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De este nuevo bar de Compostela nadie se va sin haber comido

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

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Suso Palmas y Patricia Cardama (en el centro de la foto) posan junto a sus hijos Bryan y Nerea en el restaurante familiar inaugurado el día 4, el Bar Palmas. Afincados en el barrio, no tienen más que palabras de agradecimiento hacia sus vecinos de Vite por la buena que dieron al negocio, así como al resto de personas que ya han ido por allí en estas últimas semanas.
Suso Palmas y Patricia Cardama (en el centro de la foto) posan junto a sus hijos Bryan y Nerea en el restaurante familiar inaugurado el día 4, el Bar Palmas. Afincados en el barrio, no tienen más que palabras de agradecimiento hacia sus vecinos de Vite por la buena que dieron al negocio, así como al resto de personas que ya han ido por allí en estas últimas semanas. XOAN A. SOLER

Una familia de hosteleros dirige el local de Vite donde nunca faltan las tapas variadas

01 dic 2022 . Actualizado a las 14:10 h.

«Del Bar Palmas nadie se marcha sin haber comido», sentencia la santiaguesa Patricia Cardama. Y lo dice con conocimiento de causa, porque es la encargada de cocina (cuando no está atendiendo una mesa o detrás de la barra) en el nuevo negocio familiar. Abierto hace menos de un mes en el local del antiguo Café Itatti, en la avenida de Castelao, el nombre se lo debe al apellido de su marido y ahora también socio, Jesús Palmas, un conocido trabajador de la hostelería que lleva más de 40 años en el sector —los últimos 20, como camarero en el San Clemente—.

Tras mucho tiempo empleados por cuenta ajena, juntos decidieron por fin abrir un establecimiento propio. Invirtieron en él toda su ilusión y ahorros, «pero quedó chulazo», destaca la compostelana. «Realmente siempre tuvimos ganas de montar algo que fuera nuestro. Sobre todo a raíz de la pandemia, nos dijimos: "O lo hacemos ahora o nunca"», cuentan. Su sello de identidad y por lo que están empezando a ser ya conocidos es por sus tapas. «Siempre, vengas a la hora vengas, tenemos preparada una tapita caliente, una fría y una templada; gratis con las consumiciones, incluso con el café. Y, si resulta que no te gusta ninguna, yo te hago otra cosa», explica Patricia. «La tapa abre el apetito y es una forma, a su vez, de saber los gustos del público y de que ellos conozcan nuestra cocina», continúa.

Su mano entre fogones se la debe a su madre, pues ella fue quien le enseñó, y entre sus platos más demandados está el jamón asado, el raxo, las hamburguesas de pollo, la milanesa y chipirones (ya sean en bocatas tamaño XL o acompañados de patatas). Ofrecen una carta amplia, que incluye variedad de raciones, arroces, pastas, platos de cuchara, tablas de embutido, sándwiches, bocadillos y hamburguesas. Y, a mayores, hacen callos tanto los jueves (como manda la tradición) como los domingos. «Es todo casero y se elabora al momento. Me gusta que las cosas sean naturales y trabajar con buen producto», indica la copropietaria del Palmas.

Entre las especialidades de la casa están también los brunch, que «se sirven todos los días, a petición». Acaban de adquirir ahora una máquina para endulzar con churros caseros los desayunos y, «además, hacemos comida por encargo».

Al margen de la parte puramente gastronómica, el matrimonio se siente especialmente orgulloso de haber creado un espacio «muy acogedor». La mejor muestra de ello, indican, es que se hayan convertido en habituales personas que «dicen no ser de bares, pero aquí se sienten cómodas y vienen hasta tres veces al día». El ingrediente secreto, desvelan, es «atender a la gente siempre con la mejor de las sonrisas, incluso en los días malos»; y como apoyo extra tienen a su hija mayor, Nerea, que compagina su faceta como sanitaria con el trabajo en el bar familiar.