Compostela Oculta, una ruta para que hasta el picheleiro descubra Santiago
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El Consorcio de Santiago organiza esta actividad para conmemorar su trigésimo aniversario
16 dic 2022 . Actualizado a las 22:02 h.¿Cuántas veces habrán pasado ustedes por la compostelana Rúa Nova? Incontables, seguro. Pues bien, ¿Sabían que en ella vivió el hombre que inspiró los libros de El Zorro? ¿O que bajo sus piedras, a la altura de la iglesia de Santa María Salomé, hay un cementerio? ¿Sabían que a un despacho de la Rúa Nova llegó la primera carta bomba de la que se tiene registro en España? Si no lo sabían, están a tiempo de descubrirlo con detalles en la última de las visitas que organiza el Consorcio de Santiago por la Compostela Oculta, esa que sorprende hasta a los picheleiros de pro.
Una treintena de asistentes, por lo menos, se dieron cita para revisitar Santiago ayer a las ocho de la tarde en la plaza del Toural. De allí salió la expedición, que dejó encantados a quienes la siguieron. Una compostelana de toda la vida, Merche Taboada, comentaba que no sabía ni la mitad de las anécdotas que contaba el guía, Javier Raposo Martínez, historiador y guía oficial de Turismo de Galicia. Él se esforzó por amenizar el trayecto, por hacer partícipes a los asistentes y, sobre todo, por sorprender con montones de detalles sobre las piedras y paredes que todos los días los vecinos de Santiago pisan y ven. «É unha pena, pero moitas veces temos que quedarnos ás portas dos edificios sen poder pasar para dentro e ver os seus secretos, pois malia que a lei permite que podamos pasar ao tratarse de edificacións con interese histórico, os propietarios non a cumpren», comenta Raposo, que intercala la crítica con la explicación histórica más pormenorizada.
El recorrido comienza en la plaza del Toural. Puede que de los lugares más transitados de Santiago, nexo entre la Zona Vieja y el Ensanche, trasiego constante de estudiantes. Este periodista todavía conserva algo de aquello, que para eso es un recién llegado a la profesión y también a Santiago, a pesar de llevar ya casi siete años en la ciudad. Descubrí una infinidad de historias que desconocía. Por ejemplo, que en el siglo XIX, el caso histórico, antes de ser un paraíso empedrado, formaba sus plazas de tierra batida, como la del Toural. De su fuente central, instalada en 1820 y que hoy poca agua expulsa, nadie quería beber, pues el líquido que liberaba venía directo desde el Palacio de la Inquisición tras surgir en el cauce de la Fonte Sequelo. Sobre ella, a día de hoy, se coloca una especie de cántaro, un pichel, pero hasta mediados del siglo pasado presidía la estructura una estatua de un guerrero en honor al General Palacios Hermida, que fue tantas veces agraviada por parte de reductos absolutistas que en 1948 el ayuntamiento franquista terminó por retirarla.
No es casual la elección del pichel para coronar la fuente del Toural pues, hasta hace poco, esta era la plaza por excelencia para comprarlos. Cuna de los picheleiros, por tanto, el Toural es también el lugar de origen o de residencia de algunos destacados políticos gallegos, desde los Bescansa y su farmacia hasta Mariano Rajoy, el expresidente del Gobierno, que nació en una de las casas que asoman a la plaza.
Al igual que en la historia del Toural, muchas de las que se cuentan durante el recorrido se ubican cronológicamente en el siglo XIX, referenciando ese Santiago que vino tras el Barroco y que iba camino de la modernidad. Toda la Rúa Nova concentra mucha de la vida de aquellos años, con permiso de la do Vilar. En esta última, que recibe su nombre por la venta de aves de caza para nobles y adinerados que tenía lugar bajo sus soportales, estaba la consulta del doctor Joaquín Vaamonde, todo un pionero de los rayos X en Santiago y cuya casa, en manos privadas, sería un placer visitar. Su entrada, daba fe el guía, es una maravilla arquitectónica y escultórica encuadrada en el art déco y obra de Francisco Asorey, buen amigo del médico. Quedan más historias en la Rúa do Vilar, como la de ese librero que cada día abría una página de un cómic de Tintín, el por qué se retiraron muchos de sus soportales o la de la puerta del consultorio del doctor Vaamonde, pero para escucharlas habrá que hacer la visita.
Serpenteando ahora, de manera obligada al cruzar la Ruela de Entrerrúas, llegamos a la siguiente estación. Se trata de la casa primitiva del Estudio Vello, el germen de la Universidade de Santiago que hoy conocemos. En el segundo piso de una no muy cuidada casa, que mira a la pequeña plaza donde está el restaurante Entrerrúas y la bocatería A Tulla, se encuentra este lugar que tanta importancia tendría para el futuro de Compostela. «De novo, quedámonos sen poder acceder a tan importante edificio porque os donos non o fan posible», señala Javier Raposo, que también deja entrever el mal estado aparente de la casa.
