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Un «pequeño» Vákner de madera y de dos metros, en una casa rural de Dumbría

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

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CDL

Talló la figura el escultor Marcos Mariño

06 dic 2022 . Actualizado a las 19:15 h.

La escultura original del Vákner, ese monstruo que atemorizaba a los peregrinos hacia Fisterra allá por el siglo XV, tal y como describe un obispo armenio, impresiona. Obra del artista Cándido Pazos, está situada a pocos metros del Marco do Couto, junto a la vía peregrina y a un fenomenal cruceiro que debe soportar los amilladoiros de los caminantes en su base. Impone, porque mide casi cinco metros, es de bronce y pesa unos 1.300 kilos.

Muy cerca de allí, en Figueiroa, está la Casa da Loura. También es centenaria, aunque no tanto como para llegar a los tiempos vaknerianos. Tal vez sí había otra anterior, pero la actual es del siglo XIX. Está dedicada al turismo rural (ocho plazas en tres habitaciones dobles), y también impresiona. No por estar ligada a un enigmático hombre lobo (y eso que el logo de esta empresa ha escogido precisamente ese motivo), sino por su cuidada decoración, en la que lo etnográfico tiene un peso importante, con numerosos elementos tradicionales y murales con escenas de antaño. Ahora acaba de sumar otro atractivo: un Vákner. No en dibujo, sino en tres dimensiones. Pequeño, eso sí, en comparación al original, porque mide dos metros. Una altura considerable, pero menos de la mitad del otro. Y también cambia el material, porque esta réplica es de madera.

Ángel Santos Cancela, con la réplica del Vákner
Ángel Santos Cancela, con la réplica del Vákner CDL

La nueva escultura ya está en el interior de la vivienda, pero cuando llegó estuvo un tiempo fuera, como explica el responsable de la vivienda, Ángel Santos Cancela. El escultor también es conocido: Marcos Mariño. Es especialista en tala con motosierra, como se ha podido ver durante dos veranos consecutivos en Brandomil. En agosto, al lado del río Xallas, labró un guerrero romano, y en el 2021 dejó su huella con otro guerrero, este legendario: el Brandomil que evocó Pondal en su poema. Así que ahora ha seguido la senda de la historia imaginada.

La Casa da Loura fue de una de las bisabuelas de Ángel, y está en pleno Camiño Real, además de su vínculo con el trazado peregrino. Que va más allá porque a poca distancia, en la zona de Pedra Ancha, por donde la vía xacobea serpentea levemente tras dejar atrás la fábrica (y antes, Hospital), hay petroglifos en uno de sus penedos. La finca en la que se asienta también es de su familia. Los grabados, sobra decirlo, son muy anteriores a ese monstruo que tanto atemorizaba.