar), pero el acueducto es una sorprendente obra de ingeniería, que estuvo a cargo de finos canteros de la cercana A Ameixenda, en Cee, a principios de los 50.
Indagó mucho en este proyecto el topógrafo jubilado, vecino de la parroquia de al lado, Modesto García Quintáns. Las obras vienen ya de 1947 para realizar un canal de tres por cuatro metros de sección en trayecto de casi siete kilómetros, con once túneles y este viaducto para salvar el desfiladero, que tiene veinte metros de altura, y que forma parte de esa red, que a su vez es historia de la producción de electricidad en la Costa da Morte.
Hay quien se atreve a verlo por la parte superior, pero no es nada recomendable (y resulta peligroso). La inferior deja pasar el agua a una de las colas del embalse de Santa Uxía, que se nutre del Xallas (es su último salto, antes del definitivo y ultrafamoso de su tramo final). La belleza de la obra, y sobre todo del lugar, no pude hacer olvidar que en los años largos de construcción de los túneles las condiciones de trabajo no eran las que eran, y hubo muertes debidas sobre todo a la silicosis. Una historia que aún se cuenta en muchas casas y familias de los lugares de su entorno. Un columpio es el toque moderno que ahora permite ver, oscilante, esa parte del pasado.
Dónde
En la parroquia de O Ézaro, en Dumbría. Entre las aldeas de San Crimenzo y Santa Uxía.
Cómo llegar
Un sendero conduce al lugar desde la carretera.