Los palomares se encuentran especialmente en pazos, casas solariegas y propiedades religiosas
18 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Explica el catálogo municipal vigués, en su volumen dedicado al patrimonio etnográfico, que los palomares, pombais en gallego, están relacionados en Galicia con un derecho medieval a criar palomas que se mantuvo hasta el siglo XIX. Añaden los redactores del trabajo que ese origen nobiliario no está reñido con la existencia de palomares más sencillos realizados por el campesinado con cajones de madera. En cualquier caso, las construcciones de piedra dedicadas a la cría de pichones con fines culinarios están muy relacionadas en Galicia con los pazos, las casas solariegas y las rectorales religiosas, aunque también existen casos de palomares construidos por labriegos con cierta prosperidad económica, aunque son los menos.
Su estructura suele ser circular, en piedra, y rematado en teja, mientras que en su interior se distribuyen una serie de celdillas en sus muros, que sirven como nidos para las palomas. Esta estructura, que puede tener su origen en los nichos etruscos y romanos, ha dado lugar a que en la actualidad se denominen columbarios ciertas formas de distribución de nichos en los cementerios. En la parte exterior, estas construcciones cuentan con una pequeña puerta de acceso en la parte baja, mientras que en la alta, bajo el alero, hay un pequeño saliente en todo el perímetro para que se apoyen las palomas antes de entrar.
Con la perspectiva de aquel derecho nobiliario que permitía a ciertas personas criar palomas, los pazos gallegos cuentan siempre, o por lo menos contaron en sus momentos originales, con la presencia de este elemento. El más imponente de cuantos se encuentra en Vigo se sitúa en la parte final de los jardines del Pazo Municipal Quiñones de León. Presenta una construcción circular, de unos tres metros de diámetro, realizada en sillarejo y cerrada por un tejado de tejas. Se levanta sobre roca, algo que hoy en día es más evidente después de que fuese alterado el nivel del terreno.
Más curioso es el palomar del pazo de San Roque, hoy en día perteneciente a Abanca. Si habitualmente este tipo de construcciones se sitúan alejadas de las viviendas y exentas, en este caso, aparece unida a la capilla del pazo mediante un pasillo volado. Cuando se realizó este añadido, el palomar dejó de funcionar como tal, de hecho, le abrieron varias ventanas.
A veces, los palomares aparecen descontextualizados, como es el caso del que está en la calle de Fonte Santa, en Sárdoma. Perteneció a la casa de Aires, datada en los últimos años del siglo XVIII. Vendida la finca para levantar una urbanización, quedó en zona pública el palomar y un hórreo. Fue construido con sillares bastante regulares, lo que da una idea del poder económico de su propietario. Sin salir de Vigo también se pueden apreciar estas construcciones en Coruxo, Beade, Candeán, Comesaña y Lavadores.
A veces, estas construcciones aparecen en lugar insospechados, como es el caso del situado en el interior del castillo de Santa Cruz en A Guarda. Se sabe que no es coetáneo con la fortaleza, es decir, segunda mitad del siglo XVII. Su muro exterior fue revestido y ya no se aprecia la piedra, salvo en la puerta.
No todos los palomares existentes en el sur de la provincia se conservan en buen estado. Es significativo el abandono que muestra el pombal del pazo del Real, en Moaña, aunque está en consonancia con todo el conjunto. Esa fue la finca de Casto Méndez Núñez. Algo similar le ocurre al palomar de la Casa da Torre de Aldán, en Cangas.
Otro ámbito en el que es bastante frecuente encontrar palomares es el de las propiedades religiosas, especialmente, el entorno de las casas rectorales. En Hío, Cangas, se encuentra uno, dentro de un espléndido conjunto arquitectónico. Tiene una buena factura de piedra y su estado de conservación es bueno. Algo similar ocurre en la rectoral de San Bartolomé de Eiras, hoy en día convertida en una casa de turismo rural. El conjunto, de principios del siglo XIX, cuenta con los elementos característicos de los pazos. También se pueden apreciar palomares en las rectorales de Paraños, en Covelo, y Padróns, en Ponteareas, aunque en este último caso está en ruinas.
Pero, no siempre los palomares de cierta envergadura constructiva tiene una considerable antigüedad. En Vigo hay un palomar incluido en el proyecto que el arquitecto Antonio Palacios redacto para el monasterio de las Salesas Reales, situado en la calle Coutadas. Es una construcción muy estilizada y unida a la portería del convento, que está rematada por un tejado puntiagudo y octogonal, adornado con almenas.
En el mismo municipio vigués se puede ver otra ejemplar realizado en algún momento de mediados del siglo XX. Es el que hoy en día está situado dentro del conjunto del Hotel Los Escudos. El arquitecto Antonio Román Conde diseñó el edificio principal como lugar de residencia del empresario Javier Sensat a mediados del siglo pasado. Lo hizo a modo de pazo, e incluía la presencia de un palomar ricamente decorado con los mismos motivos empleados en la vivienda. En la desembocadura del Verdugo se halla la Insuliña, que perteneció al pintor y empresario Antonio Medal. En el conjunto de elementos que reúne aparece un palomar que presenta una vano circular tapado a modo de rosetón.