El primero de los grandes festivales gallegos de este año, que se celebra del 2 al 4 de junio, tiene lugar en una comarca definida por la huella romana, el Camino de Santiago y las aguas termales
30 may 2022 . Actualizado a las 18:02 h.¡Llega el PortAmérica! El primero de los grandes festivales gallegos del 2022 se celebra del 2 al 4 de junio en Caldas de Reis y Portas. Dos municipios que, junto a Valga, Moraña, Pontecesures, Catoira y Cuntis, dan forma a la comarca de Caldas. ¿La conoces? Más allá de los escenarios preparados para la ocasión, esta zona se caracteriza por sus aguas termales, el paso del Camino Portugués y la huella de los romanos.
Tanto si vas a disfrutar de los conciertos de Bizarrap, Lori Meyers o cualquiera de los más de cuarenta artistas que forman el cartel como si no, el festival es la excusa perfecta para visitar de la comarca pontevedresa. Su patrimonio histórico marcado por los pueblos que la habitaron, como los celtas, o que la intentaron invadir, como los vikingos se une a su patrimonio natural, con enclaves y paisajes formados gracias a los numerosos ríos que bañan la zona. ¿Quieres saber más? Estos son diez rincones de visita obligada para descubrir Caldas.
Burga de Caldas
Las aguas termales fueron el elemento clave en el nacimiento y el desarrollo histórico de Caldas de Reis. Prueba de ello es que los romanos bautizaron la villa como Aquis Celenis. Un nombre que hacía alusión a los Cilenos, el pueblo que habitaba la zona en el siglo III a.C., y a las aguas minero-medicinales.
Caldas cuenta, además de con dos balnearios, con una fuente pública de agua termal. Conocida como A Burga, cuenta con dos caños decoradas con cabezas de leones por las que el agua sale a unos 50º. Está situadas en el casco histórico de la villa, cerca de un lavadero de ropa que se abastece del mismo manantial.
Castro de Castrolandín, en Cuntis
Cuntis es otra de las villas termales de la comarca. Además de compartir con Caldas la existencia de fuentes, lavaderos y un balneario, tienen un origen común. El municipio estuvo habitado por los Cilenos entre los siglos IV a.C. y I d.C. La huella más visible de este pueblo está en las afueras de la localidad. Se trata de el castro de Castrolandín. Un poblado fortificado de más de 1000 metros cuadrados y en buen estado de conservación que permite viajar en el tiempo y descubrir cómo era la vida en Galicia en la Edad de Hierro.
Puente romano de Pontecesures
El castro de Cuntis fue abandonado con la llegada de los romanos, que dirigieron los asentamientos hacia los ríos para aprovechar los manantiales de aguas minero-medicinales. Pero su huella va mucho más allá del legado termal. Aún se conserva en pie parte del patrimonio arquitectónico que dejaron. Prueba de ello es el puente de Pontecesures.
El puente romano sobre el río Ulla data de hace casi dos milenios. Se construyó para comunicar la ciudad portuguesa de Braga con Lugo a través de la Vía XIX. En la Edad Media, permitió enlazar Santiago con las Torres del Oeste de Catoira y la ría de Arousa. En la actualidad no ha pedido su vocación y sirve para unir las provincias A Coruña y Pontevedra. Un paso obligatorio para los peregrinos que hacen el Camino Portugués y deben cruzar de Pontecesures a Padrón.
El aspecto del puente es muy diferente al que debió tener en la época romana. Se sabe que a lo largo de su historia sufrió varias remodelaciones. La más famosa fue realizada en el siglo XII por el Maestro Mateo.
Torres del Oeste, en Catoira
El Camino Portugués no es el único que atraviesa la comarca de Caldas. La historia de este rincón de Pontevedra ha estado ligado a Santiago desde la aparición de los restos del Apóstol. Cuenta la leyenda que llegaron en una barca a través de la ría de Arousa y el río Ulla. La conocida como ruta Traslatio fue también la que intentaron seguir los normandos para invadir Galicia entre los siglo IX y X. Uno de los intentos de saqueo se conmemora cada año con la Romaría Vikinga de Catoira.
La fiesta declarada de interés turístico se celebra en las Torres del Oeste. Los resquicios de un castillo construido con el objetivo de impedir el paso de los barcos enemigos de la ría de Arousa al río Ulla. Por algo se conocía a la fortaleza como «Llave y Sello de Galicia». Aunque solo se mantiene en pie una pequeña parte, la visita vale la pena. Cuenta con un paseo de madera y un mirador que es la envidia de más de un «instagrammer».
