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A Lanzada, 69 años después: de campo de centeno a playa turística de moda

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Foto histórica de un campo de centeno en A Lanzada, Noalla, Sanxenxo.
De izquierda a derecha: Silvestra Touriño Pombo, Elisa Touriño Vázquez, Carmen Vázquez Otero, Marcial Touriño Pombo, Carmen Touriño Vázquez
Foto histórica de un campo de centeno en A Lanzada, Noalla, Sanxenxo. De izquierda a derecha: Silvestra Touriño Pombo, Elisa Touriño Vázquez, Carmen Vázquez Otero, Marcial Touriño Pombo, Carmen Touriño Vázquez CEDIDA POR FERNANDO MARTÍNEZ

El cereal crecía donde hoy se alzan hoteles y una duna bordeaba la costa

27 jun 2023 . Actualizado a las 10:25 h.

A Lanzada goza de una bien merecida fama como uno de los arenales más bonitos de Galicia, pero hace 69 años, esta playa turística era un campo de centeno, con una gran duna en su borde litoral y con una carretera donde el tránsito de coches era más bien escaso.

Una foto histórica, rescatada del olvido por Fernando Martínez, registra aquella época en que los vecinos de Noalla usaban A Lanzada para sus cultivos o para darle de comer al ganado. Dos protagonistas de la instantánea de hace casi siete décadas, Elisa Touriño Vázquez, de 80 años, y su hermana Carmen, de 79, recuerdan aquella época, cuando eran niñas y acompañaban a sus padres en las faenas caseras, que compaginaban con los deberes escolares durante el curso. La escuela era solo por la mañana, así que podían ayudar en casa por las tardes.

La foto que ilustra este reportaje, por el contexto, se tuvo que hacer a finales de junio, ya que se recogía el cereal a finales de junio, más o menos por la festividad de San Pedro.

A pesar del transcurso del tiempo, Elisa y Carmen todavía recuerdan cómo se hizo aquella foto. La clave se la da la moto al fondo de la imagen. Su presencia delataba que su autor fue Olimpio, uno de los fotógrafos más conocidos de Sanxenxo. «Olimpio era un fotógrafo que ía polas aldeas, penso que pasou por aquí e veunos, a segar o centeo e fixo a foto. Ninguén o chamou», apunta Carmen. .

Una carretera «máis angostiña»

Elisa señala que la carretera ya existía, pero que no era un vial tipo bulevar como es hoy en día. «Había estrada, pero era máis angostiña que agora, e tamén pasaban poucos coches», puntualiza.

Carmen explica que sus padres tenían una finca en Santa María, que es como se llama este área concreta de A Lanzada, justo en la actualidad al otro lado de la carretera en frente de la caseta de los aseos de Areas Gordas y junto al Delfín Azul.

Ambas explican que en aquel entorno la tierra era poco generosa para cultivar, porque el suelo era arenoso, así que, como apunta Carmen, «na punta de abaixo se segaba centeo, porque era máis mala a terra, era moi areosa».

El trabajo agrícola era común en aquellos tiempos en toda la costa de Noalla. En A Lanzada no había hoteles ni casas, solo campos y dunas de arena. En la histórica foto de 1954, Carmen indica que «estamos cos fouciños segando».

Elisa Touriño Vázquez, 80 años, y Carmen Touriño Vázquez, 79 años, en la entrada de la finca de centeno que tenían sus padres en A Lanzada hace 69 años
Elisa Touriño Vázquez, 80 años, y Carmen Touriño Vázquez, 79 años, en la entrada de la finca de centeno que tenían sus padres en A Lanzada hace 69 años M.G.

No se engañen, conseguir una cosecha no era tan sencillo como podría parecer. Los campos merecían atención toda la temporada, no solo en el momento de la siega. «Había que sacarlle as herbas malas a man», comenta Carmen.

En la foto, se ven las tareas propias del final de la temporada. «Vese a papá [Marcial Touriño] que está facendo o molle, un atado de centeo, e despois cargábase no carro e levábase para a eira. Alí viña a malladora e mallábano», detalla.

Hacer el pan en casa

El grano no se cultivaba en los campos como forraje, sino para poder abastecer el hogar. No eran tiempos en que hubiese un supermercado casi en cada esquina como en la actualidad. «Era para facer o pan, que na casa cociñaban a nosa aboa, Ramona Pombo Radío, e máis a nosa nai», resalta Carmen.

Como en muchas otras casas de Noalla, a mediados del siglo XX, tenían vacas —en su caso, tres— y carro. En la foto antigua se puede ver una al fondo. «Na casa había vacas, porcos, burra, había de todo», indica Elisa, que recalca: «Con que se traballaba? Co arado e co carro e coas vacas, aínda non tiñamos tractor». Carmen incide «e co carro iamos a Lanzada ao golfe», es decir, a recoger las algas que arribaban con las mareas y que utilizaban después como abono natural.

Llama la atención ver como fondo de la imagen el mar y una duna de grandes dimensiones ocupando casi toda la línea de costa, sirviendo también de conexión con el islote de O Outeiriño. La duna cumplió su función como el área de juegos infantiles de los niños de Noalla hasta que se extrajo la arena a finales de la década de 1960 y la playa de A Lanzada adoptó su actual configuración.

Carmen Touriño: «Tiven unha infancia moi feliz, porque cariño había moito»

La vida era muy diferente a mediados del siglo XX, pero Carmen y Elisa Touriño guardan muy buenos recuerdos de su infancia y, sobre todo, del cariño recibido en el hogar. De hecho, Carmen lo repite en varias ocasiones durante la elaboración de este reportaje. «Eu sempre dixen que si volvese a nacer, como nacín, sen luz eléctrica e coas chancas, porque cariño había moito, papá era moi cariñoso e moi traballador»asegura. Admite que la vida también era dura, pero que su infancia no fue mala. «Comer había lo que había, pero era moi mariñeiro, alí estaba a dorniña, alí no Outeiriño, e iamos de noite cando el ía pescar polbo, que ía levar ao Grove», precisa.

Elisa recuerda que en 1954 llegó la luz eléctrica y que antes tenían que utilizar las lámparas de carburo para alumbrarse de noche. El teléfono fue una novedad posterior. «Aquí o teléfono de nenas non sabíamos nin que existía», bromea Carmen.

Estas hermanas, como muchos otros vecinos de la comarca, tuvieron que hacer las maletas de jovencitas y cruzar el Atlántico emigrando, en su caso, a Argentina, donde vivieron muchos años y de donde guardan también muchos buenos recuerdos. «Tiñamos 17 e 18 anos e fomos a Bos Aires a traballar», señala Carmen, que vivió allá 22 años mientras que su hermana estuvo 45 años. Cuando tiempo después regresaron a Sanxenxo, aquella duna donde disfrutaron tanto cuando eran pequeñas ya no estaba. «A conclusión é que eu me encontrei todo distinto cando volvín», resalta Elisa.