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Más bodegas históricas que piden una oportunidad en la Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

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Viejas barricas y enseres de uso vitícola en una antigua bodega de Sabadelle, en Chantada
Viejas barricas y enseres de uso vitícola en una antigua bodega de Sabadelle, en Chantada ALBERTO LÓPEZ

Al valor turístico de su recuperación se suman las condiciones óptimas para el vino

06 abr 2022 . Actualizado a las 19:39 h.

La bodega del siglo XVI del antiguo convento dominico de Pantón, restaurada por un empresario hotelero para el proyecto enoturístico que desarrolla en ese municipio, es una de las manifestaciones más destacadas del patrimonio vitícola de la Ribeira Sacra. Pocos territorios esconden tantas construcciones históricas relacionadas con su tradición vitícola. Los autores de la Estratexia de dinamización económica, territorial e turística das comarcas vitivinícolas de Galicia se hacen eco del potencial de este legado. En sus conclusiones, el documento que elaboró la fundación Juana de Vega para la Xunta plantea la necesidad de «priorizar a rehabilitación, renovación e rexeneración fronte ás construcións de nova planta, valorando as propostas arquitectónicas contemporáneas que poñan en valor a arquitectura tradicional».

Es justamente lo que hizo en Pantón el estudio Abante Arquitectura e Ingeniería, por encargo del empresario con raíces en ese municipio Lorenzo López. Pero no suele ser la opción más habitual en la Ribeira Sacra, donde predominan las bodegas de nueva planta frente a las rehabilitaciones. El chantadino Primitivo Lareu está entre las excepciones que confirman esa regla. Las instalaciones en las que elabora sus vinos en Sabadelle, dentro de la denominación de origen, aprovechan una bodega centenaria propiedad de su familia.

Alejadas de los pueblos

«Se pensas só no máis práctico pode que non sexa a mellor opción, pero por suposto que teñen outra esencia. Tamén reúnen as condicións de temperatura ideais, sobre todo para manter viños de garda», apunta Lareu. En Chantada, según señala, se conservan bodegas muy antiguas de dimensiones espectaculares en O Souto (San Fiz), Barreal (Sobrecedo) y Pedrido (Nogueira). Muchas veces están alejadas de los núcleos, lo que constituye un inconveniente añadido en cuanto a la accesibilidad.

«Seguramente buscaban as mellores condicións naturais de temperatura para a conservación do viños, pero eu teño outra teoría sobre a situación destas adegas. Penso que as apartaban das casas para que non acabasen sendo un almacén para todo, porque o viño non quere compartir espazo con outras cousas. Na casa podía haber unha pequena adega con viño, patacas ou produtos da matanza, pero o groso da colleita estaba neses outros sitios apartados», dice el bodeguero chantadino.

Hay conjuntos de esas características en lugares tan dispares como la ribera de Pombeiro (Pantón) o A Ferreirúa (A Pobra do Brollón). Las bodegas casi siempre estaban excavadas en la ladera y en algunos casos, como la antigua bodega del Pazo de Tor en Carrouba, aprovechaban una cavidad natural.

Entrada a una gruta que utilizó como bodega cerca de Monforte el Pazo de Tor
Entrada a una gruta que utilizó como bodega cerca de Monforte el Pazo de Tor CARLOS RUEDA

La recuperación de antiguas bodegas para proyectos de cierta envergadura solo tiene cabida en inversiones millonarias como la que lleva a cabo en Pantón el empresario hotelero Lorenzo López. Las medianas y pequeñas empresas acogidas a la denominación de origen lo tienen más fácil, aunque lo habitual es que opten por levantar una nueva edificación. Otra salvedad está en San Martiño de Siós, en el municipio de Pantón, donde Casa Moreiras ocupa una construcción vitícola datada en el siglo XVII. Su propietario, Juan Vázquez, señala que en esa zona existen bodegas tan antiguas o más que están sin restaurar.

Siglos de ensayo y error

La bodega Guímaro, acogida a la subzona de Amandi, es el resultado de sucesivas ampliaciones de la construcción de piedra en la que la familia elaboraba tradicionalmente los vinos. Un nuevo pavimento de hormigón, cuyo impacto visual atenúa una pintura de uso alimentario, sustituye al piso de tierra original en cumplimiento de la normativa para este tipo de instalaciones. «É máis práctico por hixiene e para aguantar o peso dos modernos depósitos», apunta el bodeguero, Pedro Rodríguez.

Según su criterio, sería interesante seguir el modelo de prestigiosas zonas vitícolas de Francia donde «teñen unha adega na que traballan e outra que está como hai cen anos que é a que mostran». La recuperación de las antiguas bodegas, en todo caso, no es solo una cuestión estética. Un estudio elaborado por ingenieros de la Universidad Politécnica de Madrid puso de relieve hace años que las bodegas tradicionales lograron dar al vino las condiciones óptimas de elaboración y conservación mediante un proceso de ensayo error desarrollado a lo largo de los siglos.