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Marie Bouleau, la peregrina 150.000: «El Camino te libera, los problemas se van y solo te quedas con lo importante»

Rebeca Cordobés

VEN A GALICIA

Marie Bouleau y su marido, este jueves tras llegar a Santiago.
Marie Bouleau y su marido, este jueves tras llegar a Santiago. Sandra Alonso

La francesa llegó el jueves a Santiago con su marido tras completar su quinta ruta xacobea, pero confiesa que la de este año «es especial»

16 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Marie Bouleau llegó el jueves a Santiago tras recorrer el Camino del Norte con su marido. Era la quinta vez que el Obradoiro la recibía entre imágenes de júbilo y sonidos de gaita. Pero esta vez fue diferente, «un final grandioso», cuenta la francesa. Para su sorpresa, al llegar a Compostela se convirtió en la peregrina número 150.000 de este año. Pero su trayecto no se quedó allí. Hoy continúa hacia Fisterra y ya tiene en mente hacer la ruta de invierno. Desde su primera vez, allá por el 2015, se enganchó a seguir las flechas amarillas porque «el Camino te libera, los problemas se van y solo te quedas con lo importante», explica.

Marie Bouleau lleva cinco compostelas a la espalda. La primera la recibió en el 2015 tras hacer el Camino Francés desde su país natal. Desde entonces, ha completado dos veces el Camino Primitivo y otras dos el del Norte.

Solo la pandemia fue capaz de frenar a esta peregrina, que reconoce que «Galicia ha cambiado mucho desde el 2019». Bouleau destaca las mejoras en la señalización del Camino. «Yo hablo español, pero cuando no sabes se agradece mucho que haya carteles informativos», cuenta.

Lo que más le ha gustado de volver a la comunidad ha sido ver la restauración del patrimonio, algo que considera «muy importante». Y es que tanto ella como su marido han vivido la transformación de la Catedral casi año tras año. Una vez incluso les pilló cerrada. Algo a lo que resta importancia porque «llegar a Santiago es el regalo más grande».

«El Camino es una experiencia física y una experiencia interior. Cada día que pasa te haces más fuerte. Es como que algo te empuja para llegar a Santiago», cuenta. Bouleu destaca el paisaje, el contacto con la naturaleza y el encuentro con otros peregrinos, pero reconoce que su parte preferida es ese viaje interior: «En el Camino sientes que tu espíritu se libera. Las cosas que te parecían importantes, pero realmente no lo eran, se olvidan. Los problemas se marchan y solo te quedas con lo importante».

Por eso, ya planea hacer el Camino de Invierno. «También queremos hacer un tramo de la Vía de la Plata, si el cuerpo nos lo permite», añade. Marie tiene 68 años y su marido 70, pero confiesa que eso no es un impedimento: «Cuando creo que no puedo seguir, pienso en todas las personas a las que les gustaría hacer el Camino pero no pueden por estar enfermas o porque no pueden andar. Hago un esfuerzo por ellas, pienso en ellas a cada paso, y me ayuda a terminar la etapa».

Algo similar empujó a los dos peregrinos a continuar la ruta hacia el fin del mundo: «Este año es especial. Íbamos a venir con un amigo y el verano pasado le dio un ictus. Ahora casi no puede andar. Vamos a Fisterra pensando en él. Cuando volvamos a Francia, queremos llevarle algo de allí».