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En estas cafeterías gallegas te dan bizcocho, galletas o churros con el café por menos de 1,5 euros

VEN A GALICIA

Café Vilagarcía en Vilagarcía. Café y churros conforman un binomio indisoluble en esta cafetería desde hace 70 años. Y así sigue siendo hoy. Durante la mañana, por 1,40 euros se puede disfrutar de un café con leche y un par de churros recién hechos. Y por la tarde, con bizcocho casero.
Café Vilagarcía en Vilagarcía. Café y churros conforman un binomio indisoluble en esta cafetería desde hace 70 años. Y así sigue siendo hoy. Durante la mañana, por 1,40 euros se puede disfrutar de un café con leche y un par de churros recién hechos. Y por la tarde, con bizcocho casero. MARTINA MISER

Increíble pero cierto. Estas cafeterías se niegan a cobrarte más de euro y medio por una taza de café, y encima se esmeran con el acompañamiento. Te ofrecen postres caseros, tortilla, galletas... Y aun así, les dan las cuentas...

07 nov 2025 . Actualizado a las 07:47 h.

En el 2007 toda España reflexionó sobre lo que costaba un café. Fue por culpa de un taxista que en un programa de televisión le preguntó al entonces presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, si lo sabía. Era una manera como otra cualquiera de testar si el político seguía pegado a la realidad, pero su error fue responder con el precio del último que había pagado en el Congreso, a 80 céntimos. Un privilegio, porque la mayoría de los españoles ya pagaban entonces un euro largo dependiendo del lugar, y todavía estaba aletargado el bum de los cafés de especialidad.

Ahora lo difícil es encontrar locales que lo tengan a menos de 1,50, pero sí, los hay. En ciudades como Santiago hay que poner el radar de precisión para encontrarlo o moverse por los bares de los barrios más alejados del centro. La cafetería Capricho es una excepción. Ubicada en la primera planta del renacido outlet de Área Central, se resiste a alcanzar una frontera que parece inevitable incluso a corto plazo «porque el café ha vuelto a subir». Lo dice con conocimiento de causa Pilar Loureiro, que lleva abriendo las puertas de su local desde hace más de tres décadas, desde las siete y media de la mañana hasta las diez de la noche.

Cafetería Capricho en Santiago. Ubicada en la primera planta del centro comercial Área Central, tiene a toda su clientela con el corazón dividido, porque además del café a 1,40, lo que atrae es la tapa. Ganan por mayoría los que eligen la tortilla ?hace 15 al día? frente al bizcocho, también casero.
Cafetería Capricho en Santiago. Ubicada en la primera planta del centro comercial Área Central, tiene a toda su clientela con el corazón dividido, porque además del café a 1,40, lo que atrae es la tapa. Ganan por mayoría los que eligen la tortilla ?hace 15 al día? frente al bizcocho, también casero. XOAN A. SOLER

Ella sabe que cobrando 1,40 los márgenes van muy justos, pero no solo por el café. Su negocio es bien conocido entre trabajadores, funcionarios y visitantes del centro comercial, que se dividen en dos: los que quieren tortilla a toda costa y los que optan por el bizcocho que pone de acompañamiento. «Cuando entran los habituales ya sé lo que quieren, no hay que preguntarles», explica Pilar, pero luego está el trascendente debate entre los que prefieren bizcochear, que también depende de las horas.

Como es un tema delicado —no hay mayor afrenta que ver a todo un bar con su tapa delante y que no te la sirvan— en el Capricho han optado por ofrecer ambas opciones en cualquier horario. Eso tiene sus consecuencias y sus resultados. La primera es tener que ponerse a batir huevos una hora y media antes de abrir, y aprovechar los huecos de menor afluencia para seguir cocinando. Y la segunda, que la tortilla acaba ganando por goleada a los que prefieren la repostería. Pilar hace unas 15 tortillas diarias, por un bizcocho casero de gran tamaño, que es cierto que da bastante juego. Al final, admite la propietaria, es en la tapa donde más se van estrechando los márgenes de beneficio, porque la docena de huevos ha aumentado su precio en un 30 % en muy poco tiempo, pero ni se le pasa por la cabeza eliminar la tapa.

