Hubo un tiempo en que la cultura del agua lo movía todo: molinos, puentes de piedra, balnearios y fábricas de luz. Bellos paisajes fluviales y chimeneas de ladrillo salpican una ruta entre Barro y Caldas de Reis
12 feb 2022 . Actualizado a las 14:11 h.Un circuito de cascadas entre bucólicos bosques en los que despuntan chimeneas de ladrillo, auténtica arqueología industrial. Así es la ruta del agua entre Barosa, en Barro, y la fervenza de Segade, en Caldas de Reis. Lo ofrece todo: cascadas, puentes (en pasarela de madera, romanos, pasos de río, con losas de piedra), un balneario, termas, una fábrica de luz del siglo XIX y molinos de agua.
El itinerario se puede completar en coche o cubrir a pie a través del Camino de Santiago Portugués, que une Barosa con Caldas de Reis (más de una hora). Una vez en la villa termal, hay que continuar por el paseo fluvial hasta las ruinas de la antigua central eléctrica de Segade, de la que se conserva la chimenea de ladrillo y la nave. El paraje con el salto de agua y su mirador son en un gancho turístico.
La ruta arranca en el Parque da Natureza de Barosa, en Barro, famoso en Galicia por su conjunto de viejos molinos y una cascada que desciende por una extensa franja de rocas redondeadas y pulidas. Este bonito rincón es un «mítico» de Instagram. Cuenta con merenderos y, en la cima de la cascada, hay un lago con patos y una taberna enxebre con ruedas de molino como mesas. En un paso, destaca un minúsculo puente de piedra con almenas que recuerda al de la entrada al islote de Pontesampaio. Cerca, hay una casa con la fachada recubierta con miles de conchas de vieira.
Quienes opten por seguir a pie por el Camino de Santiago verán en primer desvío un peto de ánimas. En la lejanía asoma tras las vides la vieja chimenea de la fábrica azucarera de Portas.
La segunda parte del circuito arranca en el puente de Caldas de Reis, frente a la icónica fachada del Balneario. Hay aguas termales. La senda del agua arranca en el parque municipal, paralelo al río. Al inicio, sorprende un paso con pilotes de piedra chantados en el agua que se salvan a zancadas.
Luego, el caminante se adentra en una fraga fluvial, con bonitos juegos de luces entra las hojas y rocas que parecen flotar reflejadas en el agua. Destaca una bucólica pasarela montada sobre anchas losas de piedra. Pasado el viaducto de la autopista, la senda finaliza en un tramo de croios y se retoma la carretera. Sorprende una casa con dos canales tipo veneciano y que fue un viejo molino.
En plena subida, tras los arcos de un molino, asoma una ancha roca sobre la que corre el salto de Segade. A su vera, siguen en pie las ruinas de la Fábrica da Luz, una central hidroeléctrica pionera de 1899. Subiendo por una empinada senda que cruza un frondoso bosque se llega al puente romano de A Baxe.