Santuario dos Milagres de Amil, en Moraña
El patrimonio religioso de la comarca cuenta incluso con su propio lugar de peregrinación: el Santuario dos Milagres de Amil. Cuenta la leyenda que un anciano pidió ayuda a la virgen para conseguir agua para la cosecha y milagrosamente brotó un caudal en su propio huerto. Como agradecimiento, construyó una fuente conocida como Fonte da Rozabella y una imagen de piedra de la virgen. La gente que se enteró del suceso empezó a peregrinar al lugar y con el tiempo se construyó la capilla.
A día de hoy aún hay peregrinos que se dirigen al santuario, situado en Moraña, a cambio de que la virgen obre algún milagro. Además, cada mes de septiembre se celebra la romería de la Virxe dos Milagres de Amil, una de las más multitudinarias de Galicia. Creas o no en las leyendas que rodean la capìlla, ir a visitarla permite disfrutar de una joya de la arquitectura neoclásica y de un entorno natural de cuento.
Molinos de Catoira
El patrimonio arquitectónico de Caldas vas más allá de las grandes obras civiles o religiosas. La comarca aglutina muestras de construcciones populares, como los hórreos. Pero si hay un lugar que destaca, es Catoira. Se trata del único municipio de Galicia que cuenta con ejemplos de los tres tipos de molinos tradicionales: de río, de marea y de viento.
Los molinos de viento de Catoira resultan llamativos por ser poco habituales en la comunidad. Cuentan además con un doble sistema de aspas que se cree que es único en Europa. Si aún hace falta otro argumento para visitarlos, es el paisaje que los rodea. Desde lo alto del monte Abalo, donde se levantan, se puede disfrutar de las vistas del ría de Arousa, la desembocadura del río Ulla y la laguna de Pedras Miúdas.
Fervenza de Raxoi, en Valga
Otra de las localidades que cuenta con ejemplares de molinos de viento es Valga. Pero, en este caso, los más famosos son los del río del mismo nombre. Uno de los tramos por los que pasa el caudal, entre Raxoi y Pedrafita, cuenta con espectaculares saltos en los que el agua se desplaza con fuerza entre rocas y piscinas naturales. El más alto es la fervenza de Raxoi, con una caída de unos 15 metros.
El lugar es idóneo para hacer una ruta de senderismo. Una pasarela de piedra recorre la ribera del río entre molinos, cascadas y rocas cubiertas de verde. Un enclave donde la naturaleza habla sola y el silencio solo se rompe con el sonido del agua.
Fervenza do Segade, en Caldas
Lo cierto es que la comarca es tierra del agua. Otro de los ejemplos se encuentra en Caldas de Reis. Allí el río Umia forma una cascada de 30 metros de altura que desciende por las rocas formando un tobogán y varias piscinas naturales. Aunque el tiempo no acompañe para pasar una tarde de baño, la fervenza de Segade es todo un espectáculo digno de admirar.
Una de las opciones para visitar este lugar es hacer una ruta de senderismo. Además de la fervenza, la zona cuenta con las ruina de una vieja fábrica de luz, varios molinos y algún que otro puente romano.
Parque de Caldas de Reis
También en Caldas de Reis y a orillas del río Umia se encuentra otra de las joyas naturales de la comarca. Un jardín botánico catalogado como bien de interés cultural que cuenta con especies de los cinco continentes. Junto a él, se extiende una carballeira con más de 200 árboles centenarios que conforman un pulmón verde en pleno centro de la localidad.
Si eres un habitual del PortAmérica, reconocerás el lugar porque es donde se celebraba tradicionalmente el festival. Ya que este año han tenido que cambiar la ubicación para adaptarse a la situación sanitaria, visitar el parque de Caldas es buen plan para recordar tiempos mejores o para mirar a la próxima edición con esperanza.
Azucarera de Portas
En cualquier caso, la ubicación elegida para la actual edición del PortAmérica es la azucarera de Portas. El edificio que albergó la antigua fábrica de azúcar durante tan solo tres años fue rehabilitado para su uso público tras un siglo de abandono. Un auditorio, una guardería, un centro de la tercera edad, una ludoteca y una sala de exposiciones llenan ahora de vida esta construcción.
Además de los muros, lo único que queda intacto de su pasado industrial es la chimenea de 60 metros de altura. Se trata además de uno de los principales atractivos turísticos de Portas. La zona más elevada se ha convertido en un mirador panorámico del valle de O Salnés.