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Sumilleres en Tokio y Abu Dabi a la caza de vinos de Ribeira Sacra

Luis Díaz
luis díaz MONFORTE / LA VOZ

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Pedro Rodríguez, de Adega Guímaro, en una de las catas promocionales en Japón
Pedro Rodríguez, de Adega Guímaro, en una de las catas promocionales en Japón

El interés de mercados más exóticos contrasta con la saturación de otros destinos habituales de las exportaciones

05 mar 2025 . Actualizado a las 10:14 h.

Es lunes de Carnaval y Pedro Rodríguez, segunda generación de Adega Guímaro, apura al mediodía la entrega de cajas de vino de la que él mismo se encarga en bares y restaurantes de Monforte. Antes de comenzar el reparto, dejó preparados los palés de los últimos pedidos para enviarlos a sus distribuidores. Pese a la crisis de ventas de tinto, la mayoría de lo que produce con el sello de Ribeira Sacra, pronto tendrá que poner a andar de nuevo la embotelladora. Tres días antes, atendía en Tokio a un grupo sumilleres de restaurantes que comercializan sus vinos en la capital japonesa. La exportación hace tiempo que dejó de ser horizonte exclusivo de grandes grupos. «Viaxar supón gastos, pero hai que saír fóra. Se non te moves, malo», dice el bodeguero.

Mauricio Lorca se hizo con viñas y bodega en la Ribeira Sacra, pero estos días se encuentra en Mendoza, la región vitícola argentina de la que es originario, en la que  están en plena vendimia en esta época. El enólogo atiende la llamada desde su oficina en Norman-Foster, bodega de vocación internacional de la que salen al año más de dos millones de litros. Otro mundo en cuanto a volúmenes en comparación con las cortas producciones de sus viñas en Amandi y Chantada. Un viaje de negocios le llevó hace tres semana a los Emiratos Árabes. En el equipaje, vinos argentinos y de sus nuevos proyectos en Ribeira Sacra. «Las pequeñas producciones de vinos singulares —apunta— pueden ser muy tentadoras en un mercado tan abierto donde el precio además no es un problema».

Salir de la rutina

El consumo por habitante de vino en España, de los más bajos en Europa, no absorbe un volumen de producción —centrada fundamentalmente en los tintos— que ha ido en aumento sin descanso en las últimas décadas. La exportación resolvió durante años el problema de los excedentes, pero los mercados exteriores más recurrentes parecen haber llegado a un punto de saturación. En el contexto actual, no queda más remedio que diversificar. Antes de viajar a Japón, Pedro Rodríguez promocionó los vinos de Adega Guímaro en Estocolmo de la mano de su importador. En Suecia cerró la venta de 3.600 botellas de su marca Camiño Real. El volumen de pedidos sube a las 12.000 botellas si se incluye la gira asiática.

«Non podes esperar resultados dun día para outro, pero á larga o traballo dá os seus froitos. Eu levo vendendo en Xapón dende o 2008, foi o primeiro país ao que exportei xunto con Estados Unidos», explica Pedro Rodríguez. Cinco años después de estrenarse en Japón, una botella de Guímaro asomaba a las páginas del famoso manga Las gotas de dios, que firman con el seudónimo de Tadashi Agi los hermanos Yuko y Shin Kibayashi. Los sumilleres de muchos restaurantes de Japón buscan, según la experiencia del bodeguero, «viños frescos que encaixan co perfil de Ribeira Sacra». Tintos ligeros y blancos afrutados que armonizan con una cocina de producto que tiende también a la sencillez y que se aleja de los platos especiados característicos de otros países asiáticos.

Mauricio Lorca, al fondo a la izquierda, venderá sus vinos en Emiratos Árabes
Mauricio Lorca, al fondo a la izquierda, venderá sus vinos en Emiratos Árabes

Clientes de todo el mundo y un alto poder adquisitivo

Casi el 94% de la población de los Emiratos Árabes procede de otros países. Muchos son trabajadores llegados mayoritariamente de la India que satisfacen el frenesí constructivo de urbes donde las obras no paran de noche. Pero en Dubái y Abu Dabi, donde acaba de promocionar sus vinos Mauricio Lorca, también recalaron infinidad de profesionales foráneos altamente cualificados y de elevado poder adquisitivo. «Tenemos una imagen un tanto distorsionada de la vida en ese país. Allí todo el mundo habla inglés y hay gente de las más diversas procedencias con hábitos de consumo que nada tienen que ver con la cultura musulmana», apunta el enólogo.

Viajó a los Emiratos Árabes de la mano de un empresario de la restauración afincado en Londres al que vende sus vinos y que tuvo mucho que ver con el desembarco del chef marbellí Dani García en Dubái. «Quien me llevó —apunta el argentino— acumula una experiencia brutal en los negocios a nivel internacional y tiene claro que es un mercado con muchas posibilidades de expansión. Producen mucho petróleo, pero en alimentación se importa todo». De momento, Lorca tiene dos distribuidores de mano en los Emiratos Árabes y en el plazo de tres meses espera que se puedan beber sus vinos en la capital y en Abu Dabi.