Peter Murphy, inglés afincado en Salamanca, hizo desde junio cuatro veces el Camiño dos Arrieiros y forjó en A Estrada grandes amistades
29 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Peter Murphy es una de esas personas con las que uno se siente cómodo nada más conocerle. Por eso le resulta fácil hacer amigos y por eso va sembrando un reguero de afectos allá por donde pasa. Y ocurre que pasa por muchos lugares porque, además del fútbol y del Unionistas de Salamanca, la otra gran afición de Peter es el senderismo.
Originario de Manchester y afincado en Salamanca desde hace treinta años, Peter se declara adicto al Camiño de Santiago. Lo ha hecho nada menos que 31 veces, siguiendo distintas rutas y combinando etapas sueltas con rutas completas.
Peter no es ni un gran deportista ni un fanático religioso. Simplemente le gusta disfrutar de la vida y de la autenticidad de los caminos menos trillados. «Tengo 71 años y además bebo y fumo», contesta orgulloso cuando se le pregunta por su forma física. Pero eso no es impedimento para que siga dando zapatilla a diestro y siniestro. Sobre todo desde que está jubilado. Peter, que fue profesor universitario y dirigió durante años una academia para preparar a opositores de inglés, se jubiló hace dos años. «Justo me jubilé y vino la pandemia», lamenta. Para resarcirse, ahora está recuperando el tiempo perdido y desde el mes de junio ha hecho cuatro veces el Camiño da Geira e dos Arrieiros. La última, esta semana, con su amigo y compañero de rutas Juan José Rodrigo. Este martes hicieron noche en Codeseda y el miércoles a mediodía llegaron a A Estrada, donde se quedaron todo el día para tomar el pulpo á feira y para encontrarse con los amigos que Peter hizo en sus tres viajes anteriores. «Mi mujer está celosa. De tanto venir, cree que tengo una novia aquí», bromea. El humor y la retranca son la forma de comunicación de Peter. Según explica, en sus cuatro peregrinaciones por la Geira, la salida fue desde Ribadavia, que está a 110 kilómetros de Santiago y da derecho a obtener la Compostela. Sin embargo, el Camiño da Geira al completo parte de Braga y suma 239 kilómetros. «El tramo de Braga lo tengo aún pendiente», reconoce.
La sed de Camino de Peter es insaciable. «Llego a casa, deshago la mochila y a los dos días mi mujer ya me dice: estás aburrido; vete otra vez», cuenta. Hasta esta primavera, la ruta preferida de Peter era el Camiño de Inverno. «Lo hice once veces, hasta que me cansé. Ahora el Camiño da Geira e dos Arrieiros es el favorito. Gana por goleada», dice convencido. «Lo que me interesan son los caminos solitarios, los que no están masificados. En este hay etapas muy duras, pero el paisaje es increíble y lo mejor es la amabilidad de la gente. He encontrado gente majísima», explica. El peregrino relata feliz que se ha ido de vinos con el alcalde de Beariz y que ha sido invitado a comer y a cenar en casas particulares. «Hay que fomentar este Camino y dar vida a pueblos maravillosos que se están quedando vacíos», dice.
Como inconveniente, Peter cita la deficiente señalización del Camino y el mal estado en algunos tramos. «Hay un conflicto entre dos caminos y van quitando flechas. La primera vez no encontraba la ruta, pero tengo un buen GPS. Ahora han limpiado tramos. Antes Beariz era una jungla», cuenta. De todas formas, la falta de señalización está empezando a dejar de ser un problema para Peter, que ya tiene dominado el terreno. «Yo la zona que encontré más problemática fue de Codeseda a A Estrada. Llegas a una curva y no hay flecha», dice su compañero Juanjo. «Es un camino que tienes que hacer planificándolo porque hay muchos tramos largos sin pueblos y puedes encontrarte con que no tienes dónde comer o dónde dormir», comentan.
A por la quinta vez
En todo caso, esos inconvenientes se compensan con creces con la cálida acogida. Por eso Peter, que hoy hará el tramo final A Estrada-Santiago de su cuarto Camiño da Geira, ya está pensando en el quinto. «Seguramente será en el puente de octubre, esta vez con mi mujer», avanza.