Patrocinado por

Amaral lleva la «Dolce Vita» a la Ribeira Sacra: «El concepto de libertad ha viajado siempre con nosotros»

VEN A GALICIA

Javier Soto Azpitarte

Lo han vuelto a hacer... Su nuevo disco, «Dolce vita», es un tratado de pop adulto y sin fisuras. Vitalista y comprometido, como ellos mismos

14 feb 2025 . Actualizado a las 10:14 h.

Incontestable. Así es Dolce vita, un generoso disco (15 canciones) de pop sublime y caleidoscópico, que por momentos se nos entrega al viejo uso, sencillo y desbordante de frescura (Ahí estás, La suerte, Hasta que la música se acabe), elegante y sedoso en otros (Viernes Santo, Pájaros), aguerrido y al tiempo sofisticado (Tal como soy, En el centro de un tornado), desbocado y electrónico (Dolce vita, Unidad del dolor) e incluso apegado a las raíces folklóricas de aquí y de allá (Libre, Podría haber sido yo). Un disco lleno de cantos a la vida y a la libertad, en favor de la autoafirmación y de llamadas de atención frente a los juicios carentes de valor y el qué dirán.

—«Libre» es la primera palabra que se escucha en el disco. ¿Representa el espíritu del álbum?

Eva. Totalmente. Aparte de que yo creo que esa búsqueda de la libertad está con nosotros desde que comenzamos a hacer música, o probablemente incluso desde antes, y nos ha acompañado durante todo este tiempo, para nosotros sentirnos libres era muy importante. Cuando empezamos, nuestra idea de lo que era ser músico era viajar por el mundo con una guitarra y no tener jefes. Depender de ti mismo y de lo que fueras capaz de cantar y de componer. Así que esa idea de la libertad ha viajado desde siempre con nosotros.

Juan. Yo creo que el concepto de libertad que aparece en el disco está ligado al entorno más natural posible, al respeto a la naturaleza y a la conexión con el mundo que te rodea, ya vivas en la ciudad, en un pueblo o itinerante en un viaje interminable como nos suele pasar a los músicos.

Foto de portada del nuevo disco de Amaral, hecha en una pequeña cascada en la Ribeira Sacra
Foto de portada del nuevo disco de Amaral, hecha en una pequeña cascada en la Ribeira Sacra AZPITARTE / XABI BLANCO

—¿Puede que «Dolce vita» sea vuestro disco más vitalista? Hay un montón de cantos al hecho de estar vivo.

J. Total. E incluso los ritmos también van en esa misma dirección. Porque a veces se juzgan los discos solo desde el punto de vista de los textos, y a mí, tanto como las letras me interesan los ritmos o las texturas de los instrumentos. Es verdad que queríamos hacer un disco que fuera como para adelante. Hay canciones que son más calmadas y otras más animadas, pero todas tienen la energía que deben tener y están grabadas así, como para adelante. Si yo tuviera que definir el disco sería, tú lo has dicho, vitalista. Un disco que te empuja a moverte.

E. La verdad es que no estaba premeditado que fuera así. No había un plan para hacer un disco hipervitalista, pero es que nos ha salido así.

—¿Habéis recibido a lo largo de vuestra carrera muchas palabras «de esas que matan como un dardo envenenado»?

E. Ahora mismo, no solo los músicos sino todos, el conjunto de la sociedad, estamos constantemente expuestos a las opiniones de terceros. Con las redes, la gente como que se siente con el derecho a juzgar todo el rato lo de los demás. Pero hasta las cosas más absurdas. De ahí el propósito del que hablamos en Rompehielos, de que no nos afecten tanto estos dardos, que a veces tampoco llevan tanto veneno.

—¿Y qué es lo que ahora mismo os vuela la cabeza, aparte de este disco?

J. A mí el hecho de que en medio de esta vorágine en la que se ha convertido nuestra vida en estos años, también haya aprendido a parar. A no estar currando todo el rato y a disfrutar de lo que la vida te regala. Cuando tienes una inercia de mucho tiempo disco-gira, disco-gira, hay veces que es necesario parar un poco a mirar a la gente que tienes alrededor, a tus amigos, a tu entorno más próximo, a tu familia y a nosotros mismos.