Bizcocho y barquillo

American Café-Bar en Ourense. Por 1,30 euros tienes la cafeína asegurada, pero también un capricho. O tres: bizcocho, galleta rellena de chocolate y barquillo.
American Café-Bar en Ourense. Por 1,30 euros tienes la cafeína asegurada, pero también un capricho. O tres: bizcocho, galleta rellena de chocolate y barquillo. MIGUEL VILLAR

«Uy, así voy a volver a desayunar». La frase es de un cliente esporádico del American Café-Bar, en la calle Progreso de Ourense, que esta semana entró para tomarse un café con leche y salió además con un trozo de bizcocho, una galleta rellena de chocolate y un barquillo. Invitó a dos amigos, que también repitieron desayuno a media mañana, y todo le salió por 3,90 euros. Y es que en este local —que cambió de gerencia hace casi dos años y medio y que para los ourensanos siempre será el América— por 1,30 no solo te ponen la cafeína, sino también el empujón dulce para completar la mañana. Por su ubicación, en pleno centro, frente a la Diputación y cerca de Correos, es un lugar muy concurrido desde primera hora.

Como explica Manuel Gómez, que está al frente al local, es en el café donde tienen cierto margen para poder hacer un guiño a los clientes que cada día llenan sus mesas en el interior, su emblemática barra en forma de U y el espacio de la terraza en la principal arteria de la ciudad. Un trocito de bizcocho, alguna variedad golosa de galletas rellenas de chocolate o de esas que llevan canela y un barquillo. Ni mas (¡solo faltaría!) ni menos. Manuel asegura que los clientes habituales lo agradecen, y repiten, y los que llegan por primera vez se sorprenden. Los detalles van evolucionando, al igual que las bebidas que salen de la barra, según avanza el día. Así que cuando la caña sustituye al café, la tapa toma el relevo al dulce.

Y durante la tarde y primer tramo de la noche, sea agua con gas, Coca-Cola o vino lo que pidas, se cuela el pan en esta ecuación hostelera con un pincho caliente. El negocio tiene décadas de historia y ahora escribe una nueva etapa. «La gente agradece un montón que la consumición vaya acompañada, bien sea de bizcocho o galletas, o de algo salado el resto del día. Y nosotros encantados de poder hacerlo para tener una atención con los que nos visitan», termina Manuel a pie de barra.

Churros recién hechos

Café Vilagarcía en Vilagarcía. Café y churros conforman un binomio indisoluble en esta cafetería desde hace 70 años. Y así sigue siendo hoy. Durante la mañana, por 1,40 euros se puede disfrutar de un café con leche y un par de churros recién hechos. Y por la tarde, con bizcocho casero.
Café Vilagarcía en Vilagarcía. Café y churros conforman un binomio indisoluble en esta cafetería desde hace 70 años. Y así sigue siendo hoy. Durante la mañana, por 1,40 euros se puede disfrutar de un café con leche y un par de churros recién hechos. Y por la tarde, con bizcocho casero. MARTINA MISER

En estos tiempos de bistrós, gastrobares y atelieres, reconforta toparte con un local que en su puerta mantenga la tan humilde como elegante denominación de «Café». Y es que en el Vilagarcía —ubicado en la rúa Baldosa, el corazón de la zona de vinos de la capital arousana—, el café es su principal reclamo. Bueno, el café y los churros. Un binomio indisoluble que lleva ejerciendo un notable poder de atracción desde que abrió el local, hace 70 años. Sus actuales propietarios han querido y han sabido mantener esa seña de identidad. Si bien han actualizado mínimamente la receta de los churros para que resultasen un poquito menos aceitosos. Por lo demás, cada mañana, Gabriel Camico sigue llegando al Vilagarcía una hora antes de abrir para preparar la masa, dejarla reposar y así servirlos siempre frescos y en su punto.

El café del Vilagarcía es objeto de devoción. «Tenemos clientela que viene todos los días del año, pero solo a tomar el café y los churros», comenta Carlos Camico. Preguntado por las razones de que esto ocurra, apunta primero a la calidad del café —«solo trabajamos con Oquendo»— y después, al mimo en su elaboración. «Para nosotros, cada café es especial. Y estoy seguro de que el cliente nota y agradece el cariño con el que lo preparamos y que se lo sirvamos siempre con una sonrisa».

En el Vilagarcía, el café solo, el cortado o el café con leche normal, siempre acompañado de su par de churros recién hechos, se sirve a 1,40 euros. El café con leche grande sube a 1,50. Reconoce Carlos Camico que el café se ha encarecido mucho este año, «pero nosotros decidimos no incrementar su precio, porque consideramos que nos da ganancia suficiente y así mantenemos satisfechos y fieles a nuestros clientes».

Si el Vilagarcía está abierto, su cafetera está operativa. Da igual que sean las 8.30 de la mañana que la una de la madrugada. «Es que somos una cafetería», aducen con tan elemental como irrefutable argumentación.

