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Dos nuevas salas de escultura en el Museo de Arte Sacro de Monforte

Manuela Sáez MONFORTE

VEN A GALICIA

Dos imágenes de santa Susana (izquierda) y santa Victoria se hallan entre las obras artísticas que ahora se pueden mostrar a los visitantes del Museo de Arte Sacro
Dos imágenes de santa Susana (izquierda) y santa Victoria se hallan entre las obras artísticas que ahora se pueden mostrar a los visitantes del Museo de Arte Sacro

Una reordenación de espacios permite mostrar al público una serie de piezas que antes no se exhibían

19 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El museo de las madres clarisas de Monforte, uno de los más importantes de arte sacro italiano del siglo XVII en España, ha aumentado el número de bustos relicarios napolitanos expuestos al público al reorganizar dos nuevas salas. Estas obras se encontraban en la sala relicario del convento; hoy día se exhiben para que los visitantes las puedan contemplar y admirar su belleza; la mayor parte fueron realizadas en Nápoles en el obrador de los escultores Giovan Battista Ortega y Pietro Quadrado.

El séptimo conde de Lemos, don Pedro Fernández de Castro, durante su virreinato (1610-1616) les encargó la ejecución, entre 1613 y 1614, de seis bustos mensuales de santos y santas al precio de diez ducados cada uno; en este precio no estaba incluido el plateado de las carnaciones ni el dorado del cabello e indumentaria, que eran elaborados por otros artistas. La mayoría portan los atributos iconográficos que nos permiten su identificación. Las reliquias están colocadas en unas oquedades de las peanas que facilitaban su visión, o bien en el pecho de las imágenes, lo que permitía a los fieles contemplarlas. Faltan algunas. Todos estos relicarios se concibieron para exponerlos en el convento franciscano de Santa Clara que los condes proyectaban fundar en Monforte.

El culto a las reliquias apareció al principio del cristianismo y desde entonces fueron muy veneradas por los fieles que se desplazaban de unos lugares a otros para reverenciarlas, fomentando las peregrinaciones. Cuantas más reliquias tuviera un convento, más importante era. Cuando los condes estuvieron en Nápoles pidieron licencia al papa para poder adquirir reliquias para el convento que pensaban fundar en Monforte. Paulo V les concedió una bula para sacar reliquias de Roma y del reino de Nápoles con el consentimiento de sus poseedores y siempre sería una parte de las que poseían.

Otras esculturas expuestas en el museo fueron adquiridas por otros miembros de la familia Lemos, como es el caso de sor Catalina María de la Concepción, monja en el monasterio monfortino. Entró en él a los cuatro años cuando su padre, el noveno conde de Lemos, al quedar viudo, la dejó al cuidado de las monjas de Monforte junto a su hermana María, que murió al poco tiempo de su entrada. Sor Catalina encargó a Nápoles a finales del siglo XVII obras de escultura: san Francisco, san José, san Juan Evangelista, la Inmaculada con la hidra de las siete cabezas, el Niño Jesús de la Pasión y el Nacimiento, atribuidas al reconocido escultor Nicola Fumo por la semejanza con otras piezas de este artista y por apuntar en la documentación hallada que fueron realizadas por el «mejor maestro que hay en Nápoles» y en otra ocasión «por el mayor [maestro] que hay en Italia».

Valiosas tallas italianas que figuran entre muchas otras obras del mismo origen

Son muchas las piezas artísticas de origen italiano, además de las esculturas en madera, que se encuentran en el Museo de Arte Sacro del convento monfortino de Santa Clara: pintura, platería, textiles, cristal, bronce... Por todo ello podemos calificarlo como «una joya de arte italiano en el corazón de Galicia». Además de la extensa colección de escultura napolitana, sobresale en el museo el Cristo yacente de Gregorio Fernández, uno de los mejores de este artista que se encuentran en España y que —junto con una de las imágenes de la Inmaculada Concepción— fue adquirido por la condesa Catalina de la Cerda en 1629.

Esta es por lo tanto una buena ocasión para que los monfortinos visiten nuevamente este museo, al igual que los forasteros que acuden a nuestra ciudad a disfrutar de este valioso patrimonio artístico que han conservado las monjas de Santa Clara da lo largo de cuatrocientos años.