E. A mí me vuelan la cabeza los pájaros. Me fascina todo lo relacionado con el comportamiento animal. Porque en realidad compartimos camino con ellos. Los tenemos ahí al lado, siempre pensamos que son seres inferiores y no nos damos cuenta de que estamos en un plano de igualdad con ellos en la suerte que corramos encima de este planeta que da vueltas. Y también me vuela la cabeza el hecho de que haya mil plataformas de streaming a través de las cuales pues ver mil películas o series. Hay un bombardeo constante de imágenes que creo que bien encauzado es superenriquecedor. No todo es malo en eso.

—En este disco vuelve a haber canciones de puro y sencillo pop, de esas que ya casi no se hacen y no sé por qué.

J. Nosotros, musicalmente, siempre hemos sido muy abiertos. De hecho, a veces nos decían que nuestros discos eran muy dispersos. Y si lo eran, fue porque siempre hemos tenido una visión musical muy amplia. Lo que pasa es que poco a poco vas aprendiendo a manejar más cosas y surgen instrumentos y texturas que te interesan. Sin olvidar que todo lo que nos influía cuando teníamos 15 años nos sigue influyendo, pero que a la vez, ayer o hace una semana pudimos escuchar algo que nos impactó. Entonces, claro, lo que nos puede interesar es un abanico cada vez más grande de cosas. Por eso en el disco pasamos, efectivamente, por canciones que son como de escucha inmediata y por otras más complejas y con estructuras diferentes. Yo creo que para que un disco sea completo tiene que tener muchas aristas.

E. De todas maneras, estoy de acuerdo contigo en que en el pop tiene que tener esa sencillez y esa inmediatez, pero no es para nada sencillo hacerlo. Para mí Lou Reed es el la máxima expresión del pop, sobre todo las canciones que hacía con Velvet Underground. Y no me parece nada fácil lo que hacía, aunque a veces aparente cierta sencillez. Pero me gusta igual eso que lo que están haciendo ahora gente como Zaho de Sagazan o Amaya. Lo que presentó en La Revuelta me parece una auténtica joya pop.

—¿Y esas bases electrónicas que, como en la canción que da título al disco, casi están pidiendo pista de baile?

J. Pues si la piden, por algo será. Habrá que bailar. Y lo digo sobre todo porque en esta gira queremos que los sitios donde toquemos se conviertan una fiesta. Así que bienvenido sea lo que dices.

—¿Por qué elegisteis la Ribeira Sacra para el videoclip de «Dolce Vita»?

E. Es un secreto, calla, calla. No se puede decir, que luego se peta [se ríe].

J. La verdad es que hemos trabajado el disco en muchos sitios diferentes. Nosotros le tenemos aversión a la rutina, así que está muy bien eso de desubicarte de donde vives habitualmente y viajar. Hay sitios increíbles que están ahí para ser descubiertos. Y la Ribeira Sacra, con la que tenemos muchas conexiones, es uno de ellos.

—Este año estuvisteis como invitados en el Benidorm Fest y el público acabó pidiendo que fueseis vosotros a Eurovisión.

J. Primero, agradecemos al Benidorm Fest que nos haya invitado a una gala que se ha convertido en un fenómeno social. Que nos abrieran sus puertas para estar allí y tocar una canción nueva fue fantástico. Y también tenemos que agradecer a toda la gente que nos ha enviado mensajes a las redes sociales pidiéndonos que nos presentásemos a Eurovisión. Pero, con todo el respeto, está claro que nosotros venimos de otro sitio y creo que vamos a otro sitio.

E. Además, yo creo que Melody va a representar a España estupendamente.

J. Estando allí me di cuenta de que presentarse al Benidorm Fest supone un trabajo increíble. Llevan muchos meses preparándose, trabajando las escenografías, las coreografías, los movimientos de cámara... Y nosotros no tenemos ese tiempo porque nos pasamos el día componiendo, tocando o haciendo arreglos para los directos... No nos da la vida para todo.