La Rúa Nova da para una visita ella sola
El siguiente punto de interés se encuentra en la Rúa Nova. O más bien, los siguientes puntos, porque esta calle se lleva la palma. Este vial, aunque a día de hoy parezca una locura, fue en el siglo XII una de las rúas más novas de Santiago, formando lo que en aquellos momentos se podría considerar el ensanche de la ciudad. Desde esos años le ha dado tiempo a ocultar infinidad de historias. La primera de ellas es esa que se adelantaba en el primer párrafo, la de El Zorro, que sin ir más lejos, fue un estudiante compostelano. El personaje de ficción nació de la cabeza del estadounidense Johnston McCulley, pero este se inspiró en uno de los habitantes del Colexio dos Irlandeses, un edificio de la Rúa Nova, que a día de hoy se oculta bajo una red de seguridad porque su fachada se está literalmente cayendo a pedazos.
William Lamport, ese era el nombre del irlandés que lo inspiró todo. Su llegada a Compostela, y en especial a este Colexio dos Irlandeses, se produjo porque los cristianos estaban siendo perseguidos en el Reino Unido, a quien pertenecía Irlanda en los tiempos de María I, la reina que comenzó la persecución y se ganó el sobrenombre de Bloody Mary, María la Sangrienta. Tras ganarse la confianza de algunos hombres importantes dentro de la corte, el refugiado en Santiago fue enviado a América como espía real, pero se cambió de bando y se puso del lado de los oprimidos nativos. Sus aventuras y la defensa de sus ideas le llevarían a la historia de la literatura y del cine con la forma del héroe vestido de negro, ese que se la pasaba dibujando zetas con una espada sobre sus enemigos.
Pocos metros más adelante, tras contarse también la historia oculta del Salón Teatro y de la Sala Yago, la expedición se detiene en la iglesia de santa María Salomé, «a única dedicada ao culto da nai do apóstol Santiago en España». Oculta en sus claustros un antiguo convento, plagado de gárgolas y esculturas ocultas por estar en manos privadas. En las instalaciones del retiro para monjas hacían la limpieza, hasta no hace mucho tiempo, por doce mujeres «viejas, defenestradas o acabadas», que vivían en una casa cercana, también reservada para sus dueños. Eran esas las mujeres que a día de hoy pueblan el suelo, bajo sus piedras, de la calle, pues allí mismo está el cementerio que guarda sus cuerpos. No se sabe a ciencia cierta cómo se elegían a estas señoras, pero su historia guarda una curiosidad enorme.
No termina ahí el periplo por esta calle, pues donde hoy está la residencia universitaria María Inmaculada, estaba en el siglo XIX el despacho de Nazario Díaz, un general carlista que pasó a la historia, además de por lo evidente de su puesto, por ser la primera persona que perdió una mano a causa de un atentado con bomba enviada en una carta. «Conta a lenda que cando se veu sen man, dixo enérxico: “Aínda me queda a outra”», relata Javier Raposo, el guía, para completar la anécdota.
La ruta, tras pasar por la Fonte Sequelo, el Modus Vivendi y San Paio de Antealtares (que iba a ser una catedral mausoleo en su origen) y relatar a su pie las historias que guardan, llega a la plaza de Cervantes, «a que debera ser a praza do Pan». Lo reivindica de esta manera Raposo porque es aquí donde se vendía el trigo y la carne, en los bajos del antiguo ayuntamiento, cuyo edificio alberga hoy la Zona C, un centro de exposiciones. También hace hincapié el guía en que el busto de Cervantes no llegó a la plaza hasta los años treinta del siglo XX, por lo que el otro nombre guarda mucha más tradición y conecta más con la realidad histórica de la ciudad. Esta era en su día la plaza más importante de Santiago y aquí tiene pasado de todo, desde ejecuciones de la Inquisición hasta la colocación en uno de sus balcones del pregonero para relatar los cambios legales, una costumbre que daría nombre a la contigua rúa del Preguntoiro.
Son muchos más los detalles que se pueden escuchar en la visita, así como también muchas más las historias. Quedan en el tintero la de la Cofradía de Ánimas, que se cuenta al pie de su iglesia, o la que tiene que ver con Valle-Inclán, una de sus obras más famosas y el mundo esotérico del Santiago del siglo XIX. Para escucharlas no habrá más que acercarse a la plaza del Toural mañana a las ocho de la tarde, en la que será la última visita del ciclo Compostela Oculta. Hoy también hay otra, y también a las ocho, pero recorrerá las partes más conocidas de la ciudad para el picheleiro. No para el turista, eso sí, que seguro que disfrutará mucho de las explicaciones sobre los puntos más emblemáticos de la capital gallega.
«Soubome a pouco, quería coñecer máis da miña cidade», indicaba Fátima Aguión tras terminar el itinerario. Lleva veinte años en Compostela y a pesar de creer que lo conocía más o menos todo, la visita de ayer le dejó claro que se le escapaban muchas cosas. «Inciativas como estas son moi necesarias, pois logran facer sentimento de comunidade, facer cidade e saber o que temos entre mans para valoralo cada día máis». Es por ello que esta picheleira de adopción pide más a las instituciones, más como lo que ella ya vivió a través de las explicaciones de guías como Javier Raposo, más actividades que le permitan sentir cada vez más a Compostela como su casa.