Panadería y café

Nova Pan Noia en Noia. En este local se puede ir a comprar el pan y hacer una pequeña parada para degustar un rico café por 1,30 euros, y que se acompaña siempre de un dulce elaborado de forma artesanal.
Nova Pan Noia en Noia. En este local se puede ir a comprar el pan y hacer una pequeña parada para degustar un rico café por 1,30 euros, y que se acompaña siempre de un dulce elaborado de forma artesanal. MARCOS CREO

Nova Pan Noia nació al calor de un horno, donde hace más de tres décadas la familia de Manuel Moledo comenzó a elaborar panes y pasteles de forma artesanal que luego repartían en furgonetas por toda la comarca noiesa, además de poner a la venta en las tres tiendas que fueron abriendo en distintos puntos del municipio. Fue hace unos años cuando decidieron ofrecer un servicio más a sus clientes, y convirtieron dos de las panaderías en cafeterías.

La idea no ha podido tener más éxito y ya se plantean remodelar la tercera tienda para ofrecer en ella un rico café que cobran a solo 1,30 euros, y que acompañan de forma totalmente gratuita de algunas de las especialidades que elaboran diariamente para sus panaderías. Bizcochos, roscas, napolitanas, cruasanes,... «sempre produtos nosos», recalca Moledo, que explica que es una forma de agradecer la confianza de la clientela, y que empiece el día metiéndose algo rico en el cuerpo.

De hecho, cuenta como anécdota que uno de los locales de Nova Pan Noia está situado justo al lado del centro de salud, «e moita xente vai a facer as analíticas sen almorzar e logo xa ven a visitarnos para recuperar forzas». Amas de casa fieles que compran allí el pan y deciden tomarse un descanso para degustar un rico café, personal de distintas empresas o gente que cruza por delante de sus panaderías suelen ser los clientes habituales, aunque hay muchos que se lo llevan para tomar en el oficina, «e nunha bolsiña tamén lles metemos un anaco dun doce, nunca falta», apunta Manuel Moledo.

Sabe que hay locales que cobran el café mucho más caro, que no dan tapa o que, si la ofrecen, suelen ser galletas envasadas que no tienen nada que ver con los productos artesanales que salen de su horno. «Nós intentamos dentro das nosas posibilidades ofrecer produtos de calidade e a un prezo asequible para agradecer aos clientes que nos elixan», insiste el panadero noiés.

Bizcocho y galletas

Bar Delicias en As Nogais, Lugo. El café cuesta 1,30 y no viene solo, va siempre acompañado de bizcocho casero y un surtido de galletas.
Bar Delicias en As Nogais, Lugo. El café cuesta 1,30 y no viene solo, va siempre acompañado de bizcocho casero y un surtido de galletas. LAURA LEIRAS

Alejados de las grandes urbes, donde reina la paz y el silencio, en esos lugares donde el horario lo marca la rutina de los que toman siempre el café a la misma hora, los precios todavía tienen más significado que el económico. «Cando collín o negocio, fai uns oito anos, o café custaba un euro», recuerda Montserrat García Lugueros, propietaria del Bar Delicias, en el municipio lucense de As Nogais. «Fun subindo algo o prezo cada ano, porque tamén sube a materia prima, pero agora mesmo mantéñoo en 1,30 porque moitos dos clientes son traballadores e veciños que veñen a diario e sei o gasto que supón tamén para eles», explica la hostelera.

En ese precio, dice, incluye normalmente un buen trozo de bizcocho casero y un plato surtido de galletas. «É algo que os clientes agradecen enormemente porque non é o mesmo tomar o café só que cun cachiño de doce», añade la mujer, que puede servir más de cien cafés al día.

En pequeñas zonas rurales como esta, los negocios, además de convertirse en servicios esenciales, funcionan como centros de reunión. «Moita xente de paso vén tomar un café, pero hai moitos veciños que se achegan para pasar un rato agradable falando, incluso comigo. Por iso intento manter os prezos, porque sen eles isto non funcionaría, e o día que falten os bares significa que o rural se acabou», abunda Montserrat. Montse para sus clientes más fieles, que confiesan sentirse «coma na casa».

En todos los establecimientos hosteleros de As Nogais el precio del café, y de otras consumiciones, es parecido. Lo más habitual es que venga acompañado de un trozo de pastel, o de galletas, incluso de una tapa salada. «A media mañá case prefiren a tortilla ao biscoito», confiesa Montse. Ella abre el bar todos los días desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche. En cuanto al futuro, prefiere no apostar, pero está casi segura de que «o café seguirá subindo porque a nós tamén nos sube todo».